Michaelina Wautier: la gran maestra flamenca del Barroco, cancelada, olvidada y rescatada
El Kunsthistorisches Museum de Viena consagra a una extraordinaria pintora cuyas obras permanecieron ocultas durante siglos o fueron atribuidas a artistas masculinos
Clara Peeters, una pintora valiente en un mundo de hombres
Artemisia Gentileschi, una heroína cuatro siglos antes del #MeToo
Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana: las pintoras se reivindican en el Prado
Enviada especial a Viena
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Iniciar sesiónEn 1993 una joven historiadora del arte, profesora de la Universidad de Lovaina, Katlijne van der Stighelen, acudió al Kunsthistorisches Museum de Viena (uno de los museos más señeros de Europa, construido por el emperador Francisco José para albergar las colecciones imperiales y ... que hoy abarca cinco milenios de arte) para localizar un cuadro atribuido a Van Dyck. Al salir de los almacenes se interesó por un monumental cuadro que llamó poderosamente su atención. El conservador que la acompañaba en la visita le dijo que se trataba de 'El triunfo de Baco' y que era obra de una pintora de la que apenas se sabía nada. Intrigada, Katlijne quiso saber más y se dedicó a investigar sobre esa misteriosa artista que durante 350 años había sido borrada, hasta quedar relegada a una mera nota a pie de página en los manuales de pintura flamenca.
Pero, ¿quién era esta enigmática pintora? «Su obra no podía compararse con nada conocido. Trabajar con esa escala y variedad de temas era algo inédito. Para una mujer, convertirse en artista en el siglo XVII era un reto. Ella fue todo lo que la mayoría de las mujeres de la época no podían ser: polifacética, desinhibida… Una mujer fascinante, segura de sí misma y de gran talento, que por una vez no es una víctima, sino alguien con formación que usa su talento para crear obras que desea y no las que le impone su entorno», comenta Van der Stighelen. Fruto de su estudio, en 2018 comisarió en Amberes, organizada por la Casa Rubens y el MAS, y dentro del festival 'Amberes Barroco. Rubens inspira', la primera monográfica de Michaelina Wautier, un hito en su redescubrimiento. Le dijeron que organizar una exposición de una artista desconocida sería una catástrofe económica. Pero ella siguió adelante. Puso entonces en marcha una campaña para buscar pinturas que se hallaban en paradero desconocido, como la serie 'Los cinco sentidos' o 'Guirnalda de flores con mariposa'.
Wautier, una de las pocas pintoras profesionales y de gran talento de los Países Bajos en el XVII, comenzaba a salir del olvido en el que cayó en el XVIII. Es, dicen, el redescubrimiento artístico más emocionante de la última década. Más que una mujer que pinta, fue una extraordinaria pintora por derecho propio, que podía competir de tú a tú con Rubens y Van Dyck, y eso es mucho decir. Como ellos, prefería los grandes formatos, los retratos, la pintura religiosa, mitológica y de historia.
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En 2022 el Museo de Bellas Artes de Boston celebró la primera exposición de la artista en Estados Unidos. Incluía 'Los cinco sentidos'. Las obras, firmadas y fechadas en 1650, habían aparecido. Su dueño quería sacarlas al mercado en una venta privada. Christies's se puso en contacto con los coleccionistas Rose-Marie y Eijk van Otterloo, dos de los fundadores del Centro de Arte Neerlandés del Museo de Boston, quienes las adquirieron sin ni siquiera verlas. Cada uno de los cuadros representa un sentido a través de un niño: el olfato (se tapa la nariz para no oler el huevo podrido que tiene en su mano), la vista (a través de sus gafas mira una moneda en su mano izquierda), el oído (toca la flauta dulce), el gusto (muerde un trozo de pan) y el tacto (se corta el dedo con un cuchillo y brota la sangre). Son obras poco convencionales, en las que la artista mezcla humor y sensibilidad.
También colgó en Boston un 'Autorretrato' de Michaelina (c. 1650), de una colección privada, en el que se pinta orgullosa como artista consumada, con la paleta en una mano y el pincel en la otra, frente al caballete. La pintora, muy elegante, porta una especie de manto negro de terciopelo sobre un vestido de seda blanco. Estuvo expuesto durante dos siglos en Althorp House, residencia de la familia Spencer. El cuadro estuvo atribuido a Artemisia Gentileschi y a Anna Maria van Schurman. Las pintoras del XVII parecían intercambiables como cromos.
Durante siglos las obras de Michaelina Wautier han sido olvidadas en almacenes o arrumbadas en sótanos de mansiones y, en algunos casos, atribuidas a artistas masculinos. Pero en los últimos años se está reivindicando a las pioneras del arte. El Prado lo ha hecho con exposiciones de Clara Peeters, Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Otros museos han hecho lo propio con Angelica Kauffman (el Kunstpalast de Dusseldorf), Elisabetta Sirani (Galería de los Uffizi de Florencia) o Artemisia Gentileschi (National Gallery de Londres o más recientemente el Jacquemart-André de París). El caso de Artemisia es el más conocido y mediático, pues a su maestría como artista se sumó un suceso traumático en su biografía: a los 17 años fue violada por un amigo de su padre y fue sometida a un calvario, humillación y escarnio públicos durante el proceso por estupro en el Tribunal de Roma. Hay quienes ven en sus violentas composiciones una forma de venganza y la han convertido en un icono feminista. Una de sus pinturas se vendió en 2019 por más de 5 millones de dólares.
'Michaelina Wautier, pintora' es la mayor retrospectiva de la artista flamenca hasta la fecha, organizada conjuntamente por el Kunsthistorisches Museum y la Royal Academy de Londres, adonde viajará en primavera del próximo año. Es la primera pintora en ocupar las salas de honor del museo vienés, a escasos metros de Bruegel, lo que la consagra definitivamente. Hasta el 22 de febrero de 2026 se reúnen en Viena prácticamente todas sus obras conocidas (apenas se le atribuyen unas 35, la mitad firmadas y fechadas): 29 pinturas, el único dibujo que se conserva (un estudio del busto de Ganímedes de los Médici) y un grabado de Paulus Pontius, basado en una de sus composiciones que se halla perdida: el retrato de Andrea Cantelmo. En él aparece ya el nombre de Michaelina.
En total, se exhiben unas 80 obras, incluidos trabajos de algunos maestros contemporáneos como Rubens y Van Dyck, con quienes Michaelina se mide sin complejos. Solemos hablar de los antiguos maestros para referirnos a los grandes pintores de siglos pasados, pero no de antiguas maestras. Y las hubo. Michaelina es una de ellas.
Aunque en los últimos años ha habido descubrimientos sobre su vida y su obra, todavía sigue siendo un gran enigma. Ni siquiera se sabe con exactitud su fecha de nacimiento (no se conserva su partida de bautismo ni su testamento), ni con quién se formó artísticamente (se cree que pudo ser con su hermano Charles, también pintor) o cómo llegó a retratar a personas tan influyentes y tuvo mecenas poderosos. Entre ellos, el archiduque Leopoldo Guillermo, gobernador de los Países Bajos españoles, gran coleccionista de arte, que atesoraba varias de sus obras: 'San José', 'San Joaquín', 'San Joaquín leyendo' y, sobre todo, 'El triunfo de Baco'.
Se sabe que vivió en un entorno intelectual y que procedía de una familia acomodada: tenían contactos con la nobleza, los jesuitas y la corte de Bruselas. Probablemente nació en Mons (actual Valonia, en Bélgica) hacia 1614 y no en 1604 como se creía (hay confusión en algún inventario con la ortografía de su nombre y su apellido y hasta llega a confundirse con su hermana Magdalena, que no era artista). Compartió estudio con su hermano Charles en Bruselas. Ambos, solteros, se compraron una casa en la ciudad en 1668 donde vivieron hasta el final de sus vidas. También es posible que los dos hermanos viajaran juntos a Italia.
Según Gerlinde Gruber -no ha podido acudir este lunes a la presentación a los medios por encontrarse enferma-, conservadora de pintura flamenca del Kunsthistorisches Museum y comisaria de la muestra junto con Julien Domercq, de la Royal Academy londinense, que «no tenemos prácticamente ningún dato biográfico, ni ninguna carta, pero tenemos sus pinturas. Eso es suficiente para revelar a una de las artistas femeninas más notables de su época. Fue una pionera. Trabajó una gama inusualmente variada de géneros».
Mujer culta, talentosa y valiente, desafió las reglas y convenciones de su tiempo
Mujer culta, talentosa y valiente, con buenos contactos, desafió las reglas y convenciones de su tiempo. No se limitó a los géneros reservados a las pintoras de la época (flores y temas domésticos), sino que se atrevió con la pintura de historia y religiosa, las alegorías, los retratos y bodegones y hasta desnudos masculinos. En al menos dos de sus pinturas ('Los desposorios de Santa Catalina', del Seminario de Namur, y 'La educación de la Virgen', de una colección privada) firmó con orgullo en latín 'Michaelina Wautier invenit et fecit' (inventado y ejecutado por Michaelina Wautier). Toda una declaración de su talento.
Su verdadero nombre era Michelle, pero adoptó el nombre artístico latinizado de Michaelina. Sus obras destacan por su pincelada fluida y segura, un brillante manejo del color, la innovación de sus composiciones, el humor y la profundidad psicológica, así como la seguridad con la que representó el desnudo masculino y su anatomía.
Para Jonathan Fine, director del Kunsthistorisches Museum, «Michaelina Wautier es uno de los redescubrimientos más emocionantes de la historia del arte en las últimas décadas. El museo presenta las obras de una gran artista barroca que fue ignorada durante siglos y cuyas pinturas se atribuyeron a contemporáneos masculinos».
El Museo Lázaro Galdiano ha cedido un 'San Juan Bautista niño', que estuvo atribuido a Juan Martín Cabezalero
Su primer cuadro firmado conocido, hoy perdido, es el del comandante Andrea Cantelmo, que estuvo al servicio del rey español (h. 1642-43). El último, una 'Anunciación', del Museo de Marly-le-Roi, Louveciennes, de 1659. Michaelina murió en 1689, alrededor de los 75 años. No se sabe por qué no pintó durante los últimos 40 años de su vida. Su hermano siguió pintando hasta al menos 1685. A medida que vamos conociendo mejor a Michaelina Wautier, y van saliendo a la luz sus obras, su cotización en el mercado sigue al alza. Su retrato del jesuita italiano Martino Martini con un traje tradicional chino (creó el primer atlas impreso de China), de 1654, se vendió por 400.000 dólares. Se halla en la Klesch Collection. 'Guirnalda de flores con libélula' se vendió por 471.000 dólares y 'Cada uno a su manera' fue adquirido por la Fundación Phoebus por 562.000 dólares. 'Joven con pipa fumando' se subastó en 2019 en Christie's de Nueva York por 759.000 dólares.
Importantes museos de Amberes, Bruselas, Seattle, así como numerosas colecciones privadas de Europa y Estados Unidos, tienen obras de la artista. En España, el Museo Lázaro Galdiano atesora un 'San Juan Bautista niño' (c. 1650-1655) que ha cedido para la muestra. En el catálogo figura procedente de la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico. La obra estuvo atribuida a Juan Martín Cabezalero.
Es la primera vez que se ve en Europa la serie 'Los cinco sentidos', que se halla entre sus mejores trabajos. Los gestos espontáneos de los niños (pintados sobre fondo oscuro y con luz frontal, tienen fisonomías muy distintas), al igual que 'Niños soplando burbujas' y 'Joven fumando pipa', recuerdan a las pinturas de Frans Hals. Destacan también en la exposición otras obras de Michaelina Wautier como 'Dos niñas como Santa Inés y Santa Dorotea', de los Reales Museos de Bellas Artes de Amberes, y 'La educación de la Virgen', ambas muy velazqueñas; dos guirnaldas de flores (una con libélula y otra con mariposa); retratos de comandantes… Un estudio de una santa y 'Niño con corbata blanca' se exhiben por vez primera con su nombre. Junto a ellas, nueve pinturas de su hermano Charles, un autorretrato de Rubens, el 'Retrato de Nicolas Lanier', de Van Dyck; el 'Retrato del archiduque Leopoldo Guillermo', de David Teniers II…
Hoy se preguntan los especialistas cómo pudieron pasar por alto tanto tiempo a esta genial pintora. Según el 'Boston Globe', «es la mejor artista antigua de la que jamás has oído hablar. Hasta ahora». Hemos tardado 350 años en descubrirla. Más vale tarde...
«Demasiado grande y ambicioso para ser pintado por una mujer»
'El triunfo de Baco' (c. 1650) es una monumental pintura mitológica (de 271,5 por 355,5 centímetros), inspirada en 'La Eneida' de Virgilio, que hasta la década de 1960 se pensaba que era de un discípulo de Rubens e incluso de Luca Giordano. «Es demasiado grande, demasiado ambicioso, con demasiados desnudos masculinos como para ser pintado por una mujer», dijo Gustav Glück, conservador de pintura flamenca del Kunsthistorisches Museum a principios del siglo XX. Se equivocó.
El estudio del desnudo masculino estuvo vetado a las artistas hasta finales del siglo XIX por razones de moralidad y decencia. Las mujeres del XVII no podían ingresar en academias de arte ni pintar desnudos masculinos. Tal vez Michaelina pudo hacerlo en el estudio de su hermano. Pintó desnudos de hombres de distintas edades y color de piel, en diferentes posturas. En el cuadro, Baco aparece rodeado de bacantes y ménades (sacerdotisas del dios del vino que participaban en las bacanales).
A la derecha de la composición una bacante, con el pecho descubierto, mira fijamente al espectador. Hoy se asume que se trata de un autorretrato de Michaelina Wautier, quien «se representa con audacia en un contexto absolutamente inapropiado para una 'mujer honorable' del siglo XVII. Por su postura y su mirada, parece distanciada de la escena y, al mismo tiempo, completamente desconectada de ella. No hay vergüenza ni timidez en su mirada; rebosa orgullo y confianza en sí misma. Solo otra figura parece percatarse de nuestra presencia: la cabra, símbolo de la lujuria desenfrenada y el libertinaje desinhibido».
La composición es muy original. Baco, atlético pero barrigón, no aparece entronizado en un carro triunfal tirada por leopardos, sino que yace sobre una sencilla carretilla empujada por un sátiro. La escena parece más una parodia que un homenaje al dios del vino. Se cree que la artista pudo inspirarse en el 'Sileno ebrio', un grabado de Ribera, préstamo del Rijksmuseum de Ámsterdam, presente en la muestra. 'El triunfo de Baco' vio la luz por vez primera en 2009, fue restaurado entre 2013 y 2014 y hoy es una de las joyas del Kunsthistorisches.
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