La economía y la política empiezan a no ir de la mano

Lo hemos visto esta misma semana con la decisión del presidente Sánchez de dejar en vilo cinco días al país, para decidir si presenta o no su dimisión. No sabemos si después de este paréntesis Pedro Sánchez apostará por seguir, como si no hubiera pasado nada 'por el bien de España y por aclamación popular', no sabemos si se someterá a una moción de confianza, si se marchará y algún sustituto socialista –¿María Jesús Montero?– ocupará la presidencia, o si convocará elecciones cuando los plazos lo permitan –la opción menos probable–. Pero sea lo que sea, el impacto en los mercados ha sido nulo. De hecho, el viernes el Ibex cerró la mejor semana en seis meses, con un avance del 4%, y se situó en el nivel más alto de los últimos nueve años. La lógica apuntaría a que los mercados deberían haber temblado por la situación, pero ni mucho menos. En el ánimo de los inversores han pesado más los buenos resultados obtenidos por muchas de las grandes empresas del país, y las expectativas de bajadas de tipos de interés que las andanzas del presidente.

Comentan algunos economistas que España se está pareciendo cada vez más a Italia, que durante años ha tenido una enorme inestabilidad política y a pesar de todo, su economía seguía avanzando, gracias a sus potentes empresas industriales.

Aquí empieza a ocurrir algo parecido. El Gobierno ha renunciado a presentar Presupuestos y con un parlamento tan fragmentado, cada norma que hay que aprobar se convierte en una tarea titánica. De hecho en lo que llevamos de legislatura el Gobierno se ha centrado en redactar y aprobar una ley de amnistía a la medida de sus socios de gobierno, para conseguir los votos necesarios para seguir en el poder.

El Gobierno no ha sido capaz ni siquiera de sacar adelante la reforma del subsidio de paro, necesaria para que Bruselas desembolse un nuevo tramo de fondos europeos. Y ante esta parálisis los analistas apuntan que cinco días más de parálisis por la meditación del presidente no van a afectar mucho a la economía. De hecho hay quien defiende que mejor que no regulen, porque cada vez que lo hacen es para aumentar los impuestos o el intervencionismo en la economía. De modo que por la inacción no pasa nada. Y es cierto. El problema es que es un suma y sigue. El presidente del Consejo de Economistas, Valentín Pich, en conversación con ABC, explica que aunque la imagen que tenemos en España de nuestra situación económica y política es peor de la que tienen fuera, y que al menos hasta ahora nuestro país no aparece en la lista de los conflictivos –hay otros con más dificultades–, la inestabilidad política se acaba pagando más pronto que tarde.

Y eso es lo preocupante. De momento, las peores cifras de la economía española las arroja la inversión. La incertidumbre y la inseguridad jurídica no son buenas compañeras de viaje. Esta misma semana conocíamos un barómetro de las empresas alemanas que operan en España que disparaban 20 puntos, hasta el 54%, el número de compañías preocupadas por la situación política. España necesita más estabilidad, alertaban.