60 años del primer disco de los Beatles: las 10 horas y 400 libras más trascendentales (y rentables) de la historia del pop
El 22 de marzo de 1963 vio la luz 'Please Please Me', el álbum que lo cambió todo para siempre
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Nacho Serrano
Comparando los 14 años y 13 millones de dólares que empleó Axl Rose en grabar 'Chinese Democracy', con las 10 horas y 400 libras que les bastaron a los Beatles para hacer lo propio con su primer disco, y escuchando los resultados de ... uno y otro, se debería poder decir con toda justicia que en esto del pop, lo bueno, si breve dos veces bueno. Es cierto que hay grandes obras maestras que tardaron en hacerse trescientas, setecientas o mil veces lo que se tardó con 'Please, please me', y de hecho es raro encontrar algún lanzamiento discográfico que no haya requerido unos meses de grabación como mínimo. Pero escuchar el primer disco de los Beatles con ese dato en mente, debería dar vergüencita torera a muchas estrellas del mainstream actual.
¿Cómo es posible que el disco más trascendental de la historia del pop se gestase así, deprisa y corriendo? Hay varias razones. La más obvia, que los cuatro de Liverpool aún sólo era un fenómeno en ciernes y no estaban cubiertos de oro. Pero también influyó la urgencia en sus vertientes económica y creativa: la del manager Brian Epstein por poner a funcionar cuanto antes a su gallina de los huevos de oro, y la de Lennon y McCartney por dejar salir todas las maravillas que llevaban dentro.
Tras el éxito del primer single del grupo 'Love me do' / P.S. I Love You' a finales de 1962, que entró en el Top20 de las listas de ventas británicas, Epstein se apresuró a lanzar otro más el 11 de enero de 1963, con 'Please, please me' en la cara A y 'Ask Me Why' en la B (luego sustituida por 'From Me to You' en una segunda edición en 1964). Ver cómo esta vez superaban la barrera del Top10 (llegarían al número uno en cosa de un mes) hizo que el sonido de una caja registradora retumbase en la cabeza del ambicioso manager, que ordenó a los Fab Four la creación inmediata de un álbum completo.
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Tenían que llegar hasta las catorce canciones para cumplir con el canon de elepé de la época, y sólo tenían cuatro. Así que faltaban diez temas. Pero Epstein se empeñó en sacarlos deprisa, corriendo y sin gastar mucho dinero, cosa que con los Beatles no tenía por qué ser sinónimo de cutrerío. De hecho estuvo a punto de grabarlos en The Cavern, la sala de conciertos de Liverpool donde nació el mito, para capturar su esencia. «Había estado en The Cavern y había visto lo que podían hacer: conocía su repertorio, sabía lo que podían hacer», declaró Epstein en el documental 'Anthology'. Y por supuesto que podían. Pero la fiabilidad de los sistemas de grabación de 1962 en un minúsculo antro abovedado, eso ya era otra historia. Así que intentaron recrear esa atmósfera en un estudio alquilado por 400 libras, con el productor George Martin a los mandos.
«Lo que grabé fue una interpretación sencilla de su repertorio de directo: como si fuese una retransmisión radiofónica, más o menos», diría Martin acerca de aquella estajanovista jornada de trabajo del 11 de febrero de 1963. Fueron diez horas y pico de sesión en las que grabaron, por este orden desde primera hora de la mañana, 'There's a Place' y 'I Saw Her Standing There' antes de comer, 'A Taste of Honey', 'Do You Want to Know a Secret' y 'Misery' por la tarde, y ya después de cenar, 'Hold Me Tight', 'Anna (Go to Him)', 'Boys' y 'Chains' dejando para el final 'Twist and shout' porque Lennon se estaba quedando sin voz, y tenía que reservarse para los chillidos de la famosa tonada de Phil Medley y Bert Russell popularizada por The Isley Brothers.
A esas horas de la noche, Lennon ya estaba prácticamente afónico y las pasó canutas para dar el do de pecho, tal como confesaría él mismo: «Grabar 'Twist and shout después de más de diez horas en el estudio casi me mató». «Estuvo chupando zoobs todo el día, esas pequeñas tabletas para la garganta», recordaría Paul. «Tenía la garganta destrozada, se nota al escuchar el disco pero le salió genial».
También estuvieron a punto de incluir 'Bésame Mucho' porque los Beatles amaban la versión de los Coasters, pero Martin insistió en que la mencionada 'A Taste of Honey', una composición de Bobby Scott y Ric Marlow que habían estado tocando últimamente, quedaría mejor en el repertorio. Otra canción con la que estuvieron trasteando aquel día, y que finalmente fue rechazada, fue 'Keep Your Hands Off My Baby' de Gerry Goffin y Carole King.
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John, Paul, George y el recién llegado Ringo cobraron siete libras por cada sesión de tres horas, lo que estipulaba el convenio de músicos. Y con tres sesiones les bastó para parir el álbum que cambió el devenir del pop. Ellos siempre han dicho que ese primer disco es lo más cercano a cómo sonaban en su legendaria época de Hamburgo, pero George Martin se encargó de desmitificar: «El sonido en vivo de 'Please, please me' fue más fruto de la necesidad y de lo novatos que eran grabando, que de una elección minimalista consciente». En cualquier caso, tal como afirmó el biógrafo de los Beatles Mark Lewinshon, «fueron los 585 minutos más productivos en la historia de las grabaciones musicales».
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