Tenis
Alcaraz, un poco más máquina; Sinner, un poco más humano
El español, con un punto más de consistencia, persigue su sexto Grand Slam, y segundo en Nueva York, ante un Sinner que deja ver alguna grieta
Alcaraz cierra la era 'Big Three': se deshace de Djokovic sin esfuerzo y ya está en la final del US Open
Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónRafael Nadal sabe mejor que nadie lo que pasa en estos momentos por las cabezas de Carlos Alcaraz y Jannik Sinner: son las horas previas del enfrentamiento contra un rival que te lleva al límite, en lo mental y en lo físico, ante ... un partido que te pone arriba o abajo en esa rivalidad, con todo el mundo del deporte pendiente del resultado. El mallorquín tuvo decenas de situaciones de este tipo en los años que dominó el tenis junto a Novak Djokovic y Roger Federer.
Ahora, como millones de personas, Nadal lo verá desde el sofá, el mismo sitio donde habrá comprobado el ocaso de ese 'Big Three' del que él formó parte y del que solo queda Djokovic. El serbio volvió a caer en tres sets en una semifinal de un Grand Slam –esta vez contra Alcaraz; en Wimbledon y en Roland Garros frente a Sinner; en Australia se tuvo que retirar por una lesión– contra la dupla que ha tomado el relevo.
En una entrevista publicada este fin de semana en 'The Athletic', Nadal hizo el retrato de cada uno de ellos. Del italiano destacó, claro, su «ritmo con la derecha, que es muy difícil de mantener», la rapidez en el ataque a la pelota y en la transición de defensa a ataque y la mejora en el servicio.
De Alcaraz dijo que es «más mágico, más impredecible, puede jugar a un nivel al que probablemente Jannik a veces no puede». Pero también advirtió de que el murciano «comete más errores, puede jugar mejor y peor» y de que puede «mejorar en lo táctico» y que «parece que a veces siempre juega puntazos y podría no necesitar tanto algunas veces».
Es el retrato convencional de ambos jugadores: la máquina-Sinner, frío, impasible, ejecutor, que parece programado para el tenis; y el humano-Alcaraz, genial, imprevisible, espectacular, pero también más inconstante.
Pero en lo que va de US Open, esa foto se ha movido. Alcaraz ha confirmado en Nueva York su progresión hacia una mayor consistencia. Se ha plantado en todas las finales de los torneos que ha jugado desde que compareció en el Masters 1.000 de Montecarlo en abril. En Nueva York, en su vuelo a la final, no ha perdido un solo set, tampoco con Djokovic en la penúltima ronda. Y, apoyado en un saque cada vez más dominador y consistente, solo le han roto el servicio dos veces. Su media es de solo seis errores no forzados por set, y eso incluye los 30 que hizo frente al serbio, en un partido en el que se contagió de los fallos de su rival (que también acabó con 30). «Eso es lo que está generando la diferencia frente a otros torneos», decía esta semana su entrenador, Juan Carlos Ferrero, sobre esa firmeza.
«Mi esencia es intentar cosas diferentes, así es como me lo paso bien jugando», defendió Alcaraz tras ganar a Djokovic. «Pero intentamos hacerlo teniendo la máxima consistencia posible», explicó sobre el equilibrio que intenta poner en su juego entre los puntazos que aparecen por la noche en el 'top 10' de las mejores jugadas del día y la regularidad que lleva a la victoria.
Sinner, al contrario, ha dado más señales de humanidad. En tercera ronda, perdió un set ante Dennis Shapovalov y flaqueó en otro. En semifinales, contra Felix Auger-Aliassime, cedió otro set y permitió que el canadiense soñara con dar la sorpresa: tuvo hasta diez puntos de rotura, pero solo aprovechó uno.
El italiano llegó a Nueva York con aura de invencibilidad. Despachó a Alcaraz con superioridad abrumadora en la final de Wimbledon de este año, al igual que lo hizo frente a Alexander Zverev en la de Australia y ante Taylor Fritz en la del US Open del año pasado, en todos los casos sin perder ningún set. En Roland Garros, Alcaraz le doblegó de manera milagrosa, levantando tres puntos de partido con un 0-40. La retirada en Cincinnati frente al murciano por un virus no afectó a ese aura. Pero en Nueva York sí ha mostrado alguna grieta.
Todo esto habrá que comprobarlo este domingo a partir de las dos de la tarde –ocho de la tarde de España– en el cemento azul de Nueva York. Alcaraz y Sinner se jugarán allí el último grande de la temporada, quién se queda el número uno del mundo y, sobre todo, decidir quién manda en este momento.
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