Inglaterra llora cerveza en Magaluf

Isa y Ángela (17 años) fueron desde Palma a Magaluf para «vivir la victoria con el enemigo». Porque «así sabe mejor», reconocían ufanas. «Sólo cantan pero no van a marcar», presumía Isa con la bandera de España pintada en su espalda desnuda con un top rojo. Hasta que las caras largas inglesas revivieron con el gol de Palmer y las cervezas volaron por los aires. Laura, la camarera de un pub de la plaza, servía media docena de pintas con las mejillas pintadas de rojo y amarillo cuando le cayó la lluvia desde el cielo. «Algunos se lo toman con poca deportividad pero la mayoría son chavales majos que viven aquí y que se han criado en Mallorca aunque hoy van con Inglaterra, la tierra de sus padres», les disculpa empapada.

Magaluf fue territorio comanche para los españoles este domingo. La meca mallorquina del turismo británico se convirtió en un hormiguero de ingleses desnudos de cintura para arriba que se paseaban con la bandera de la cruz de San Jorge a modo de capa sin perdonar una rojigualda. «Fuck España», fue la primera declaración de intenciones del grupo de veinteañeros que bebía cerveza y gritaban tacos en español en primera fila de la plaza sabiéndose mayoría.

La Policía Local del municipio de Calvià intensificó la vigilancia sobre la prohibición de sacar bebidas alcohólicas y vasos de cristal a la calle. También se controlaron las pantallas de televisión para que las imágenes se proyectaran dentro de los establecimientos y no en la calle.

La final arrancó a las nueve de la noche con 34 grados en Magaluf y miles de ingleses vibrando con el God save the King en las pantallas gigantes hasta que sonó el himno de España y -qué maleducados- lo pitaron hasta el final. «Fuck España», gritaban los seguidores anglosajones delante de las pantallas con la bandera anudada al cuello tirando al aire confeti rojo. Detrás un cordón de la guardia civil vigilaba de cerca que la fiesta no se desmadrase.

Tres inglesas de melena rubia bebían cerveza a destajo enfrente del pub Stereo a falta de emoción en la primera parte. Rose y sus amigas argumentaron que el alcohol les ayudaba a quitarse los nervios y a celebrar su victoria más eufóricas: «¿Quieres? »Así llorarás contenta«, ofrecían su pinta con una falda transparente, un bikini debajo y tacones.

Antes de acabar en la plaza, el dueño español del Jokers vetó la entrada a su local lleno de ingleses eufóricos. Al lado, el Coco Bongos fue más amable y los clientes, también. Oliver trabaja aquí y va con Inglaterra porque se ha sellado la bandera en la cara con los colores de su país.

«Aquí el ambiente parece friendly. De momento, los ingleses tienen rostros de preocupación y canguelo. Saben que dentro de poco van a sufrir», sostiene sonriente Alex abrazándose a Oliver, de Londres pero residente en Mallorca: «Si hoy gana España también me alegro. Vivo aquí», reconoce. El primer tiempo acabó y en los pubs sonó el himno para levantar el ánimo. Abba, Queen, Oasis, Rolling Stones... Y pese al repertorio ganador seguían las caras tensas.

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Entre el público disidente estaban Héctor (Brasil) y Bakari (Guinea) siguiendo el partido en el parque al lado de la comandancia de la Guardia Civil con su móvil. Van con España por Lamine Jamal. «Es un símbolo para nosotros los jóvenes», ensalzan al jugador de 17 años, su misma edad. El empate por obra de Palmer levanta los ánimos y eleva los cánticos de los ingleses fuera de sí con los hoteles cercanos retumbando como bafles con retorno.

Ya empiezan a tenerse los penaltis pero Oyarzabal hunde a los ingleses en el minuto 86. Empieza la tensión etílica y se embarra el ambiente. Poco después pita el final del partido y hay un conato de pelea entre dos grupos de ingleses. James tira la cerveza contra la pantalla y la explosión de bebida salpica en la cara. Ahora sí, Inglaterra llora cerveza mientras en la otra parte de la calle, en Punta Ballena, cantan Viva España.