Cultura, Ministerio que no ceja

La primera lección de este relevo en Cultura es que la crisis del cine es letal para todo ministro, porque el Gobierno de Zapatero ha contraído deudas de honor -la campaña de la ceja, y antes la de "Hay motivo"- que hasta ahora nadie ha podido resolver contentando a un sector tan visible como reivindicativo e inmerso en malas cifras. Primero cayó Carmen Calvo , enredada en los flecos fiscales de una Ley de cine que no acaba de cuajar y tras una monumental bronca del sector. Ahora también la ruptura con la industria cinematográfica sirve de prólogo a la destitución de un ministro como César Antonio Molina, que tanto había destacado en otras áreas.

Está claro que, con González-Sinde, los del cine -no sólo los actores y profesionales más movilizados y pancarteros, sino también los productores y los grupos y cadenas de televisión- han colocado a un miembro de su gremio en el sillón de la Casa de las Siete Chimeneas, tal y como se conoce a la sede del Ministerio de Cultura . Pero "uno de los nuestros" puede ser un arma de doble filo en un momento de grave crisis como el que vivimos, fuera de toda ficción.

Por un lado las asociaciones de internautas, software libre -que ya hablan de "nombramiento/provocación"- y el común de los consumidores de contenidos, no entenderían bien un guión en el que los ciudadanos de a pie acaban de paganos porque una persona acabe por ser juez y parte en los desafíos que aparecen en el horizonte: el dinero que se llevará el mundo del cine y la severidad con la que el Gobierno quiere castigar la piratería. Aquí tendrá la notable guionista Ángeles González-Sinde el termómetro de su valía: si es capaz de escribir la historia de una gestión que equilibre las políticas con imaginación y acerque posturas para salir de un laberinto que ya ha hecho rodar dos cabezas de sus antecesores.

Naturalmente, ella será más sensible a la presión de sus propios compañeros, pero está obligada a gestionar todos los frentes. Lo más fácil será cumplir un encargo difícil: tener contento al sector que más apoyo publico ha prestado a Zapatero. Y viceversa, lo difícil será lo que a otros les habrá parecido más fácil: mantener la independencia.

Su escasa experiencia en la gestión hace que sus primeros 100 días vayan a ser mirados con escepticismo. Ya se oye desde el PP: "Si un gestor tan acreditado como Molina ha tenido que tirar la toalla en dos años, Ángeles González-Sinde debe saber que llega a una casa que la espera de uñas y que su valor es, por el momento y mientras no demuestre más, su buena imagen, que tiene una cara amable", afirmaba José María Lassalle desde el principal partido de la oposición.

El problema es que ahora, además, se enfrentará con asuntos que no le son tan familiares como el cine: los museos nacionales y su provisión (cuántos y con qué medios), la defensa del Patrimonio (bandera de Molina en el caso Odyssey), el hervidero del INAEM con las destituciones programadas de muchos directores de unidad (el caso Duato, el más sonado), o el mundo del libro al que la crisis hace ya incluso temer por el precio fijo.

Hablando de libros, Sinde es autora de una novela infantil: "Rosanda y el arte del birlibirloque", historia de una niña cuya madre envió como carta de Reyes la lista de la compra y logra dar el cambiazo. Ahora "Rosanda" se ha convertido en ministra y tendrá que enseñar hasta qué punto domina ese arte del birlibirloque para que nadie le engañe con la lista de la compra. Ayuda no le va a faltar, pero aún así lo tiene muy difícil.