Carolina Marín, hacia la leyenda

« Llego en el mejor momento, mucho mejor que para los Juegos . Lo que quiero es divertirme y dar mi mejor bádminton», avisaba un día antes de viajar a Glasgow. Eso sí, no se permite ningún desliz de cómo ha sido su preparación ni de qué detalles ha mejorado. «Siempre hay una nueva Carolina para las grandes competiciones porque, si no, las rivales me tienen muy estudiada y saben todo de mí, hasta el mínimo detalle, y por eso siempre tenemos que sorprender». Sabe que todo lo que dice la campeona olímpica es traducido a los idiomas de sus rivales. Y solo se concede catalogar el camino como más duro incluso que el que llevó hasta Río 2016.

De nuevo, su entrenador Fernando Rivas , y el resto del equipo, idearon un plan minucioso y muy exigente para atacar esta nueva hazaña mundialista. «La veo mejor que en Río, pero hay que saber cómo están las demás. Se trata de que esté mejor que las rivales, no solo mejor que la Carolina de los Juegos. Aunque todo lo que aprendimos lo hemos mejorado y los análisis indican que su estado de forma es óptimo . No obstante, hay que seguir con la misma disciplina», analizaba Rivas.

Y para ello, Marín se obligó a una preparación física, mental, técnica y táctica que la han llevado a empujar un poco más allá los límites de su resistencia. «Sabíamos que teníamos que mejorar porque las rivales no se iban a quedar paradas. Hay mucho de la Carolina de los Juegos, pero también es distinta », observa Marín sin desentrañar nada más. Se verá en la pista.

Ha incluido en su rutina de entrenamientos más horas de fisioterapia para adaptar su cuerpo a un mayor movimiento en la pista, ya ha añadido exigentes ejercicios contra dos sparrings de nivel, como Clara Azurmendi y Quique Peñalver , para pulir algunas deficiencias que solo el ojo más experto puede observar, y mejorar lo que ya estaba bien. Todo movimiento se registra para su posterior análisis, ya con Anders Thomsen , el segundo entrenador de Marín.

Pero no solo ha modificado su exterior, su juego, su fuerza. Con 24 años, Marín tiene sobre sus espaldas el orgullo de un oro olímpico, dos mundiales y tres europeos , una carga que, lejos de pesarle por presión, la impulsa con ambición. Su cabeza ha aprendido a superar los baches anímicos, como este principio de curso en el que no acababa de rematar los torneos a pesar de lograr su tercer europeo. Tambiénesos dolores que ya su cuerpo tiene tatuados por la exigencia del deporte de élite;e incluso esa falta de motivación después de tocar el cielo de Río con las manos.

Una piedra que ha combatido, como siempre, en equipo, pues también Rivas pasó por ese obstáculo mental que impide ver más allá del cegador reflejo del oro olímpico. « Después de ese subidón tremendo hubo un bajón enorme . Intentamos volver a motivarnos, pero no ha sido fácil. Debíamos buscar nuevos caminos porque si nos centrábamos en solo ganar o perder, el trabajo dejaba de tener sentido. Encontramos que la satisfacción está en el camino:evaluar, mejorar, controlar el proceso, que es lo único que puedes manejar. Si vivíamos solo por el resultado, el brillo de la medalla es efímero», se expresó el entrenador.

Por todo lo que ya ha conquistado en el mundo del bádminton, Marín está exenta de la primera ronda, por lo que debuta el miércoles contra Natalia Perminova o Pui Yin Yip , ambas, a priori, asequibles por ranking. A partir de allí, las mejores raquetas, con más ganas que nunca de encontrar un resquicio en la férrea armadura física, mental y técnica de Marín. Pero Marín tiene un plan que comienza hoy:ser la mejor de la historia. Y ya está en camino.