El hachazo fiscal que viene: ¡más madera!
A Sánchez se le han quedado pequeños bancos y energéticas. Cualquiera es susceptible de tener dineros caídos del cielo y, por tanto, está en el radio de acción de la nueva oleada de impuestos que prepara el Gobierno. Se impone la línea del todo vale para agarrarse al poder y la palabra dada no vale nada
Madrid
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Iniciar sesiónEl Banco de España -otros banqueros de puro y chistera, pensaran en La Moncloa- sitúa a tiro de piedra el riesgo de recesión en España. Así lo advierte el supervisor español en su Informe de Estabilidad Financiera. Cada vez peor y cada día más cerca. ... Por si fuera poco toca la campana de alarma por el riesgo de vulnerabilidades en el sector inmobiliario; y nada menos que en un país de ladrillo como es este. Mientras, Bruselas reduce al 1% el crecimiento de la economía española previsto para 2023 -por cierto, en línea con Banco de España, OCDE, Airef o FMI-, la cuarta parte de lo que augura para el presente año, y la mitad prácticamente de lo que el Gobierno ha estimado para elaborar los Presupuestos para el año que viene (un 2,1%). Recordar que España es el único país de la Unión, junto a República Checa, que todavía no se ha recuperado del golpe de la pandemia, ya que nuestra economía está aún un 2,2% por debajo de su nivel de PIB registrado en el cuarto trimestre de 2019 y según las previsiones de la Comisión Europea no volverá a esas cifras hasta 2024.
¿Creían estar mal? Pues agárrense. Ya sabemos que eso para el presidente son 'peanuts', fruslerías y menudencias comparadas con los asuntos mollares en los que se halla, como derivar el delito de sedición para que Oriol Junqueras pueda presentarse a las elecciones próximas y para que Carles Puigdemont pueda volver a España como Pedro por su casa.
Precisamente los inversores inmobiliarios, a los que el Banco de España sitúa en el plano de riesgo, son unos de los nuevos agraciados del nuevo latigazo impositivo con el que el Gobierno continúa forjando un país para salir corriendo, o quedarse en medio del desorden público. Este sector, junto con farmacéuticas y banca internacional con ficha en España, sufrirá desde ahora el estigma de los beneficios caídos del cielo con el que Sánchez justifica los desmanes de una política fiscal sin pies ni cabeza. Los fondos europeos, esos grandes desconocidos, siguen sin llegar -a quien tienen que llegar-, como tampoco llegan los bonos culturales de 400 euros. Mientras, lo que sí llegan son las facturas con las que financiar una Administración con elefantiasis. Ahí no recortan, no. España, definitivamente, no es país para pymes ni autónomos. Salvo que por pyme se entienda a ERC, Bildu y PNV, que Podemos va camino de englobarse en la categoría de «autónomos».
El gravamen de solidaridad se concentra en Madrid y Andalucía, sí, donde los ciudadanos no terminan de entender cómo votar con corrección. ¡Cuán equivocados están las gentes pues con Isabel Díaz Ayuso y Juan José Moreno Bonilla! ¿No? Suerte que tenemos a este Gobierno socialcomunista para enseñarnos a votar, aunque para ello tenga que freír a impuestos a todo aquel que manifieste síntomas de contrariedad... o no. Porque nadie está libre de estar en el centro de la diana, y sin saberlo. La mentira es consustancial al sanchismo. En la letra pequeña está la clave. De hecho, fuera de las dos grandes comunidades presididas por el PP, habrá más ciudadanos considerados ricos que también tendrán que pagar por arte de birlibirloque.
¿Pensaban separatistas vascos, catalanes y adláteres de otras comunidades que estaban a salvo a cambio de su voto y conseguida su correspondiente dádival? El gravamen de solidaridad a las grandes fortunas -incorporado ya como enmienda a la proposición de ley impulsada por PSOE y Podemos para crear los nuevos impuestos a banca y energéticas- será mucho más que un simple dispositivo para hacer pagar a los ricos madrileños y andaluces (que estaban exentos de abonar el impuesto de Patrimonio), ya que elevará por el camino la carga fiscal de las mayores fortunas de media docena más de comunidades autónomas que tengan un tipo marginal máximo inferior al 3,5% establecido por el Gobierno. Para los despistados: Asturias (3%), Baleares (3,45%), Cantabria (3,03%), Murcia (3%), Galicia (2,5%) y Cataluña (2,75%). Y ¡ojo! que en el caso de País Vasco y Navarra especifican los socios de Gobierno que su aplicación deberá negociarse de forma bilateral, así que la armonización obligaría a las Haciendas Forales a subir también impuestos a sus grandes fortunas.
Pues eso, ¡todos a una! Que lo importante es pagar y después comprender que es por nuestro bien. Para eso viene la última genialidad de la factoría Barroso: que las teles tengan que reservar un espacio forzoso para contar las cosas que Sánchez quiere que se diga de Sánchez. Ni más ni menos. Probablemente entre los deportes y los espectáculos, porque es ahí donde mejor se mueve. Y que nadie diga que no hay precedentes: Cuba, Venezuela, China… todo muy democrático. El que avisa... Así, como quien ve si va a llover el fin de semana, uno se enterará de la verdad y nada más que la verdad que el Gobierno quiera que sepamos. Los hechos son libres; las opiniones son sagradas. Este es el lema del sanchismo. Retorcer la verdad hasta que uno ya no sepa si está de pie o de cabeza, si estamos en recesión o en subida libre. Es el relativismo moral del sanchismo y sus susurradores, que son más sanchistas que Sánchez.
A estas alturas nadie debería tener dudas de hasta dónde está dispuesto a llegar este Gobierno y los que se aprovechan de él para mantenerse, pero pónganse en lo peor y acertarán. Si usted es un empresario, un autónomo o simplemente dispone de un patrimonio considerable forjado con años de esfuerzo y honradez que sepa que está en el punto de mira, la carga de la prueba se ha invertido y es un presunto culpable de enriquecimiento ilegítimo que habrá que reparar a golpe de gravámenes solidarios, inclusivos, digitales y no sabíamos ya cuántas majaderías más. Si usted está en ese colectivo de empresas o profesionales que buscan alcanzar legítimos beneficios y crear riqueza donde residen, entonces ha de saber que está enarbolando un tenedor para el puchero de sopa que Sánchez tiene preparado. Las cucharas, como el Falcon, son solo para él y sus propagandistas en plantilla. España va bien. Prepárense a repetirlo.
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