La fiebre por las «tierras raras» revoluciona la minería europea

La noticia se producía además en un momento clave, cuando la Unión Europea se encuentra en fase de tramitación urgente de la nueva ley de Materias Primas Fundamentales (críticas y estratégicas), entre cuyos objetivos está precisamente acabar –se asume que sólo en parte– con la dependencia exterior de estos materiales, principalmente con respecto a China, el gran dominador.

El diagnóstico que hace la Comisión es ciertamente pesimista, tal y como se recoge en la propuesta de reglamente que ahora deberá debatir el Parlamento europeo antes de su aprobación por parte del Consejo. Algunos ejemplos: la UE obtiene el 97% de su magnesio de China y los elementos de tierras raras pesadas, que se utilizan en los imanes permanentes, se refinan exclusivamente en ese país. El 63% del cobalto del mundo, empleado en las baterías, se extrae en la República Democrática del Congo y el 60% se refina en China.

«Esta concentración expone a la UE a importantes riesgos para el suministro», razona la Comisión, que recuerda que con el cambio mundial hacia las energías renovables y la digitalización, «se prevé que la demanda de algunas de estas materias primas fundamentales experimente un rápido crecimiento en las próximas décadas». Pone ejemplos: se espera que la demanda mundial de litio para las baterías de coches aumente hasta ochenta y nueve veces de aquí a 2050. En cuanto a la demanda de la UE de tierras raras con los que se fabrican los imanes para aerogeneradores o coches eléctricos, se espera que se sextuplique o septuplique de aquí a 2050. Y en cuanto al galio, empleado en la fabricación de semiconductores –de los que a su vez la UE también es dependiente–, la demanda se multiplicará por diecisiete hasta el mismo año.

Las conclusiones son claras: aunque «la UE nunca será autosuficiente» en el suministro de estas materias primas, puede tomar medidas para aliviar esta dependencia. Precisamente para abordar esta situación, y coincidiendo con la inminente presidencia española del semestre europeo, esta semana la patronal europea de las empresas mineras Euromines ha visitado Madrid, donde se ha reunido con representantes gubernamentales y ha celebrado su comité ejecutivo, presidido precisamente por Jan Moström, a su vez presidente de la sueca LKAB.

La postura de Euromines es coincidente con la que expone uno de sus integrantes, Primigea (Confederación Española de las Industrias de las Materias Primas Minerales), cuyo director general, César Luaces, señala a ABC su posición con respecto a la nueva regulación. De entrada, el sector minero español y europeo apoya sus objetivos, pero apunta que sería una oportunidad perdida centrarla sólo en los minerales críticos y estratégicos, «dejando fuera al resto de materias primas esenciales, sobre el 98% del total», sin los cuales, recuerdan, la pretendida transición ecológica, y nuestro bienestar material tal y como lo conocemos, es imposible.

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La industria extractora pone ejemplos. Actualmente se tarda de media entre siete y diez años de trámites lograr los permisos de explotación, demora que en el caso de los materiales críticos se quiere reducir ahora a 24 meses para la extracción y a doce para la transformación. Desde Primigea, junto al resto del sector europeo, se han presentado alegaciones para que, sin menoscabo del trámite rápido para los minerales críticos –cuya urgencia comparten– se fije un plazo máximo de 18-36 meses para el resto, cuya «tasa de reposición de reservas es inferior al consumo, lo que generará un grave problema de suministro futuro para Europa», alerta Luaces.

En España aún no se ha descubierto un yacimiento del tamaño del de Kiruna, pero sus condiciones geológicas son excepcionales. La fiebre del oro es ahora por las «tierras raras». La minería exige celeridad y visión de conjunto.