Sánchez amaga con dimitir y sumerge a España en la incertidumbre institucional
Estupefacción en el Gobierno y el PSOE: dirigentes consultados aseguran que es «una decisión personal» y no calculada
El presidente se declara «enamorado» y dice vivir «con impotencia» el «fango» que a su juicio se arroja sobre su mujer
Sánchez barajó la dimisión, pero su núcleo duro le pidió tiempo y le ruega que aguante
Comunicó al Rey su decisión de tomarse un descanso como presidente del Gobierno
Directo | Reacciones y última hora tras la carta abierta del presidente Sánchez
Mariano Alonso y Gregoria Caro
Madrid
Estupefacción total en el PSOE y en el Gobierno. La carrera política de Pedro Sánchez como líder nacional, de la que en unos meses se cumplirá una década, desde su primera llegada en 2014 a la Secretaría General socialista, ha sido pródiga en ... sobresaltos y maniobras sorprendentes, entre los que destacan su dimisión en 2016 para volver un año después, su moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018 o, más recientemente, su decisión de adelantar las elecciones generales el año pasado en pleno verano. Pero nada comparable a la carta a la ciudadanía publicada en su perfil en las redes sociales pocos minutos después de las siete de la tarde de este miércoles. Una misiva de cuatro folios en la que anuncia una decisión nunca antes tomada por un presidente del Gobierno, ni siquiera por Adolfo Suárez, el único que ha dimitido del cargo.
Sánchez suspende su agenda hasta el próximo lunes, cuatro días que incluyen citas tan importantes como el arranque de la campaña electoral en Cataluña, donde su partido aspira plausiblemente a ganar los comicios, o el Comité Federal del PSOE de este sábado en la sede de Ferraz, que en principio se mantiene y que va a designar como candidata socialista a las elecciones europeas a la vicepresidenta tercera Teresa Ribera, una de sus más estrechas colaboradoras desde antes incluso de liderar el partido. Y lo hace, según explica de su puño y letra, y dirigiéndose directamente a los españoles, porque necesita «parar y reflexionar» ante lo que considera una campaña injustificada y sin precedentes contra su mujer, Begoña Gómez. Se refiere a la causa que ha abierto un juzgado de Madrid tras una denuncia de Manos Limpias por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción, a partir de informaciones sobre las cartas de recomendación que ella habría firmado para un empresario que concurría a dos contratos públicos. El instructor ha comenzado ya a practicar diligencias citando a varios testigos.
El jefe del Ejecutivo amaga con la dimisión, o con la convocatoria anticipada de elecciones, con estas palabras: «Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor». Y anuncia que será el lunes cuando, en una «comparecencia ante los medios de comunicación», haga pública su decisión.
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Hasta entonces, todo será silencio. Sánchez ya no participará, como tenía previsto, en dos de los primeros actos del candidato del PSC, Salvador Illa, el viernes en Sabadell y el domingo en Barcelona.
Junto a los numerosos apoyos públicos en las redes de importantes dirigentes socialistas, en privado cunde una estupefacción total en el seno del PSOE y del Gobierno. «He leído lo mismo que tú», contestaba de manera elocuente un cargo socialista al ser preguntado poco después de la publicación de la carta de marras. «Dime tú», exclamaba otro en parecido tono. Otra dirigente admite estar «en shock» y un ex alto cargo de Moncloa sale en defensa de la misiva de Sánchez, que define como «un hasta aquí, y con razón». Otro, muy en sintonía con el espíritu de la carta, afirma sobre el anuncio que el líder socialista «es un ser humano y llega un momento en la vida que se traspasan tantos límites que te llegas a plantear si merece la pena». Otro más lee en el escrito del presidente un «basta ya», con el objetivo de «generar adhesión». Y un dirigente que ha tenido responsabilidades importantes en el partido y en el Gobierno, y que conoce a Sánchez desde hace años, es el más tajante: «Esto no es una estrategia, es una decisión estrictamente personal. Muy pocas personas lo sabían. Puede que lo tuviera en el radar hace días, pero es algo que ha tomado por sorpresa».
A partir de ahí, nadie se atreve a hacer pronósticos sobre lo que Sánchez anunciará el lunes. «La respuesta sólo la tiene él», coinciden varios de los dirigentes consultados. Tres opciones están sobre la mesa. La más drástica, su dimisión. Y posiblemente la más peliaguda en términos políticos. Pues si lo hace se quedaría gobernando en funciones hasta que otro dirigente socialista lograse una investidura como la que él mismo alcanzó en noviembre no sin pocas complicaciones, tras una dura negociación con Carles Puigdemont. Aunque bien es cierto que el principal precio para el apoyo de los siete diputados de Junts per Catalunya, que no es otro que la ley de amnistía para el expresidente catalán prófugo y los encausados en el 'procés', ya está saldado tras la aprobación de la norma en el Congreso de los Diputados el pasado mes de marzo.
Otra opción sería el adelanto electoral, algo que por otra parte nunca ha sido descartable ante la parálisis de un mandato que no ha terminado de arrancar, como prueba la suspensión este año de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, decisión que tomó Sánchez precisamente tras el adelanto electoral en Cataluña para el próximo 12 de mayo, al no ser capaz el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de sacar adelante los Presupuestos autonómicos que había pactado con el PSC.
La tercera opción es que, de la reflexión presidencial junto a su familia, Sánchez decida seguir. Aunque varias de las fuentes consultadas no lo ven posible llegado este punto. Técnicamente, otra opción es la moción de confianza, una figura que contempla el artículo 112 de la Constitución, que tiene un valor meramente simbólico y para la que no es necesaria una mayoría reforzada, sino simple, es decir: más síes que noes entre los 250 diputados de la Cámara Baja.
En la carta que sacudió ayer por la tarde el escenario político como pocas veces antes, el presidente del Gobierno presume de no estar aferrado a La Moncloa: «A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mi, nunca he tenido apego al cargo. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero», concluye.
«Yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también»
Pedro Sánchez
«Se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa», continúa. Y el presidente añade: «No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, si no por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona si no a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática».
En uno de los últimos párrafos de la carta, y en las líneas más claramente personales, Sánchez afirma: «Yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también».
Un asunto que era tabú
Ya por la mañana, en la sesión de control al Gobierno, a preguntas del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y con tono visiblemente serio, Sánchez se había referido al asunto: «En un día como hoy, y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia de mi país». Rufián había asegurado que ahora el presidente del Gobierno es «víctima de la guerra sucia».
Desde que aparecieron las primeras informaciones sobre la actividad profesional de Begoña Gómez, sus vínculos con Javier Hidalgo, consejero delegado de Air Europa, y su socio Víctor de Aldama, uno de los principales implicados en el escándalo de Koldo García -antiguo asesor del exministro José Luis Ábalos-, los nervios en Moncloa se palpaban. El caso de la mujer del presidente era casi tabú, y costó preguntar por ello tanto en privado como en público a dirigentes del Gobierno.
Ahora, puede que suponga el fin de la era Sánchez.
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