Elísabet Benavent: «Soñaba que me caían cajas de libros encima porque no se vendían»
EL VERANO QUE DI EL PELOTAZO
Publicó su primera novela porque sus amigos la empujaron y hoy es una de las autoras del género romántico con más éxito de España
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Iniciar sesiónAdvierte Elísabet Benavent que ella no es la protagonista de su último libro aunque lo parezca. Pero su vida, sin duda es digna de novela. Lean aquí uno de los capítulos centrales de su biografía. Nos lo ha contado ella: unos amigos están insistiéndole ... para que publique lo que escribe, pero ella, tímida, reservada, dice que no. «Yo no quería, no me quería arriesgar, me daba mucha vergüenza, escribía para mí, para divertirme, no me planteaba publicar. Unos amigos se enteraron de que escribía, lo leyeron y me dijeron 'tienes que moverlo y demás', y me presionaron bastante hasta que cedí».
Al final, logran convencerla y la joven autora, entonces secretaria de dirección en una Big Four, se autoedita. Pura «presión social», dice ella. En Amazon. Febrero de 2013. La saga 'Valeria' acaba de ver la luz y todo se precipita. Primeras ventas. Siguientes ventas. Llamada en abril de la que hoy sigue siendo su editora. 4 de septiembre de 2013, primer libro en librerías. «Ese día mi sobrino cumplía 3 años», dice.
Ella tenía 29 años. Hoy, aún menor de 40, es una autora de novela romántica consagrada en el top de 'best sellers' en España. Lleva vendidos más de cuatro millones de libros y ha sido traducida a idiomas como el francés, el inglés -que le hizo especial ilusión- el ruso, el turco, el serbio, el croata, el eslovaco… Tiene fans a ambos lados del Atlántico y siempre tiene una maleta «a medio hacer o a medio deshacer». Pero dice, con esa voz alegre, clara y nítida suya con la que responde a nuestras preguntas en este caluroso julio madrileño, que a veces, aún no se lo cree.
OTROS PELOTAZOS DEL VERANO
Suele pasar con los sueños. Porque de niña Elísabet soñaba con ser escritora. Enhorabuena. «Gracias». Y sin embargo, en la vida de Benavent hay que hablar también de pesadillas. Llegó justo cuando se convirtió en escritora, aunque por entonces aún seguía trabajando en la consultora -tardó un año en dejar el puesto-. Las eternas dudas:
Pero, ¿sus amigos ya le avisaron de que iba a ser la bomba?
No, no… estábamos todos bastante sorprendidos. Me dijeron 'va a funcionar muy bien, ya verás'. Pero yo nunca lo tuve claro. Es más, me pasé mucho tiempo soñando que me caían cajas de libros encima porque la editorial no los vendía y me los tenían que enviar a casa. Sí, soñaba que tenía toda la casa llena de libros por abrir y se me iban cayendo encima.
Todo influyó. «Aquel septiembre salió mi primer libro de 'Valeria'. Luego, el resto [son cuatro en total y ya los tenía escritos] con una diferencia de tres semanas entre libro y libro», recuerda. La editorial lanzó unos 15.000 ejemplares. «Es muchísimo para un autor novel», y lo dice cómo si aún le diera vértigo. «Supuso mucha presencia de libros en las librerías y eso facilitó la bola de nieve que se creó con Valeria». Le pedimos que defina bola de nieve: «Fue una bolita que cayó y fue creciendo y creciendo hasta que unos años después en 2018 firmé un contrato con Netflix». Valeria ha tenido radio novela, serie… Y su autora ya lleva publicados 21 libros.
«De pequeña escribía historietas y se las leía a mis amigas. Éramos las protagonistas»
Por el camino, aprendizaje y otras cosas: «Siempre digo que una de las primeras cosas que aprendes o deberías aprender en este mundo es que uno sabe dónde está hoy pero no dónde va a estar mañana. El mundo creativo es muy volátil, no hay certezas. Quizá por exceso de celo por mi parte, de ser muy cauta, siempre he tenido un poco de dificultad para creer todo lo que está pasando o, quizá, no de creerlo pero sí de disfrutarlo al cien por cien».
Con el tiempo, todo se ve de otra manera: «Era una angustia como de que iba a salir mal. Y lo que tenía que haber pensado era: ¿qué es lo peor que puede pasar? Que no se vendan? Pues bueno, tampoco hay peligro de muerte».
Hoy se ríe, con una risa contagiosa, de la mujer que fue hace diez años. Y recuerda con cariño cómo, realmente, ya se había entrenado para ese momento: «De pequeña escribía historietas y se las leía a mis amigas. Éramos las protagonistas. Nos juntábamos los fines de semana para leerlas».
¿Lo siguen haciendo?
No, tengo la grandísima suerte de que mis amigas no me leen, así no pueden saber cuánto les robo de su vida.
Venga ya. Explíquelo.
Coincide que a ninguna de mis amigas les gusta demasiado leer este género. Sí que es verdad que algunas sí han leído todos los libros y se ríen mucho porque pueden ver lo que he cogido prestado de la vida de las demás.
¿Tienen cuidado con lo que le cuentan?
Un poco, pero nada que no arreglen un par de botellas de vino. Pido permiso siempre.
¿Cómo ha cambiado el amor desde hace diez años?
Este septiembre haré una década en el mundo editorial. El amor se ha vuelto, creo, más realista. Si hay algo que me gustaría quedara claro es que yo escribo entretenimiento. El entretenimiento forma parte de nuestra vida, pero está muy denostado. Hay una carga detrás como que no puede ser de calidad. Pero uno se esfuerza al máximo para que su trabajo sea de calidad. Y aquí también puede haber pildoritas que queden en la cabeza de la gente, sobre todo de la más joven, que coge un libro. En estos años yo he ido descubriendo cómo muchas cosas que dábamos por hecho que eran románticas entraban dentro de un funcionamiento bastante tóxico de las historias de amor. Ahora soy más consciente de que el verdadero romanticismo no es tan grandilocuente, sino más mundano. Y para mí es muchísimo más bonito.
¿Una cosa son las mariposas y otra el amor de verdad?
Sobre el amor seguimos aprendiendo cada día, no creo que haya una definición correcta o incorrecta del amor. Cada persona lo vive de una manera. Pero esas mariposas son una primera fase, el enamoramiento dura lo que dura y luego el amor maduro viene después de las mariposas, aunque no tiene por qué eliminarlas.
El estilo de la novela romántica de Benavent se conoce en el mundo anglosajón como 'chick lit' -de chica y literatura-, y se encuadra en una era de historias postfeministas que inauguró el 'El Diario de Bridget Jones', de Helen Fielding. Hubo un antes y un después en el papel de la mujer. «En las novelas románticas de antaño, la mujer tenía un papel superpasivo. Era el de deseada y seducida. Ahora mismo, la protagonista femenina tiene sus propias prioridades entre las que puede estar o no el amor, diferentes formas de plantearse la vida. Antes era mujer seducida por el caballero fuerte, se casa y tiene hijos y ahora ellas pueden decidir todo. Es una mujer que tiene prioridades en el trabajo, con sus sueños, sus aspiraciones. Y sobre todo, se pone mucho más foco en el deseo femenino y en el placer femenino», desgrana la autora.
No, y no es una cuestión de comodidad. Me he dado cuenta de que mi trabajo me hace feliz
¿Se plantea Elísabet Benavent un cambio de registro?
No, y no es una cuestión de comodidad. Me he dado cuenta de que mi trabajo me hace feliz. En diez años pasas muchas fases, te haces muchas preguntas. Ahora estoy viviendo una luna de miel con mi trabajo, me he vuelto a enamorar de él y me estoy divirtiendo.
Su última novela, titulada 'Cómo (no) escribí nuestra historia', dice, es «un trampantojo». Insiste en que no habla de ella. «Podría parecer que hablo de mí porque la protagonista es una escritora de novela romántica que está en una crisis creativa provocada por una crisis personal». Además, qué cosas, «se ha hecho famosa con la saga Valentina». Pura casualidad, pero es todo un juego. El de las redes sociales, donde «parece que lo que se muestra es lo que es». Cualquiera, dice, «puede crear ficción a partir de la realidad». Una queja: «Muchas veces a las escritoras de romántica se nos presupone no sé si una falta de imaginación, pero se supone que escribimos sobre nuestra propia vida…».
Habría que tener una vida amorosa un poco estresante, ¿no?
Estaría ocupadísima. Mi vida es bastante más anodina.
Por cierto, ¿qué han dicho después aquellos amigos?
A veces me dicen eso de 'la que has liado pollito'.
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