La movilización histórica de la afición del Atlético para recuperar su escudo

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El Atlético consultará a sus socios sobre la vuelta al escudo verdadero

Lorena Gamarra

El resultado no será vinculante y será el club, partidario de mantener el nuevo, quien tome la decisión final. Los votos de aquellos aficionados que no voten contarán para la postura de la entidad

Este fin de semana, en apenas 32 horas, 61.021 socios del Atlético de Madrid dirigieron la misma frase a Miguel Ángel Gil Marín: «Usted, no pise ese escudo». Era una consulta no vinculante, aprobada por la comisión social y convocada apenas con unas horas de margen, en la que la afición colchonera, comandada por un sentimiento, ganó por goleada.

Ni las previsiones más optimistas podían esperar que en una convocatoria exprés, sin ninguna publicidad del club más allá de un mail a los socios (no hubo ni una sola referencia en todas las redes sociales de la entidad), hubiera una respuesta tan masiva. Más de 61.000 personas... De haber sido un partido, no habrían cabido en el eterno Vicente Calderón.

Pero es que en realidad era un partido. Más que un partido, de hecho. Este fin de semana jugaba el Atlético de Madrid y su hinchada lo sabía. Era una oportunidad que llevaban esperando más de seis años, desde que en diciembre de 2016 el club anunciase en un acto también sin publicidad (el motivo de la cita era otro) que, ya que se ponían a extirpar, al aficionado rojiblanco le iban a arrancar de una su estadio y su escudo. Dos matrimonios de más de 50 y 70 años disueltos en un mismo pack. Y sin un «tenemos que hablar» de antesala. Decisión unilateral y sin anestesia. Y dolió. Dolió mucho y a mucha gente. Y durante los seis meses que le quedaron de vida al Calderón un cántico se instaló en las gradas: «¡El escudo no se toca!».

Es cierto que en la nueva casa, y ya sin el escudo en el pecho, la protesta se acalló durante mucho tiempo. Asunción, resignación o quién sabe si algo más. Sin embargo, siguió viva en la mente y en los corazones de miles, que incluso hacían campañas de «boicot al logo».

El germen de la revuelta nunca se marchitó, sólo necesitaba el caldo de cultivo propicio. Y se cocinó en el último año. Un Paseo de las Leyendas cuya denominación hacía daño a la vista con la presencia de algunos futbolistas cuyo único mérito fue vestir la rojiblanca 100 partidos, otros que sí hicieron honores en su día, pero que los mancillaron con declaraciones irrespetuosas y desmemoriadas; y una retahíla de camisetas a cual más irreverente con las rayas maltratadas: rasgadas, moteadas y, por último, torcidas.

Y el escudo seguía ahí. O, mejor dicho, no seguía. Así que justo hace un año el club atendió diversas reivindicaciones añejas de su masa social (entre ellas de la Unión Internacional de Peñas) y creó una comisión social con representantes de diferentes sectores de la afición. Su razón de ser, debatir aspectos relativos a la identidad, la historia y los símbolos del Atlético de Madrid. Y no hay mayor símbolo que el escudo.

En todo este clima de revuelo social, llegó un penoso arranque en lo deportivo. El ingrediente que faltaba. «¡El escudo no se toca!» volvió a extenderse con fuerza en las gradas, pero no se trató en la comisión, lo que hizo que el representante del Fondo Sur se saliera de la misma. Hubo incluso una huelga de animación que se prolongó varios partidos y la falta de unión de las cuatro patas (directiva, cuerpo técnico, jugadores y afición) era tema recurrente de Simeone en cada rueda de prensa como local.

El club postergó el asunto con la excusa de que los objetivos deportivos estaban en juego, pero la temporada acabó y se abordó lo inaplazable. Una consulta, aunque no vinculante, y con una letra pequeña que hizo a la afición levantarse en armas: Si no consideras «relevante» plantear un nuevo cambio de escudo «no es necesario que hagas nada». El club pretendía apropiarse de la abstención como un no al cambio.

Pero el sí atronó con tal fuerza que ni la abstención puede hacerle sombra. 61.021 síes. Sin contar con los de trabajadores (gesto que no hizo gracia en el club) tan significativos como el capitán Koke (a los pocos minutos de conocerse la consulta subió una foto suya besando el escudo), Simeone (la publicó justo a la hora que comenzaba la votación el sábado) o Fernando Torres. Muchos jugadores de la primera plantilla (Oblak, Griezmann, Saúl, Giménez, Savic...) e infinidad de leyendas como Futre, Gabi y Kiko se sumaron a la causa.

No se podía mirar para otro lado. Y cerca de la medianoche Gil Marín anunciaba que habría una consulta vinculante (todavía se desconoce el cómo y el cuándo) y su compromiso a cambiar el escudo si así lo decidía, otra vez, la masa social (ya en la consulta había que confirmar hasta por tres veces que considerabas «conveniente» el cambio de escudo).

Aunque no era de redes sociales (ni falta que hacía) seguro que Luis Aragonés habría hecho llegar a los suyos estos días el «y usted, no pise ese escudo». Porque esa respuesta que han gritado los 61.021 es el Atlético de Madrid: rebeldía, inconformismo, chulería castiza, identidad, orgullo, sentimiento... Aunque, por descontado, sean muchos los que no lo pueden entender.