Un día en los ensayos de la Jonde: Así sucede el milagro de la joven orquesta
Mientras que los músicos de la Joven Orquesta Nacional de España ensayan junto al director Vasily Petrenko antes de la gira, hay todo un equipo detrás que vela por la Jonde y esquiva cualquier imprevisto en lo escondido
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Para que el milagro de la Jonde ocurra, hacen falta los músicos, cierto, pero también un equipo detrás que confíe y crea en el proyecto. Esta orquesta lleva más de 40 años formando a jóvenes músicos con el fin de verlos años después a ... las mejores orquestas del mundo. ¿El secreto? Un gran equipo, confianza en el proyecto y, una vez más, el milagro de la música.
9.00 horas. Desde primera hora de la mañana, Paco Martín, gerente de producción, llega pronto al auditorio para situar cada instrumento en su lugar en el escenario. Desviste las arpas y corrige la disposición de las sillas, taburetes y atriles. Por aquí ha visto desfilar a jóvenes músicos que luego han brillado por el mundo como Gustavo Gimeno, actual director titular de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, que fue percusionista durante su paso por la Jonde. «No se me escapa uno», reconoce tímidamente Martín. Son casi 30 años en esta casa. Conforme se acerca la hora del ensayo y los chicos comienzan a entrar por las puertas del Auditorio de Zaragoza, todos saludan cariñosamente a Paco, conocido entre ellos como 'Paco Jonde'.
Conforme los chicos van sentándose en sus sillas del escenario, Paco se desplaza a acompañar al maestro desde su camerino hasta la puerta por donde entra a la sala Mozart. Bromea con él, aunque al mismo tiempo no pierde en ningún momento el respeto hacia su figura. Conforme termina de revisar que están todos sentados y que llegan los últimos rezagados a su lugar, Paco avisa: «Adelante, maestro». Y allí, conforme se celebra el milagro de la música, Paco se dirige a una sala. Allí, el equipo técnico de la Jonde ha organizado un despacho provisional. Son muchos días fuera y tienen que continuar su trabajo pese a que están preparándose para la gira. A su lado está siempre Alberto Rubiato, ayudante de producción, velando que todo se desarrolla como toca.
10.00 horas. Para garantizar que los jóvenes acceden a la mejor formación posible, hay todo un equipo artístico que dedica horas y horas a elegir qué piezas son fundamentales para el estudio de los chicos y qué directores musicales pueden ayudarles a sacar lo mejor de ellos. En la sala de trabajo se encuentra Saulo Muñiz, coordinador artístico, que durante estos días tiene que seguir preparando los próximos encuentros así como los del curso que viene. A su lado está Isabel Imaz, que vela por llevar la imagen de la Jonde a todos los rincones posibles.
En el otro compartimento, más allá de los camerinos donde descansan las fundas de los instrumentos y las mochilas de los jóvenes, hay un pequeño despacho ocupado por Ana Comesaña, directora artística desde hace cinco años. Su confianza en el proyecto es férrea. Es consciente del legado que ha asumido. Un legado que recoge el buen trabajo de muchos músicos, pero que corre peligro si no se cuida. «La clave de nuestro ideario es preservar a la orquesta como un hecho humano fundamental, como una manifestación cultural humana de primer orden. Hay que preservarlo y fomentarlo y que en esta era en la que vivimos no desaparezca», reconoce la directora mientras hace un parón en su jornada. Cada año la Jonde realiza tres encuentros, pero este año se han visto obligados a hacer dos. Los precios de desplazamiento y alojamiento se han encarecido, y sin embargo, siguen contando con el mismo presupuesto de hace unos años. Por ello, ese es inviable realizar otro encuentro más. «Los jóvenes prefieren hacer dos encuentros con una gira a los auditorios más importantes, que hacer tres y que se reduzca el nivel».
12.30 horas. Mientras los músicos ensayan con el director Vasily Petrenko, maestro invitado para este encuentro, hay un hombre que escucha sigilosamente desde una de las butacas de la sala Mozart. El maestro le mira y este hace un gesto de afirmación desde su sitio. Es David Fernández, director asistente. Este joven cordobés comprueba desde los distintos puntos de la sala que la acústica es correcta y tanto la obra como los instrumentos se aprecian como se debería en todo el lugar. Durante estas dos semanas en Zaragoza, los jóvenes han estado ensayando por familias. Viento madera con los profesores Darío Mariño y André Cebrián, violonchelos con Damián Martínez, violas con Josep Puchades... y así con todos. Tras ello, han hecho un 'tutti' junto a David Fernández durante unos días, antes de que llegara el maestro Petrenko.
14.00 horas. Una vez terminados los ensayos de la mañana, los músicos y el equipo se marcha a comer y, mientras tanto, Pedro Téllez Cámara, el archivero de la Jonde, revisa que las partituras están en perfecto estado. Es el verdadero guardián de esos documentos, que son alquilados y que se utilizan solo para esta gira. Por eso los artistas, mientras reciben las correcciones del maestro, apuntan con su lápiz cada matiz y se lo vuelven a colocar detrás de la oreja.
Los jóvenes que pasan por esta casa solo pueden estar un máximo de dos años. Sin embargo, de cara al público, tienen la obligación de mostrarse como una orquesta estable, de alto nivel, capaz de adaptarse a los cambios continuos de músicos sin que eso repercuta en la calidad. No es fácil. «Levantamos una orquesta de alto nivel en dos semanas. Tiene muchos estratos. La organización tiene que funcionar para que nada reste energía al trabajo sobre el escenario, el perfil los jóvenes músicos integrantes tiene unas determinadas características, y el perfil de los profesores que vienen a los ensayos también», reconoce la directora. Durante el año forman a los músicos, pero Comesaña es consciente de que tocar en los auditorios es fundamental. «Los artistas pueden ensayar mil veces, pero hasta que no pisas el escenario y estás rodeado de público, no estás en la verdadera situación real».
17:00 horas. Después de haber descansado, el equipo se reúne para hablar sobre la gestión de la gira que está a punto de suceder. Tienen que comprobar que todos los movimientos están establecidos en la hora correcta, que los autobuses serán puntuales y se desplazarán a las horas indicadas a los distintos lugares que van a visitar. No es fácil porque la Jonde depende de muchas personas e instituciones. Hay algunos auditorios que lo ponen todo más fácil, pero hay otros que requieren de más atención e insistencia. Pese a que todo está preparado con tiempo, cualquier imprevisto puede suceder.
En la reunión está todo el equipo, también Angelo Chiu Lee, responsable del departamento académico, junto a Andrea Ceballos, y Ainhoa Lucas, gerente de la Jonde. Ambos velan por el correcto funcionamiento de la Jonde, y ahora, también de la gira.
«Es fundamental tratar a los jóvenes como adultos en una orquesta. Hemos hecho un esfuerzo grande en aumentar el nivel de exigencia en ese sentido. Desde que haces la solicitud para formar parte de la Jonde ya se vienen sobre ti una serie de responsabilidades y de actitudes que se esperan de ti. Incluso el propio proceso de selección», reconoce la directora. Hay obligaciones para los músicos de todo tipo y se les exige una diligencia desde la comunicación hasta la responsabilidad de traer aprendida la obra. «Su responsabilidad es extra porque saben que sin ellos la orquesta no puede funcionar. Si llegan tarde, perjudican a más de 100 músicos, al maestro y a todo un equipo que está haciendo un gran esfuerzo», reconoce Isabel Imaz.
19:30 horas. Los jóvenes están terminando el ensayo y aunque hay algún bostezo o gesto de sueño, todos ellos siguen al pie del cañón dando lo mejor de sí mismos porque están a un solo paso de comenzar la gira. «La gira requiere de mucho trabajo. Cada concierto es mejor que el concierto anterior pero para mí es más complicado. No sé por qué, si son conflictos mentales o algo parecido, pero el tercer y el cuarto concierto es un gran reto», reconoce Vasily Petrenko tras el ensayo. El maestro reconoce que las giras son fundamentales para trabajar los aspectos formales y también sociales. El encuentro que hacen cada año en enero les exige estar aquí durante la noche de Reyes. De modo que tienen que celebrarlo como una familia en Zaragoza. Ana Comesaña tiene claro por qué los chicos deben vivir con ese espíritu su paso por la Jonde: «Es un ecosistema ideal para que puedan llevarlo luego a la orquesta en la que estén en un futuro».