Arrimadas y Díaz Ayuso convulsionan la política nacional
La decisión de la líder de Ciudadanos supone la constatación del giro estratégico que ha imprimido a su partido desde que hace un año se hizo con las riendas
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Iniciar sesiónDos mujeres marcaron el miércoles el son de la política española y pusieron a bailar al resto de actores políticos, algunos en público, otros en privado, en una jornada política que supone un cambio radical de escenario. Acción, reacción: Inés Arrimadas lanzó el órdago ... e Isabel Díaz Ayuso se lo vio . Y el tablero saltó por los aires.
El efecto mariposa comenzó en la Región de Murcia a primera hora de la mañana. Ciudadanos anunció que rompía el Gobierno de coalición con el PP y registró una moción de censura junto con el PSOE. El solo anunció propició una onda expansiva con efectos en los gobiernos de coalición de Madrid, Castilla y León y Andalucía y en las estrategias de los cinco partidos de ámbito nacional. Ante la incertidumbre generada por la decisión personalísima de la presidenta de Ciudadanos irrumpió con determinación la presidenta de la Comunidad de Madrid. Sólo dos horas después, a las 11:45, Isabel Díaz Ayuso firmó el decreto de disolución de la Asamblea y convocó elecciones autonómicas en Madrid. Impedía así, al menos en teoría, que la operación de Arrimadas se repitiera en Madrid, donde el vicepresidente Aguado (Cs) nunca dejó de alimentar su descontento con la forma de gobernar de Ayuso.
La decisión de Arrimadas supone la constatación del giro estratégico que ha imprimido a su partido desde que hace un año se hizo con las riendas. Un giro ideológico al centro, al pragmatismo de un partido que aspira a ser bisagra, a la desestigmatización del PSOE de Pedro Sánchez, a pesar de su coalición de gobierno con Unidas Podemos y sus acuerdos de investidura y de Presupuestos con ERC y con Bildu, y a pesar de su coqueteo con los partidos independentistas catalanes.
Es obvio que una decisión de esta magnitud requiere de un colaborador necesario, el beneficiario colateral de la operación: el PSOE de Pedro Sánchez . Más aún si se tiene en cuenta que el acuerdo entre ambos en Murcia entregará –si llega a prosperar, que aún está por ver– la Presidencia a Ciudadanos, pese a que ellos tienen 6 escaños frente a los 17 de los socialistas. ¿Y qué gana el partido del presidente del Gobierno, además de la alcaldía de Murcia? De primeras arrebatar a su principal rival, el PP, la seguridad de un apoyo estable del partido que le propicia todo su poder autonómico y local. La reacción inicial en la calle Génova fue de sorpresa ante la constatación de un incesante runrún que había ganado peso en las últimas horas. En la todavía sede del PP tenían la estrategia preparada: Pablo Casado y Díaz Ayuso habían hablado la víspera y estaban coordinados. Lo que por un momento parecía el fin del poder autonómico y municipal del PP se convirtió rápidamente en la búsqueda de una oportunidad: la de consolidar el partido y el liderazgo a veces titubeante de Casado como la única alternativa al sanchismo. Para ello, nada mejor que recurrir a la vía del valor en alza: la vía Ayuso.
Carreras en la Asamblea
Madrid es la joya de la Corona , una administración codiciada por la izquierda desde hace décadas. Díaz Ayuso reaccionó rápido, más que su socio de Gobierno y más que su oposición, y lo hizo aupada por dos convicciones: el caso murciano se podía reproducir en cualquier momento en Madrid; y la fortaleza ante el electorado de centro derecha después de dos años de dura contienda con el Gobierno de la Nación. Por eso no dudó un instante en firmar el decreto de disolución de la Asamblea y convocatoria electoral: será el 4 de mayo. Esa segunda convicción, transmutada en pánico a una victoria electoral de Ayuso, fue la que movió a los dos partidos de la oposición. Pero su reacción probablemente llegó tarde, porque no fue a lo que pasó en Murcia pasadas las 9 de la mañana, sino a lo que pasó en Madrid a las 11:45: Más Madrid y el PSOE corrieron por separado al registro de la Asamblea a presentar una moción de censura con el objetivo de neutralizar la convocatoria electoral: ambos concluyeron que era más seguro llegar al poder por la vía de la censura que jugársela en las urnas. Abrieron así un nuevo enigma, este jurídico, que probablemente acabará en los tribunales.
El debate aquí está en si una moción de censura en la Asamblea se puede presentar después de la firma del decreto de disolución de esa asamblea, pero antes de su publicación en el Boletín Oficial de la CAM. Esa es la argucia que buscó la oposición, temerosa de tener que competir con Ayuso en una convocatoria que les coge a contrapié: ¿Quién será el candidato del PSOE, quién el de Más Madrid? Ambos revelaron con sus prisas el temor a una contienda abierta contra una presidenta que, para bien o para mal –para gustos, los colores– ha adquirido enorme peso político en los últimos dos años. Los juristas sostienen mayoritariamente que las mociones de censura decaerán, aunque habrá batalla en los tribunales. Y se abre un nuevo enigma, este orgánico, especialmente en Ferraz: el presidente del Gobierno se desplazó de La Moncloa a la sede del partido para reunirse con Adriana Lastra y José Luis Ábalos para diseñar un nuevo candidato en tiempo récord, esta vez para competir sobre la marcha contra la gobernante que ha sido némesis de Sánchez en este último año de pandemia. Aún en el terreno de la especulación empezaron a surgir nombres: la ministra Robles o Pilar Llop, presidenta del Senado. Un nuevo «efecto Illa» para nutrir el erial que sigue siendo el viejo PSM. En otro plano, el acercamiento entre el PSOE y Ciudadanos contraría a Unidas Podemos, que siente cualquier protagonismo del partido naranja como una agresión a su modelo ideal de Gobierno: el de la España plurinacional de Frankenstein.
Réplicas en provincias
Volvamos a primera hora de la mañana. La posibilidad de que Ciudadanos rompiera con el PP obligaba a revisar los resultados electorales de 2019: al igual que en la Comunidad de Madrid, en Castilla y León el PSOE y Cs suman mayoría absoluta. No así en el Ayuntamiento de la capital ni en el Parlamento de Andalucía. Presentadas las mociones en Madrid, el PSOE castellanoleonés decidió también dar el paso y registró una moción de censura a Alfonso Fernández Mañueco. Sin embargo, a diferencia de Murcia, esta vez Ciudadanos no les acompañó y no prosperará. Es más, el presidente de la Junta y el vicepresidente Igea (Cs) escenificaron la unidad abandonando juntos el Pleno de las Cortes, imagen que se repitió en comparecencia conjunta de los portavoces parlamentarios de ambos grupos. Mañueco, de natural prudente y con un carácter opuesto al de Díaz Ayuso, no quiso ni plantearse la posibilidad de convocar elecciones. En Andalucía , Juanma Moreno y Juan Marín siguen con su particular idilio, a l igual que en la villa de Madrid José Luis Martínez Almeida y Begoña Villacís.
Réplica en casa
El terremoto provocado por la decisión de Inés Arrimadas con el único conocimiento de su núcleo duro propició que el tablero saltara por los aires, y su partido no iba a ser inmune a las réplicas. Aunque fuentes de Ciudadanos trataron a lo largo del día de circunscribir la decisión exclusivamente a Murcia, la eterna división entre las dos sensibilidades del partido no tardó en aflorar, en este caso vía Twitter. Toni Cantó, uno de sus barones más cercanos al PP lamentó que «como parte de la ejecutiva, no era conocedor de esta decisión e informó de que había pedido «una convocatoria urgente para trasladar allí mi opinión». Toni Roldán, siempre partidario del acercamiento al PSOE, mostró su alegría:« Cs empieza a mostrar con acciones valientes que quiere ser un partido útil para anclar España al centro, a las reformas y a la regeneración ». Más allá de sensibilidades ideológicas y de la causa local murciana, Arrimadas busca enviar dos mensajes. El primero, demostrar desde la presidencia de una comunidad autónoma que es un partido capaz de gestionar. Si prospera la moción, y habrá que verlo, gozará de dos años para conseguirlo. El segundo mensaje es más profundo: Ciudadanos, su Ciudadanos, es un partido que aspira a ser bisagra, a dar apoyos a izquierda y de derecha y, sobre todo, que no descarta los pactos con el PSOE de Pedro Sánchez. El mensaje buscado es gestión y centralidad, pero el mensaje enviado es que el giro a la izquierda se ha consumado.
La jugada que ha iniciado Inés Arrimadas supone un riesgo mayúsculo, y su éxito en gran medida dependerá del resultado que consiga Isabel Díaz Ayuso en las elecciones del 4 de mayo. Mientras las dos mujeres protagonistas de la jornada preparan su siguiente movimiento, España se prepara para la contienda electoral que decretará quién es el vencedor de la batalla política más dura de las que se están librando en España en esta legislatura: la confrontación de dos modelos que la presidenta de Madrid definió ayer en su declaración institucional: «socialismo o libertad». Esta por ver cuál será el candidato que elige Pedro Sánchez, y esta por ver la campaña que diseñan Iván Redondo en Moncloa y Miguel Ángel Rodríguez en la Puerta del Sol.
Esta jornada política que amaneció abrupta en Murcia ha convulsionado la política española y deja una retahila de incógnitas sobre la mesa. A la espera de ver qué sucede en Murcia y qué sucede en Madrid, la interpretación en clave nacional pasa porque Arrimadas ha arriesgado mucho y ha entregado al Partido Popular la posibilidad de reponerse del batacazo electoral en Cataluña y reivindicarse frente a Vox como el modelo que mejor representa la alternativa a Pedro Sánchez. Las urnas darán y quitarán razones, pero ya nada volverá a ser como antes.
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