70 aniversario: China luce su progreso frente a la ralentización y la guerra comercial

En estas siete décadas, China ha pasado de ser un Estado feudal y primitivo a convertirse en la segunda potencia económica del planeta en términos brutos, por detrás de Estados Unidos. Pero su crecimiento frenético solo vino con su apertura al capitalismo tras la muerte del «Gran Timonel» en 1976, ya que el comunismo que liberó a los campesinos y repartió las tierras no trajo luego más que miseria, hambre y muerte.

«En 1949, China atravesaba una situación muy difícil por la guerra civil y contra los japoneses y por las políticas erróneas del anterior Gobierno, que habían dejado una inflación muy alta. Deseoso de cambio, el pueblo dio la bienvenida al Partido Comunista, que estabilizó la economía y tomó medidas muy pragmáticas colaborando con empresas privadas entre los primeros seis y ocho años», analiza para ABC Xu Bin, profesor de Economía y Finanzas en la Escuela Chino-Europea de Negocios Internacionales (CEIBS) en Shanghái. «Pero después se abrió un debate dentro del Partido y, frente a la postura de líderes como Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, que abogaban por una economía mixta, triunfó la opinión de Mao, quien nacionalizó las empresas e impuso una fuerte colectivización e industrialización como en la Unión Soviética», recuerda el profesor Xu. Tal y como señala, «el Estado se encargaba de todo y se logró la igualdad social, pero todo el mundo era muy pobre» .

Con decenas de millones de muertos por la hambruna del “Gran Salto Adelante” (1958-62) y la economía paralizada por la «Revolución Cultural» (1966-76), el socialismo a ultranza de Mao fue enterrado tras su muerte en 1976. Solo dos años después, el reformista Deng Xiaoping apartó al sucesor designado por el «Gran Timonel», Hua Guofeng , y sentó las bases de la «apertura y reforma» que han provocado la mayor transformación en la historia de China.

Gracias a este «comunismo con características chinas», en realidad un capitalismo salvaje controlado por el Estado y sus empresas públicas, el gigante asiático ha crecido a un ritmo medio del 10% durante dos décadas y se ha erigido en la «fábrica global», sacando a más de 700 millones de personas de la pobreza. Entre 1952 y 2018, el Producto Interior Bruto (PIB) se ha multiplicado por 174 y el PIB per cápita por 70, de 119 yuanes (15 euros) a 64.000 yuanes (8.221 euros). Orgulloso, así lo anunciaba esta semana el subdirector de la Comisión Nacional para la Reforma y el Desarrollo, Ning Jizhe, según recoge el periódico oficial «China Daily». Un logro que ha convertido al país no solo en una superpotencia, sino también en el mayor comerciante del mundo y principal poseedor de reservas de divisas, así como en el segundo inversor internacional gracias a proyectos faraónicos como sus nuevas «Rutas de la Seda».

«En esta segunda fase de la historia reciente de China, que alcanzó su cénit con la entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, nos hemos convertido en un país de ingresos medios y el PIB per cápita volverá a doblarse en 2020», se congratula el profesor Xu. Pero también advierte de que China ha entrado en una tercera fase, más difícil, por la ralentización de su economía y la guerra comercial con la Casa Blanca. «Hay un cambio de modelo, de las manufacturas a los servicios y la tecnología, y la guerra comercial está afectando a China más que a EE.UU.», valora el experto. A su juicio, «es una ˝nueva era˝ , como dice el presidente Xi Jinping, pero de problemas». Aunque el profesor Xu cree que «se alcanzará antes de final de año algún acuerdo que sirva de tregua a la guerra comercial», vaticina que «seguirán las disputas entre ambos países porque en Occidente hay una hostilidad cada vez mayor al auge de China, que necesita varios años para consolidarse como potencia tecnológica con empresas como Huawei ».

En medio de estas turbulencias y con un crecimiento en torno al 6%, el más bajo desde los años 90 , Pekín luce sus logros con una serie de fastos para conmemorar su 70º aniversario, como el recién inaugurado aeropuerto de Daxing al sur de la ciudad y un gran desfile militar en la plaza de Tiananmen este martes. Con el mantra del desarrollo económico, el régimen «capicomunista» chino pretende legitimar su autoritarismo y erigirse en modelo para otras naciones emergentes ante el declive de las democracias occidentales.