Dani Quintana, el primer español en jugar en la liga saudí: «De 70.000 euros pasé a ganar 700.000. A Arabia se va por dinero, que no me cuenten historias»

El ya exfutbolista canario, retirado desde hace año y medio, fue el primer jugador español que compitió en la liga saudí. Fichó tres temporadas por el Al-Ahli, el actual equipo de Gabri Veiga, pero solo jugó siete partidos, anotó apenas un gol y a los cinco meses se marchó al Qarabag. «El entrenador no se portó bien conmigo, pero no tengo problema en reconocer que me pudo la presión. De repente, en 24 horas, incluso antes de firmar, pasé de tener 500 seguidores en Instagram a tener 30.000. En Twitter, de 300 a 25.000. Y cuando llegué allí, en el aeropuerto de Yeda me esperaban centenares de personas con flores y bufandas. Era una locura. Cada vez que iba a un centro comercial, había 100 niños pidiéndome fotos y autógrafos. Estaba flipando. Jamás había vivido algo así y no supe gestionarlo», explica el extremo.

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Dani Quintana se crio en el Huracán, un conocido equipo local de Las Palmas en el que jugó hasta los 16 años, llegando a disputar la final del campeonato de España de cadetes ante el Barça de Piqué y Fábregas. Tras aquella gesta, en un torneo de Marsella fue a verle Luis Milla, que entonces entrenaba al Juvenil B del Valencia, y le fichó para la cantera che. Allí llegó hasta el filial, el Mestalla, y después encadenó varias cesiones con clubes de la Comunidad Valenciana como el Ontinyent y el Alzira. De ahí saltó al Racing de Ferrol, otra vez al Huracán y luego al Olímpic de Xátiva. Todos equipos de Segunda B y Tercera, hasta que en enero de 2013 le llegó una exótica oferta del Jagiellonia de Polonia. «Allí jugué una de mis mejores temporadas. Hice 15 goles y 10 asistencias, fui elegido en el once ideal de la liga y uno de los tres mejores jugadores del campeonato».

Era la primera vez que Dani tenía un sueldo decente. En el Jagiellonia firmó tres años a cambio de 6.000 euros al mes la primera temporada, 7.000 durante la segunda y 8.000 en la tercera. Un salto económico que iba a ir a mucho más. En septiembre de 2014, mientras se recuperaba de una lesión, le llegó una oferta de Arabia que convirtió sus ojos en los del tío Gilito. El Al-Ahli, uno de los grandes clubes saudíes, le ofrecía un suculento contrato de tres temporadas y estaba dispuesto a pagar el millón y medio de su cláusula de rescisión: «El Jagiellonia no me quería soltar. Les tuve que decir que nunca en mi vida tendría una oferta así y logré convencerlos».

El Al-Ahli le ponía encima de la mesa 700.000 euros la primera temporada, 800.000 la segunda y 900.000 la tercera. Cantidades que significaban multiplicar su sueldo por diez y solucionar su vida, aunque para llegar a esa cifras tuvo que inflar lo que ganaba en el Jagiellonia. «Los saudíes no son tontos. No pagan 10 veces más así porque sí. Al representante que me trajo la oferta le dije que ganaba más de lo que era, y ese representante se lo infló un poco más al Al-Ahli», recuerda entre risas.

En su debut, contra el Al-Nassr, marcó su único gol, y luego apenas tuvo minutos. De hecho, en noviembre, tres meses antes de marcharse, jugó por última vez, y de allí se marchó en febrero de 2015 con la sensación de no haber cumplido las expectativas: «Te tratan de lujo. Te ponen casa, chófer y lo que quieras, pero quieren resultados inmediatos. Ese es el problema. No tienen paciencia y no entendían que venía de jugar a 10 bajo cero en Polonia y allí tenía que hacerlo a 50 grados».

Lo que no logró sobre el verde sí lo consiguió en dinero. Se marchó cobrando dos de los tres años. Estuvo listo negociando. «Todo el mundo sabe que allí se va por el pastizal que te pagan. ¿Alguien se cree que si a Cristiano no le hubieran puesto 300 millones se hubiera ido a Arabia? O Benzema. Vamos, siendo Balón de Oro y estrella del Madrid se va a ir al Al-Ittihad si no es porque le dan 100 millones por año. O el caso de Gabri Veiga, que está en mi equipo. Va a volver con 25 años a España, con 40 millones en el banco y tiempo de sobra para volver a jugar en la élite. Oye, y yo le aplaudo porque hice lo mismo, pero joder, dilo. No digas que no has ido allí por dinero, porque esa es la realidad. Ni él ni su familia nunca se van a preocupar por el dinero. Es que me parece hasta de mal gusto negarlo porque me estás tratando como si fuera tonto. A Arabia se va a jugar por dinero como antes se iba a China por dinero. Que no me cuenten historias».