Detenida una familia por el robo del Códice Calixtino en Santiago

El arrestado es sospechoso desde hace meses del robo más sonado de la historia de Galicia . Se trata de una persona que trabajó en el templo como electricista y, por tanto, conoce a la perfección las dependencias de la Basílica y las exiguas medidas de seguridad con que contaba. El móvil barajado es que llevara a cabo el robo como venganza por su despido e, incluso, no se descarta que se le adeudara alguna cantidad económica por sus trabajos.

Cautela era la palabra más repetida ayer. Sobre todo porque el «Liber Santic», el objeto de tantos esfuerzos, aún no se ha encontrado y existe el temor de que cualquier paso en falso pueda perjudicar a esta joya del siglo XII, que ya podría estar en el mercado negro.

Los agentes registraron ayer dos viviendas en las localidades de Negreira y El Grove sin encontrar el Códice. La sorpresa fue mayúscula al hallar un millón de euros en efectivo sin que ninguno de los tres detenidos cuente con ingresos que justifiquen esa cantidad millonaria. Asimismo se encontraron algunas piezas menores que también habrían sido sustraídas de la catedral, aunque hasta ahora se desconocía que se hubieran echado en falta más objetos de valor. La colaboración prestada por el individuo y su entorno ha sido nula (de hecho madre e hijo negaron conocer los hechos), un rasgo que ya se había detectado desde mucho antes del arresto y que ha mantenido las pesquisas en un tenso compás de espera.

Con al menos dos líneas de investigación abiertas, los agentes han tirado de múltiples hilos durante los últimos doce meses hasta cerrar el círculo en torno a este «aficionado» ladrón de patrimonio. Desde el principio, las pesquisas apuntaron al interior del templo y al reducidísimo círculo de aquellos que tenían acceso regular al tesoro. Más de setenta personas han sido interrogadas y se han apurado al detalle las exhaustivas técnicas de investigación de la Brigada Central de Patrimonio.

La catedral ha vivido desde julio pasado convulsionada por la pérdida del manuscrito del siglo XII, considerado la primera guía del Camino de Santiago, y por la dejadez y falta de control del patrimonio que evidenció su robo. Por el camino se quedó el archivero del Códice y deán de la Catedral, que admitió su culpa como responsable del documento y dimitió como guardador del archivo meses después. Las pobres medidas de seguridad del recinto donde se custodiaba la obra y el descontrol sobre las llaves se cobraron así su única víctima.

Sobre el valor que el Códice tendría a día de hoy en el mercado pocos han querido pronunciarse, aunque el historiador Juan Monterroso recuerda: «En 1993 se evaluó en mil millones de pesetas —seis millones de euros— el seguro que tuvo esta obra con motivo de una muestra en la que estuvo expuesta». El enigma sigue abierto y, por tanto, la duda de si esta joya catedralicia retornará a tiempo para presidir los actos del santo patrón, el próximo 25 de julio.