Los dos bandos enemigos de la SGAE se rearman para otras elecciones a cara de perro

De un lado, el guionista Antonio Onetti, presidente estos cuatro años con el apoyo de las multinacionales. Está al frente de la candidatura Plataforma Autoral, que presenta listas en tres de los cuatro colegios que forman la junta directiva de la SGAE. Del otro lado, José Miguel Fernández Sastrón, presidente entre 2016 y 2018 que ha reunido a un grupo de autores perjudicados por el cerrojazo a la música nocturna –y a algunos rebotados del caso Rueda– bajo el nombre de Creacción y la candidatura amiga de Somos Gran Derecho. El sistema de listas cerradas por el que se ha optado para estas elecciones ha provocado un reagrupamiento entre los dos bandos enemigos de la SGAE. Este lunes termina la votación telemática y el jueves día 21 serán las votaciones presenciales.

La candidatura de Onetti ofrece continuidad tras aportar «estabilidad» a una SGAE «agonizante», como dice Plataforma Autoral. «Entre 2011 y 2020 se habían sucedido en tres legislaturas seis presidentes, seis directores generales y cinco secretarios generales, producto de la inestabilidad y enfrentamientos internos en los que habían hundido a la entidad. Como resultado, la SGAE sufría un desprestigio y falta de credibilidad generalizado, tanto entre las instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales, como entre la opinión pública y los propios socios», dice la campaña. Onetti vende como gran mérito también haber recuperado en 2022 y 2023 los mayores niveles de recaudación, hasta los 350 millones, y avanza que en 2024 se llegará a la mayor cifra de toda la historia.

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Su decisión más controvertida ha sido el enésimo cambio del modelo de reparto, con un sistema que beneficia a la música emitida en televisión en horario de máxima audiencia y entierra aquella primacía de la franja nocturna. «Hubo épocas en las que hasta un 70 por ciento de todos los derechos de autor que se generaban en la parrilla televisiva se iban a la música que se ponía entre las 2 y las 7 de la mañana cuando había entre el 1 y el 2 por ciento de la audiencia», dice Onetti, en declaraciones a ABC. Muchos autores, que se han reunido bajo el liderazgo de Fernández Sastrón, denuncian que así salen beneficiadas las multinacionales. «Nosotros lo que predicamos es un reparto justo, que es lo que pidió el Ministerio de Cultura. Estuvieron a punto de cerrarnos la SGAE», responde Onetti.

De aquel sistema de la franja nocturna derivó el escándalo de la Rueda, que consistía en la reutilización de obras de dominio público con ligeros cambios para cobrar por su emisión. Las editoriales televisivas aprovecharon también para emitir música (a veces música casi inaudible) de facturación propia para recuperar parte del dinero que tenían que pagar a la SGAE. Se habló de un fraude de cien millones. El caso se judicializó y provocó un escándalo mayúsculo, con amenazas de cierre incluidas por parte del Gobierno, pero el pasado mes de mayo, ocho años después, la Audiencia Nacional archivó la causa sin siquiera llegar a juzgarla. El juez no apreció indicios suficientes contra los investigados. «Han sido absueltos de la comisión de delitos. Esto no significa que lo que hicieron fuera legítimo ni justo», sostiene Onetti.

En la candidatura de Fernández Sastrón, en cambio, opinan que cuatro años más de Onetti significarán el fin de la SGAE. En la presentación de Creacción se habló de los planes de la actual dirección de vender la histórica sede del Palacio de Longoria e incluso se dudó de la limpieza de las elecciones. Sobre Onetti y su anterior director general, Adrián Restrepo, pesa una querella por estar relacionados con una trama que supuestamente falsificó votos en cuatro asambleas celebradas entre 2020 y 2021, unas sospechas que se extienden también a las elecciones de 2020. La causa avanza lentamente, pero los intentos de los querellados por detenerla han sido infructuosos. La juez, que al principio solo aceptó investigar una parte de esta denuncia, tuvo que ampliar las pesquisas obligada por la Audiencia Provincial de Madrid.

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A esta querella, presentada por el ex secretario general Eduardo Ezpondaburu, se adhirió José Miguel Fernández Sastrón. «Nos enfrentamos a una candidatura que habla de continuidad: es para echarse a temblar. Continuidad aquí quiere decir seguir recaudando menos de lo que tienes que recaudar, seguir identificando peor de lo que tienes que identificar y seguir repartiendo menos de lo que corresponde a nuestros autores», dice. «La SGAE es un barco que hace agua». Según Creacción, de acuerdo con la tendencia de otras entidades europeas, la SGAE debería estar recaudando en torno a 650 millones. El objetivo de esta candidatura es alcanzar los 500 millones a medio plazo para mejorar las liquidaciones a los autores y recuperar los pagos de anticipos.

Conseguirá gobernar quien alcance 20 puestos en una junta directiva de 39. De partida, Onetti ya tiene asegurados 16, los de los colegios audiovisual y editorial, donde Plataforma Autoral y las multinacionales concurren en solitario. La batalla está en los colegios de gran derecho (dramaturgos, coreógrafos y músicos escénicos), con 6 puestos en juego, y de pequeño derecho (músicos), que aporta 17 nombres a la junta directiva. Las listas cerradas –con las que se pretende garantizar la paridad– suponen que la candidatura que gana se lo lleva todo. La oposición a Onetti lo fía todo a estos dos colegios de pequeño y gran derecho para recuperar el poder en la SGAE.

La decisión final estará en manos de unos pocos. Tienen derecho a voto unos 130.000 socios, pero el porcentaje de los que lo ejercen es mínimo. En 2020, en estos dos colegios en disputa, apenas votaron unas 12.500 personas. Con este nivel de participación, los programas de las candidaturas son más bien una anécdota: ganará quien tenga mayor capacidad de movilización.