Ciclismo
La increíble historia del solomillo más famoso del mundo
El baúl de los deportes
El positivo por clembuterol de Alberto Contador, un episodio extraño de hace 12 años, con numerosos recovecos e infinidad de preguntas sin resolver
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Iniciar sesión¿Era solomillo, chuletón o filete? ¿Ternera o vaca? ¿Estaba contaminado ese alimento? ¿Quiénes lo comieron? Lo único probado es que Alberto Contador dio positivo por clembuterol en un control antidopaje realizado durante el Tour de Francia de 2010. Era una cantidad ínfima - ... 0,00000000005 gramos por mililitro de orina - y el ciclista español se cansó de repetir que su único pecado era haber ingerido un trozo de carne tratada con esa sustancia, pero acabó siendo sancionado. Esta es la historia de un episodio deportivo extraño, con numerosos recovecos, infinidad de preguntas y que se prolongó demasiado en el tiempo.
Hasta la aparición de Contador, Pinto era conocido por una expresión popular que se emplea para ilustrar las dudas e indecisión ante algo: «entre Pinto y Valdemoro». Muchos no sabían siquiera ubicar este municipio madrileño de 50.000 habitantes, situado 20 kilómetros al sur de la capital de España, hasta que el ciclista nacido (1982) y residente allí lo puso en el mapa. Porque es allí, con los suyos, donde ha celebrado sus gestas deportivas. Y también allí ha penado y aguantado los reveses durante las 14 temporadas (2003 a 2017) de carrera profesional.
Hace 12 años, el jueves 30 de septiembre de 2010, un hotel de Pinto fue invadido por cámaras, micrófonos y decenas de periodistas de varios países. Habían sido convocados con urgencia por el propio Alberto la noche anterior. El presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI) avisó al ciclista español de que una cadena de televisión alemana iba a hacer público algo que él ya conocía: su positivo en un control antidopaje realizado durante el Tour celebrado ese mismo verano. El pinteño se apresuró a llamar a los medios de comunicación. Quería dar su versión detallada de los hechos. Y lo hizo durante casi tres cuartos de hora de comparecencia.
«Es importante enviar un mensaje claro y que sea difundido, tanto por mi bien como por el del mundo del deporte, porque esto es un problema social», dijo Contador a modo de preámbulo. «Esto es consecuencia de una muestra de clembuterol en un control realizado en el Tour de Francia el día 21 de julio por la tarde. Se trata de una millonésima parte de clembuterol (50 picogramos, el equivalentes a 0,00000000005 gramos por mililitro de orina o 0,05 nanogramos). La UCI me comunica la aparición de esta muestra el 24 de agosto por la tarde y el día 26 me reuní con el grupo médico de la UCI y le expliqué lo que había sucedido. Delante de mí, la propia UCI me confirmó que se trataba de un caso de contaminación alimenticia».
Ese mismo día, horas después de terminada la rueda de prensa, la web de 'L'Équipe' publicaba que la orina de Contador en la que el laboratorio de Colonia había detectado la ínfima cantidad de clembuterol contenía también restos de un componente plástico presente en las bolsas de sangre, lo que sería un indicio de una presunta autotransfusión dopante. El diario deportivo francés señalaba también que la UCI y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) habían encargado a un grupo de científicos alemanes la investigación de este caso.
Antes del Tourmalet
El 20 de julio de 2010, la decimosexta etapa del Tour finalizó en Pau, ciudad situada al suroeste de Francia. El día siguiente era el segundo y último de descanso en la ronda gala. Una jornada de relajación importante cuando solo restaban cuatro etapas para llegar a la meta final de París y, sobre todo, porque era víspera de la mítica subida al Tourmalet. Contador, líder de la prueba, y sus compañeros del Astana tenían que defender el jersey amarillo que portaba el corredor español.
El equipo kazajo se alojaba en un hotel de la afueras de Pau. Tras pasar por la ducha y por las manos de los fisioterapeutas, los corredores se aprestaron a bajar al comedor para reponer las fuerzas gastadas durante los 200 kilómetros de etapa. Es a partir de ahí cuando comienza el relato de lo sucedido, basado en los argumentos esgrimidos por la defensa de Alberto Contador durante todo el proceso y en las incontables declaraciones y entrevistas del propio deportista madrileño y de diferentes protagonistas.
El primer actor secundario de la película es Paco Olalla, cocinero burgalés muy relacionado con el ciclismo. Formó parte de la exitosa selección española comandada por Paco Antequera, y en 2010 era el jefe de los fogones del Astana en el Tour. «Un día antes de llegar a Pau, me llamó López Cerrón y me preguntó si necesitaba algo de España. Le dije que si podía, me comprara un par de solomillos porque la carne del hotel era muy mala», contó el propio Olalla.
El desarrollo de la trama gastronómica es curioso de principio a fin. Para empezar, el chef del hotel donde se hospedaba el equipo kazajo había prohibido la entrada en su cocina a Olalla, así que este tuvo que hacer la cena en la vitrocerámica del autobús del Astana. «La carne tenía un aspecto fabuloso. Estaba perfectamente envasada al vacío y en ningún momento se podía pensar que tuviera ninguna complicación». Sorprendentemente, no todos los ciclistas cenaron lo mismo. «Los corredores kazakos bajaron antes y comieron la carne del hotel –aseguró Olalla-. Estaba tan dura que 'Vino' (Alexandre Vinokourov) casi no la probó y solo cenó pasta».
Vinokourov dio negativo
En la rueda de prensa Contador confirmó y amplió lo sucedido: «Luego bajamos otros cinco ciclistas, entre ellos yo, que fuimos los que sí comimos la carne traída desde España y que, por cierto, estaba realmente buena Al día siguiente, el 21 de julio, en la jornada de descanso y tras el entrenamiento habitual de la mañana, me sometí a un control sanguíneo. Luego volvimos a comer más de esa carne y sólo tres horas después de tomarla pasé un control de orina. Ese mismo día es cuando se detecta la sustancia». Vinokourov fue el otro ciclista de Astana al que también le hicieron el mismo control de orina ese 21 de julio. El kazajo dio negativo.
El segundo actor secundario, ya mencionado, es José Luis López Cerrón. Fue ciclista profesional, director deportivo, organizador de la Vuelta a Castilla y León y actualmente preside la Real Federación Española de Ciclismo. Su narración, expuesta en numerosas declaraciones, comienza así: «Todos los años acostumbro a acudir al Tour un par de días. En julio (de 2010) decidí hacerlo en la jornada de descanso de Pau, porque era el lugar que me pillaba más cerca de la frontera española».
López Cerrón viajó en coche desde su ciudad, Valladolid. Afirma que estando ya de camino llamó a Olalla. «Paco estaba de muy mal humor porque en Pau les habían puesto en un hotel malísimo y encima no le dejaban entrar a la cocina. Me pidió un solomillo para los corredores porque dijo que allí la carne era muy mala. Yo ya estaba en la autopista, cerca de San Sebastián, y decidí salirme en Irún, antes de cruzar la frontera. No conocía esa localidad, así que aparqué el coche y comencé a dar vueltas hasta que di con una carnicería. Allí compré un solomillo entero (más de 3 kilos) de ternera ».
La parte final de la versión de López Cerrón difiere ligeramente de lo contado por Olalla y Contador: «El solomillo lo comieron todos los ciclistas menos Vinokourov, puesto que tenía mucha hambre y fue el primero en bajar al restaurante. Cuando llegó el solomillo cocinado a la plancha por Paco, él (Vinokourov) ya había terminado de cenar. Pilló un rebote de consideración».
Indignación del sector cárnico
Las «vueltas» de López Cerrón por Irún añadieron una inesperada y polémica pieza a este enrevesado puzle: la indignación del sector cárnico. Tiempo atrás, el clembuterol era utilizado para el engorde artificial –y pernicioso- del ganado, pero a partir del año 2000, a raíz de la famosa crisis de las vacas locas, se establecieron en España una serie de medidas de control agrupadas bajo el nombre genérico de «trazabilidad». Se trata de unos minuciosos procedimientos que permiten conocer la historia y la ubicación de un alimento en cualquier momento. Yendo al caso concreto de un solomillo, se puede saber de qué animal procede, dónde fue criado, con qué fue alimentado, qué tratamientos veterinarios recibió, dónde fue sacrificado, la edad y peso que tenía en el momento del sacrificio, dónde se vendió su carne y otros detalles como la temperatura o el pH de la carne.
Javier Zabaleta, responsable del establecimiento irunés donde fue adquirida la pieza engullida por Contador, manifestó de forma reiterada ese enfado de carniceros y ganaderos: «Mis proveedores de ternera son 100% nacionales desde siempre. Y el uso del clembuterol para engorde de ganado está prohibido en España desde el año 2000. Era imposible culpar a un solomillo, así que entonces cambiaron de táctica y pretendieron demostrar que me había confundido y que le había dado vaca en lugar de ternera. ¿Por qué? Porque sí que traigo algunas vacas del extranjero y hay países en los que se permite el uso de clembuterol en animales, aunque yo no compro allí».
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«Un abogado de Contador me dijo que tenía declaraciones de varios mataderos españoles que decían que era imposible obtener un solomillo de 3,2 kilos de una ternera de 280 kilos de canal. Yo le dije que no era así. Que depende de la raza del ganado, de la configuración del animal, del punto de grasa, de la destreza en el deshuesar... Y que yo era capaz de demostrarles que de una res de ese peso, si elegía yo las canales podía sacar un solomillo así», añadió el carnicero de Irún.
Los asuntos sensibles siempre pueden enredarse una vuelta más. Y así ocurrió en este caso. Resulta que en febrero de 2012 la Diputación de Guipúzcoa le hizo un homenaje de desagravio a Javier Zabaleta que, sorprendentemente, provocó las críticas de un sindicato agropecuario y de algún partido político. Al parecer, el famoso solomillo procedía de Salamanca, y de ahí la queja: «De hacer homenajes, debieran hacerse en primer lugar a los ganaderos vascos y, junto a ellos, a los carniceros comprometidos con la carne de nuestros caseríos y nuestras montañas».
Dos años de suspensión
Volviendo a la rueda de prensa del 30 de septiembre de 2010, Alberto Contador se reafirmó una y mil veces en su inocencia: «Estoy triste y decepcionado, pero con la cabeza bien alta porque con la verdad por delante se puede hablar alto y claro. Llevo un mes y medio tragándome esto, sin dormir. Mi familia no se enteró hasta ayer por la noche. No me preocupa que pongan en duda mis resultados en el Tour de Francia, yo sé cómo he hecho las cosas. Mi defensa son los controles que tengo; eso y la verdad son mi defensa. Confío en que la UCI y la AMA vean claramente cuál es el caso, independientemente de que tengan que cambiar la norma. No puedo tolerar que haya sanción, es intolerable». Pero sí la hubo.
El 6 de febrero de 2012 el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) le impuso dos años de suspensión. El organismo con sede en Lausana (Suiza) le quitó los triunfos del Tour 2010 y el Giro 2011, además de imponerle una multa de 2,5 millones de euros (el 70% de su sueldo anual). La sanción tenía carácter retroactivo desde el 25 de enero del 2011, así que el ciclista de Pinto no pudo volver a competir hasta el 6 de agosto de ese mismo año 2012.
Tras revisar más de 4.000 páginas de documentación, el TAS emitió un comunicado donde señalaba que «a diferencia de otros países, especialmente de fuera de Europa, España no es conocida por tener problemas de contaminación cárnica con clembuterol. Además, no hay casos de deportistas que hayan dado positivo por clembuterol y estén relacionados con el consumo de carne en España».
El tribunal concluyó que tanto la contaminación por carne como la transfusión sanguínea son, «en teoría, explicaciones posibles, pero ambas resultan improbables». De ahí que considerase como la razón más probable del dopaje «la ingestión de un suplemento alimenticio contaminado». Traduciendo al TAS, que Contador habría tomado algo prohibido sin nada que ver con el famoso solomillo.
Conocida la resolución, Contador convocó de nuevo a la prensa en el hotel Las Artes de Pinto. A su lado, Bjarne Riis, director del que entonces era su equipo, Saxo Bank, cuyas declaraciones se resumen en una frase: «Creo en Alberto y en su carrera».
El discurso del ciclista español fue idéntico al de 2010, y es el mismo que sigue pronunciando cada vez que se pone delante de un micrófono o cámara: «Tengo un sentimiento de decepción enorme, de desilusión. Ha sido durísimo y no se lo deseo a nadie. Ha habido especulaciones y filtraciones. Ha sido un calvario, pero más duro si cabe ha sido ver a toda mi familia, el sufrimiento que ha tenido que pasar por todo de lo que se me estaba acusando, algo que va en contra de los valores que se me han inculcado siempre».
«Estoy en desacuerdo con la resolución. No comprendo la sanción. Llevo meses haciendo todo lo que está en mis manos para demostrar mi inocencia. Hasta pasé cinco horas en el polígrafo como si fuera un delincuente. A cualquiera que lea la sanción le quedará claro que no me he dopado, pero se me pone la pena máxima, dos años de sanción, una multa y me quitan las victorias. Voy a seguir en el ciclismo, de una forma limpia, como lo he hecho siempre. Ahora mi estado de ánimo es bajo, pero esto me va a hacer más fuerte», concluyó.
En diciembre de 2012, Alberto Contador y la UCI anunciaron que habían alcanzado un «acuerdo amistoso» para el pago de la multa impuesta por el TAS y dieron por cerrado el asunto. Meses antes, el ciclista de Pinto había ganado su segunda Vuelta a España. Y en 2014 sumó la tercera victoria en la ronda española, que completa un palmarés de dos Tour (2007 y 2009) y otros tantos Giro (2008 y 2015).
Después de colgar la bicicleta, confesó que en 2010 había decidido no comer más carne de ternera. Sin embargo, «en febrero de 2018 me llegó una carta de la UCI que me informaba de que ya estaba fuera del sistema y no tenía que seguir pasando controles antidoping. Desde ese día me he puesto ciego a chuletones, solomillos... Estuve ocho años sin probar un gramo de carne roja, así que ahora estoy recuperando el tiempo perdido». Y hablando de carne, otra reflexión de Contador en 2019: «Es curioso: nadie más ha vuelto a ser sancionado por clembuterol. Ha habido ciclistas que han dado, pero no pasó nada».
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