Las mafias digitales de la okupación que ofertan pisos, 2.000 euros en mano y la llave a tu disposición

Y tras lo ocurrido en la urbanización madrileña del PAU de Carabanchel con una makroocupación de más de una veintena de viviendas, estas mafias que ofertan pisos para okupar y se esfuman sin dejar apenas rastro vuelven a estar bajo el foco.

Luis García Botella, socio del bufete de abogados GBALabel, ha explicado a ABC que los creadores de estos vídeos actúan como si fueran agencias inmobiliarias, que han decidido poblar las redes sociales, mostrando los pisos que han allanado, y no para instalarse en ellos, sino para expresamente ofrecerlos al mejor postor.

La okupación con el paso del tiempo ha ido adquiriendo nuevas formas, y de lo que aquí hablamos son de individuos que actúan como si fueran auténticas mafias, que en ocasiones se aprovechan de la desesperación de las personas y que operan de forma impune por toda la geografía española. En otras ocasiones los que buscan su servicio presuntamente conocen en que negocio se están metiendo. «La novedad está en que lo que antes se hacía de manera oculta ahora, lo que es la comisión de un delito, se publicita sin rubor por la red», comenta el abogado.

Los dueños son bancos, fondos de inversión y también particulares, que inadvertidos de todo esto, puede enterarse por casualidad mirando en redes o porque recibe el toque de un amigo que le dice «has visto que tu piso aparece en internet».

«Se publicitan sin rubor por la red»

Luis García Botella

abogado

Botella nos detalla que la forma de operar de estos profesionales de la ocupación tiene distintas modalidades. Primero ocupan una vivienda y cambian la cerradura. En ese caso pueden saltar las alarmas o un vecino puede avisar a la policía porque ha detectado movimientos extraños en una casa que supuestamente estaba vacía. Se persona la autoridad competente y lo que hacen es que identifican a la persona que está dentro del inmueble con su DNI. Hay supuestos en los que podría desalojar en ese mismo momento a la persona y hay otros en los que no se puede a menos que haya una sentencia o un auto judicial.

No obstante, la persona que está dentro ya está identificada, si la policía no lo saca, el propietario del inmueble tiene que ir a un procedimiento judicial para poder sacar a ese okupa. «A continuación el que ha irrumpido hace un vídeo anunciando un piso en el barrio de Villaverde, en Madrid, de 60 metros cuadrados, y lo cuelga en Tik Tok. Indican que el futuro residente puede o no contar con agua y luz. Y te encienden las luces o abren los grifos para demostrarlo. En función de eso los precios varían. Además en el vídeo pone con DNI o DNI- un detalle que es clave», apunta Botella.

En la jerga de los okupas, decir que si es con DNI significa que la policía ya se ha personado en el domicilio y ya hay una persona identificada. «Pero que no me va a poder echar inmediatamente, y eso unido a las triquiñuelas de abogados pueden dilatar los procedimientos muchísimo tiempo. Por eso, esas casas son más caras para todo comprador. Porque yo ya sé que la policía no va a volver y que voy a poder estar ahí mucho tiempo», señala Botella.

Además, por su experiencia Botella matiza que el que acude a este sistema para conseguir una vivienda sabe perfectamente que está cometiendo un delito, pese a las excusas que pongan. «El ocupante final puede comprar su acceso a la casa por 2.000 euros o más y luego no tiene que volver a pagar. Cuando en condiciones normales esa casa en alquiler a lo mejor costaría 700 u 800 euros cada mes. ¿Irías tú a un anuncio de esos o irías a Idealista, Fotocasa o Segunda Mano?», sentencia el abogado.

Otra modalidad que usan estos profesionales es que te ofrecen la casa diciendo «sin DNI». En ese caso significa «yo te cambio la cerradura en el momento que tú vengas y te metas. Pero tú como futuro ocupante te expones a que tengas que enseñar tu DNI si llega a venir la policía. Y si te echan en ese momento, pues mala suerte», detalla Botella. Por ello son viviendas más baratas.

Luego hay otra modalidad que consiste en que supongamos que solicitas una vivienda en una zona determinada. «Estos profesionales de la ocupación repasan el archivo de casas que tienen en su radar y lo que hacen es que la ocupan expresamente para luego ofrecértela a ti», apunta el abogado. Algo así como una okupación a la carta en algunos casos. «Es como si yo mañana digo, si quieres un coche, dígame el modelo, yo lo robo y se lo pongo en la puerta de su casa. Todos dirían, pero ¿qué locura es esa?», indica al respecto Botella. Y en todos las modalidades el negocio está en que se vende las llaves de esa casa para que te quedes indefinidamente.

El letrado señala que estamos hablando de gente que ha perdido el miedo a la represalias de los cuerpos de seguridad del Estado. Y saben lo difícil que es iniciar un proceso judicial porque el propietario tiene que acreditar que la persona que está ahora ocupándola se la ha comprado a un tercero. Aquí el problema-según comenta el letrado. está en que no hay contratos entre el verdadero okupa y el de la organización delictiva que le ha dado la vivienda. Es más, pueden haberlo visto una vez en su vida y no vuelven jamás a saber de ellos. «Además, el delito luego se hace mucho más laxo cuando no se trata de la vivienda habitual, sino de una segunda residencia», afirma el abogado.

Y lo llamativo para el bufete al que pertenece Botella es que ya notaron un repunte de este tipo de negocio desde finales de 2023. Y han visto duplicarse las cifras de incidencias. Señala que antes contactar con estas mafias para el que buscaba piso no era fácil, pero con las redes sociales las cosas se han simplificado y las ratios de ocupación se han incrementado.

Además, Botella cree que habría que contar con la colaboración de las propias plataformas que dan servicios a redes sociales para que se puedan cerrar inmediatamente esas cuentas. Especialmente si es el legítimo propietario el que se pone en contacto con ellos ya que la policía está absolutamente desbordada.