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España, a golpe de récord

Por si quedaba alguna duda, Villa demostró ante la correosa Sudáfrica que es un delantero bestial. Vivía una noche de pesadilla, fallaba hasta un penalti, sufría como un bellaco, pero nunca dejó de intentarlo y encontró premio a la perseverancia de un ganador. Marcó un gran gol, de nuevo en una acción que vino por la izquierda, y golpeó toda su rabia pateando el banderín de córner. Un gesto que sobraba ante una afición ejemplar. Villa abrió la lata de los «Bafana Bafana» como antes hizo con la iraquí y permitió a España cumplir todos sus objetivos. Alcanza la semifinal como líder de grupo, suma 15 victorias consecutivas, logró jamás alcanzado por nadie, e iguala el récord de Brasil de 35 partidos sin perder.

En un partido que conoció el primer gol de Fernando Llorente con la ´Roja´ -el delantero del Athletic se revolvió en un palmo de terreno y aprovechó a la perfección los minutos que le brindó el técnico-, España supo tocar y esperar con paciencia a que los sudafricanos cayesen como fruta madura. Era imposible que pudieran aguantar 90´ minutos corriendo como posesos detrás del balón. Ni aunque se escapasen los leones de las reservas naturales en su búsqueda.

La selección se vio incapaz de buscarles las cosquillas a los «Bafana» en la primera mitad. No se arrugaron los de Del Bosque, se jugaron la pierna en los balones divididos, fueron en busca de los sudafricanos, pero éstos se multiplicaron Actuaron con un 4-1-4-1 casi en campo propio y aparecieron por todos lados con un derroche físico extraordinario. Cuando salían, buscaban a Pienaar, el medio punta del Everton.

Busquets, un lujo

Busquets disputaba su primer partido como titular con el desparpajo de quien lleva toda una vida. Cumple sólo temporada en la elite pero, tras ser protagonista en una final de ´Champions´, no se iba asustar de las ´vuvuzelas´ en Bloemfontein. No fue el más decisivo pero sí el mejor de España. Buscó el balón, tuvo presencia, cortó y distribuyó bien. No tiene el cambio de juego de Xabi Alonso, quizá único en el mundo, pero alcanzó el notable. Por ponerle un pero, abusó de los taconazos, del lucimiento personal.

Como ante Irak, faltó al principio ruptura por bandas. Riera no fue el estilete que penetró en el corazón de Nueva Zelanda y Cesc arrancó desde la derecha pero su tendencia natural es la de venirse al centro. Ni Puyol, ni mucho menos Arbeloa, se proyectaron al ataque.

La noche se complicaba más cuando Cesc fue objeto de un claro penalti en la reanudación y el guardameta adivinaba la intención a Villa. El «guaje» estaba errante pero no desesperó. Enseguida, controló un pase de Riera de espaldas, se dio media vuelta y la cruzó sin oposición. A partir de ahí, Del Bosque ejerció de técnico políticamente correcto. Retiró a la vez a sus dos delanteros para dar la alternativa a Pablo Hernández y minutos a Llorente, la tercera vía ofensiva. España pasó a jugar con un extremo y dos puntas. Certificó el riojano la victoria y, ya sí, todos pensaron en semifinales.

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