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Bernd Lucke, el político euroescéptico que proponía echar a Grecia y a Andalucía de la zona euro

Lucke estudió Economía y Filosofía en Bonn y Berkeley antes e la caída del Muro de Berlín. Caado y con cinco hijos, llegó trabajar en el Consejo de Expertos Económicos del Gobierno de Alemania Oriental y perteneció a la CDU hasta 2011

Rosalía Sánchez

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Puigdemont no está tardando en hacer amigos en Alemania y hoy ha recibido su primera visita en prisión, la del fundador del partido anti europeo y anti extranjeros Alternativa para Alemania (AfD) Bernd Lucke. Profesor de Economía de la Universidad de Hamburgo, convirtió allá por 2012 lo que comenzó siendo un foro de economistas democristianos en una formación política anti euro con aspiraciones de partido bisagra. Su campaña electoral de cara a las elecciones de 2013 se redujo a clamar contra los rescates europeos y contra el euro, aunque no ha puesto reparos a cobrar su sueldo de eurodiputado , bastante mejor que el de profesor universitario, desde que ocupa el cargo, mayo de 2014.

Lucke estudió Economía y Filosofía en Bonn y Berkeley antes e la caída del Muro de Berlín. Caado y con cinco hijos, llegó trabajar en el Consejo de Expertos Económicos del Gobierno de Alemania Oriental y perteneció a la CDU hasta 2011, año en que abandonó el partido conservador alemán asqueado por los rescates europeos para salvar a Grecia y los «periféricos» . Fue en ese momento cuando, junto con Alexander Gauland, fundó AfD . No le fue bien al partido con él como candidato principal, pero logró el escaño europeo con el 7% de los votos y en 2015 fue desbancado de la presidencia de la formación política. Ya fura de la directiva, decidió abandonar el partido alegando el aumento de pro-rusos en sus filas, pero no renunció al puesto en Bruselas y allí forma parte de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios.

A lo largo de toda esta trayectoria, el sentido último de su pensamiento ha sido la destrucción de la Unión Europea, y romperla por el flanco sur. «Si un día yo fuese canciller federal, llevaría a Bruselas un programa para que los países del sur de Europa abandonasen el euro de forma no traumática para el sistema y regresasen a sus antiguas monedas. Así podrían abordar la tarea de recuperar competitividad desde una perspectiva más real y podrían volver a tomar sus propias decisiones económicas», confesaba en una entrevista concedida en 2013 en la que no tenía reparos en cortar por lo sano en el caso de España. «En el caso de España, los salarios tendrían que bajar un 30% para hablar de una producción realmente competitiva . Le hablo de cálculos macroeconómicos, de datos fríos. Sin esa bajada no se volverá a crear empleo como para reactivar la economía», auguraba. «El objetivo», continuaba en su análisis de la situación de la deuda europea, «es que aquellos que no puedan financiarse tomen distancia y crear así una línea de contención del problema. Y no es necesario pensar en países enteros. Cataluña, País Vasco y el norte de Italia podrían permanecer en el euro, por ejemplo, pero está claro que Grecia o Andalucía no forman parte de esta realidad. Empeñarnos en lo contrario es negar la evidencia. Y cuanto más tardemos en darnos cuenta, más caro nos costará a todos».

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