Cataluña 'estima' España

El Barça de Pep fue la España de Del Bosque y el Mundial se celebró como propio en Cataluña. Lo mismo sucedió el verano pasado con la Eurocopa y estos días con las brillantes victorias de España en esta Nations League, aunque este domingo se perdiera la final. En lo más profundo, atávico y trascendental, que es el fútbol que nos pone ante nuestra naturaleza y nuestro pulso, España brilla elevada por el Barça y por una idea barcelonista del fútbol; y los goles de la selección en Barcelona se gritan con el mismo entusiasmo que hace unas semanas se celebraron los de la Champions.

Hay una Cataluña declarativa, cursi, que le gusta sentirse moralmente superior y que a través del Barça se expresa con conceptos tan afectados como el 'estilo', el 'más que un club' o el victimismo de quejarse de los árbitros -y de comprarlos. Es la Cataluña del pinganillo.

Luego está la Cataluña corpórea, la que siente, la que sufre, la que trabaja, la que vibra y presume de que el Barça es el club que más jugadores aporta a España y celebra con orgullo de pertenencia los éxitos colectivos. Es la Cataluña descarnada, letal, viva, que trafica con cualquier botín; la Cataluña fenicia que hasta su palabra fetiche, 'estimar', tiene su origen en el vocabulario mercantil. Cataluña no se irá nunca porque España es para los catalanes algo mucho más profundo e importante que un sentimiento: es y de muy largo su mayor éxito comercial.