Olga Carmona, la sevillana que dejó el flamenco por el fútbol y ha metido a España en la final del Mundial

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«Y ha entrado. No me lo podía creer. Me he acordado de toda la familia, de la gente que me quiere, que nos ha estado apoyando. Esto va por España y a seguir», expresaba la sevillana de 23 años con una sonrisa enorme.

Salma Paralluelo tuvo una difícil decisión entre el fútbol y el atletismo. Olga Carmona, en cambio, se decantó rápido por el balón y dejó al lado el tenis, la natación y el flamenco, aunque todavía conserva arte en sus manos, y a pesar del disgusto de sus padres. Había precedentes en casa, pues los dos hermanos de Carmona, Tomás –de quien es mellizo– y Fran, jugaban al fútbol y a la pequeña le entró la curiosidad. No tenía el mismo físico de sus hermanos, pero los desafiaba con regates e instinto de gol.

Porque empezó, como muchas jugadoras de esta selección, a jugar con niños; su desparpajo con el balón la llevó a la Agrupación Deportiva Polideportivo Sevilla Este primero, pero su posición estaba ocupada por el hijo del entrenador. Y un poco más tarde, el Sevilla llamó a su puerta. Debutó en Segunda división con 15 años y se fue haciendo un nombre de los importantes en el equipo sevillista. El ascenso a Primera también la elevó a ella, con sus goles, sus regates y ese dominar la banda izquierda en el que se fijó el Real Madrid en 2020, y donde ya ha disputado más de cien partidos.

No es casualidad su gol, pues si se tercia, Carmona puede llevar la carga del ataque y ya ante Suecia había probado ese disparo por dos veces en la primera parte. «He intentado ajustar, porque se me habían ido los dos anteriores. Estaba preparada para volver a ser titular –lo fue en la fase de grupos–. Hemos sufrido, atacaban mucho por el lado derecho, pero yo tenía buenas sensaciones y el gol pone la guinda al pastel. Hemos demostrado que nuestro fútbol se puede imponer al fútbol más físico de otras selecciones». Mientras hablaba, Alba Redondo le decía que le iba a poner un monumento. O quizá dos.

«Olga es una máquina, tiene muy buen golpeo desde fuera. Y tenía ganas», señalaba Abelleira. «Su gol es una obra de arte», valoraba Vilda, que señaló que los saques de esquina como el de ayer se practican en los entrenamientos, pero que hubo ayer algo diferencial: «El golpeo es fruto de su talento». «En su chut hemos chutado todas», afirmaba Mariona. Era un pasaporte para una final. Y aunque lo haya marcado Carmona, la sevillana regala halagos para el grupo. «Tenemos un grupazo, un equipazo, que tiene mucha alma y mucho corazón y con eso también he chutado y por suerte ha entrado. No me lo creo todavía».

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De la euforia casi se queda sin respiración pues todas la compañeras se le echaron encima. Pero todo merece la pena por vivir momentos así, incluso salir de casa y dejar a su madre, con quien tiene una relación estupenda –uno de sus tatuajes simboliza un abrazo con ella, y que besó cuando marcó el gol–, por vivir un sueño que ahora es de toda España. Aprendió a gestionar lo que pasaba por su cabeza con una psicóloga y estudia cómo gestionar lo que pasa por su cuerpo con la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Le quedan dos asignaturas, pero no tiene prisa, el fútbol va antes, para suerte del combinado nacional.

Ante Suecia fue protagonista en más de una jugada, bien ceñida al plan de «intentar estorbar» aunque no llegara a su altura. Tímida y sin querer llamar la atención, ya la reconocen por las calles de Madrid y más lo harán después de ese gol. «Me quedo con lo positivo. Es el gol de mi vida. Y vamos a preparar la final como si nos fuera la vida en ello».