UNA MIRADA ACADÉMICA
Derivados de -ito
En los últimos tiempos, este sufijo se carga con frecuencia de ironía. Con este valor lo hallamos en 'ofendiditos', que llegó a mis oídos en torno al 2018
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Julio Iglesias
Hace unas fechas, a propósito de apagón, Pedro Álvarez de Miranda llamaba la atención sobre la creatividad de los sufijos apreciativos. Es, en efecto, un espacio de la lengua en el que cristaliza la sensibilidad creativa, la ironía fina, el giro de sentido… Muchas ... de sus apariciones son flor de un día y desaparecen del uso con la cadencia de la moda. Otras se quedan. Todas merecen atención.
Uno de los apreciativos de mayor rendimiento, pervivencia y variedad de sentidos es el diminutivo –ito. Su uso alterna dialectalmente con formas de semejantes valores, desde el tamaño hasta la cortesía, como ha estudiado Martín Zorraquino. Afectan a sustantivos (doctorcito, ventanita, cielito, espejito…), adjetivos (lentito, finito, delgadito…), adverbios y locuciones adverbiales (ahorita, cerquita, debajito, al ladito, por fuerita…) e incluso interjecciones (¡Ojito!, ¡Cuidadito!...).
Su uso es clásico. En el capítulo de ‘La cerdosa aventura’ (Quijote, II, LXVIII), Sancho interpreta los apelativos troglodita y escita (en una deturpación que Cervantes pone en su boca) como diminutivos de menosprecio: «¿Nosotros tortolitas? ¿Nosotros barberos ni estropajos? ¿Nosotros perritas, a quien dicen cita, cita?». En el mismo sentido lo aplica nuestro hidalgo cuando exige abrir la jaula a dos ejemplares hambrientos de la mayor especie de estos felinos que se haya conocido (los leones del Atlas): «¿Leoncitos a mí? ¿A mí leoncitos, y a tales horas» (Quijote, II, XVII)
Otra simpática creación reciente es
canallita,
asignado un subgrupo de jóvenes noctámbulos de la villa y corte, de selecta clase social
En los últimos tiempos, este sufijo se carga con frecuencia de ironía. Con este valor lo hallamos en ofendiditos, que llegó a mis oídos en torno al 2018 (al mismo tiempo que el mayorinos de los turistas invernales del Angliru) y que se asentó un año después con el libro de Lucía Lijtmaer).
Se emplea ofendiditos no porque aluda a un enfado pequeño o a personas menores, sino a una magnificación desmedida y puritana de una causa inapreciable o inexistente. En esa contradicción reside su ironía, que se acentúa al unirse a una base que se asocia normalmente a estas interpretaciones, el participio (Ustedes se quedan calladitos; Un día movidito…).
Otra simpática creación reciente es canallita. El sufijo se aplica a canalla, un sustantivo de significado peyorativo (‘gente baja, ruin’, según el DLE), no en vano procedente de una voz italiana (canaglia) derivada de cane (‘perro’). El sufijo –ita lima su brusca negatividad para ser asignado un subgrupo de jóvenes noctámbulos de la villa y corte, de selecta clase social, indiferentes a círculos culturales, visitadores de afters y lugares de acceso restringido. Lo curioso de esta voz es que este grupo ha asumido como propio el sentido peyorativo del término (la fama de ‘malotes’).
Se definen a sí mismos como canallitas.Tienen su música, su porte, su forma de vestir, sus tiendas, sus iconos españolistas (desde Julio Iglesias hasta Froilán). Son varones, profesan una actitud heterosexual superlativa…. Y, además, se dice que ligan. ¡Vaya sufijo!