La Liga se queda en Barcelona

Pese a ello, al Madrid le hacía falta muy poco para llegar y crear peligro, y el intercambio de golpes acabó en accidente afortunado para los visitantes. Araujo marcó un gol en propia puerta que sólo se puede atribuir a la mala suerte. No estuvo ni distraído ni equivocado: simplemente tuvo la mala fortuna de tocar con la cabeza un centro de Vinicius que Ter Stegen estaba preparado para atajar. Esto es el Madrid. Tú puedes tocar y tocar, controlar, alargar las posesiones, crear la sensación de que estás construyendo algo importante, tener a Guardiola por primera vez en el palco, y llegar al minuto 11 e ir perdiendo de rebote o lo que sea, pero perdiendo. Caras largas de Xavi. Una vieja sensación azulgrana.

El Madrid tomó las riendas del partido, atacó con más soltura, el Barça no podía salir con tanta facilidad como al principio. Los locales perdieron la efervescencia del descorche inicial y el partido cayó en una fase más tosca, más dura, más gris. Poco ritmo en los ataques azulgranas, el Madrid cómodamente instalado en un bloque más bajo, defendiéndose como en horario de oficina, acomodado, aburguesado, a la espera de poder correr en las transiciones que tuviera. Parecía herido en su confianza, el Barça, que pese a que las luces se le habían atenuado, casi apagado, continuaba jugando un partido coherente, trabajado, de largas posesiones aunque fueran infructuosas. A la espera de que la inspiración volviera, los de Xavi se pusieron el mono de trabajo y el modo obrero.

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Vinicius se animaba tras el gol y un buen caño a Araujo. Muy medido el brasileño, que seleccionaba con esmero los uno contra uno con el uruguayo, para no perder ninguno y no darle la ventaja psicológica al lateral de haberle superado. Christensen lo intentó de espuelas pero Curtois, que más que un portero es un patrimonio, estuvo atento y se estiró adecuadamente. Raphinha volvió a constatar este efecto patrimonial en el 33, cuando uno de sus durísimos disparos fue rechazado a córner por otra mano soberbia del belga.

En los últimos minutos de la primera parte, el Madrid le regaló el balón al Barça, renunció a los riesgos, y esperó ordenado atrás a que llegara el descanso. Pero fue tal la pasividad, y la indolencia, que Sergi Roberto en el 45 logró el merecido empate. El Barça volvió del descanso con ganas, concentrado, volviendo a la paciencia de sus largas posesiones, como durante los primeros minutos del partido. Sólo faltaba, para ser una fotocopia exacta, que un segundo accidente volviera a adelantar al Madrid; pero el Barça parecía más cómodo atacando que el Madrid defendiendo, muy cerrado en su campo, sin saber qué hacer con el balón ni hallar salidas claras.

Curtois ponía cara de circunstancias, impotencia en sus compañeros, y mucha insistencia local, aunque sin crear grandes peligros. Se le ponía la noche adversa al Madrid, experto por otra parte en gestionar adversidades. Rodrygo y Mendy entraron por Nacho y Kroos. Cambió el dibujo el Madrid, asimétrico con Modric y Rodrygo entre líneas para lanzar a los dos delanteros. Lentamente los blancos despertaron del letargo y llegaban con más facilidad.

Buen partido de Sergi Roberto, acierto de Xavi ponerlo de titular. El Barça fue perdiendo fluidez y el Madrid ganaba velocidad, aunque sin demasiada precisión en los disparos de Vinicius. El balón le duraba menos a los de Xavi, y la entrada de Rodrygo le hacía bien a su equipo. Gran detalle técnico de Camavinga girando sobre sí mismo, provocando un suspiro de admiración en el Camp Nou. El Madrid volvió a hablarse con el partido tras varios minutos de no saber qué decirle. Pero las ocasiones más claras las continuaba teniendo el Barça: Lewandowski, Raphinha. Asensio, Tchouaméni y Ceballos entraron por Modrid, Camavinga y Valverde. Xavi cambió a Sergi Roberto -misión cumplida- por Kessie.

El Madrid empezó a hacer de Madrid y el Barça sintió el miedo escénico que se concretó en el gol de Marco Asensio, que el VAR revisó y anuló. No subió el gol en el marcador pero sí la sensación en el ánimo de la noche. El Madrid asediaba la portería de Ter Stegen, el Barça temblaba. Pero en una contra en el momento más sensible, y tras una veloz y hermosa contra, Kessie dio la vuelta al marcador y aseguró la Liga al Barcelona.