España destruirá más de 40 millones de litros de vino por riesgo de sobreoferta

Fue el pasado fin de semana cuando Francia anunció que iba a pagar 200 millones de euros a los agricultores para destruir el excedente de vino y convertirlo en alcohol, destinándolo a perfumes o gel hidroalcohólico. «Tenemos que lograr que los precios dejen de hundirse y que los viticultores recuperen sus ingresos», explicó el ministro de Agricultura, Marc Fesneau, durante una rueda de prensa en una destilería en el sur del territorio galo. En España, esta destilación de crisis también está teniendo lugar; en concreto, en Extremadura y Cataluña.

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Estas dos comunidades son las únicas que solicitaron la medida en junio, y que se negoció entre el Ministerio de Agricultura y la Comisión Europea, que permite «bajo determinadas condiciones» apoyar la destilación de algunos vinos. En concreto, los agricultores que se sumen a la medida recibirán 2,72 millones de euros en ayudas para destilar antes del 15 de octubre los tintos y rosados, en Extremadura, y los tintos incluidos en las zonas amparadas por las denominaciones de Denominación de Origen (DO) Cataluña, Terra Alta, Penedés y Tarragona, en Cataluña. En total, se destilarán 9,17 millones de litros de vino y el alcohol resultante se utilizará con fines industriales (incluidos los de desinfección o farmacéuticos) o con fines energéticos.

«Es una medida muy excepcional para tratar de paliar la situación de este año. La última se hizo en 2020, por la caída del consumo durante la pandemia», apuntan fuentes del Ministerio de Agricultura. No obstante, no es la única medida «de prevención de crisis» que el Gobierno ha puesto en marcha: la cosecha en verde también pretende evitar la sobreoferta de vino y su devaluación en el mercado.

Esta cosecha consiste, en resumidas cuentas, en destruir o eliminar determinadas cantidades de uva de un viñedo antes de que acabe su maduración, con el objetivo de «aliviar la tensión que se puede producir en algunas regiones productivas que mantienen un elevado nivel de existencias, ya que permite dimensionar la vendimia de 2023 a la capacidad de almacenamiento y comercialización para la próxima campaña», explican desde el departamento que dirige Luis Planas.

Fue en febrero cuando Agricultura puso sobre la mesa 15 millones de euros para financiar esta medida, cuya convocatoria de ayudas ha sido publicada en Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Madrid, Murcia, Navarra, País Vasco, La Rioja y Comunidad Valenciana. El impacto ha sido notorio: las solicitudes de pago de las ayudas para la cosecha en verde de uva de vinificación –que se pagarán antes del 15 de octubre– han ascendido a 13,37 millones de euros, según las estimaciones comunicadas por las comunidades autónomas al ministerio, y corresponden a más de 7.000 hectáreas de viñedo. La concesión de la ayuda conlleva la financiación, con fondos comunitarios, de una compensación por los costes directos de destrucción o eliminación de los racimos de uvas y otra compensación por la pérdida de ingresos vinculada a esta destrucción, que no podrá superar el 50% de la suma de ambas cantidades.

Calcula Agricultura que esto supondrá una retirada de oferta vinícola para la próxima campaña de en torno a los 34,89 millones de litros de vino. Entre la destilación de crisis y la cosecha en verde, se retirarán 44 millones de litros de vino del mercado español. «Estos dos instrumentos en sinergia tratan de evitar anticipadamente los efectos de una potencial sobreoferta de uva el próximo otoño que lastrase las rentas de los viticultores de las regiones productoras españolas», insisten desde el ministerio.

Los agricultores insisten en que «tenemos un problema puntual, sobre todo en lo que a tintos se refiere». El responsable del sector vitivinícola de COAG, Joaquín Vizcaíno, señala que los blancos y espumosos «en los últimos años llegan con buena salida y buen consumo interior y exterior».

La situación, sin embargo, no ha sido la misma para los tintos: «Esta primavera pedimos una medida quirúrgica por parte del ministerio por el exceso de almacenamiento de vinos tintos», apunta. ¿Las razones de su caída? «Los aranceles de Reino Unido, la guerra de Ucrania, que el mercado chino se ha resentido después de la pandemia, y también el remanente que quedaba de los dos años que tuvimos de covid, donde se resintió el consumo de vinos en general», explica Vizcaíno: «Esperemos que la bajada de producción absorba ese exceso de 'stock' que tenemos».