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LA LUPA

Mordaza socialista

En democracia las preguntas sólo comprometen a quienes las responden de forma inadecuada

ALFREDO AYCART

NO hay anécdota que explicite mejor la curiosa relación que mantienen los nacionalistas y socialistas gallegos con los medios públicos de comunicación que la protagonizada por la vicepresidencia de la Xunta del bipartito que dirigía el nacionalista Anxo Quintana cuando prohibió la entrada de las cámaras de la televisión pública gallega que controlaban sus socios socialistas para intentar poner freno a la manipulación con que se recogían sus actos oficiales.

Con semejante ejemplo, que deja generosas pistas del trato que se dispensaba entonces a la oposición en la RTVG, queda claro el tipo de relación jerárquica que intenta mantener el PSOE gallego con los medios de comunicación, públicos o privados. Su apuesta por la manipulación y el chantaje, el amiguismo y la censura, sólo son matizadas por las ocasionales demostraciones de rebeldía de los profesionales de la información ante sus excesos autoritarios.

Con semejantes antecedentes, es hasta lógico que el testaferro de Blanco en Galicia no termine de comprender que, en democracia, los periodistas formulan, con mayor o menor fortuna, preguntas que sólo comprometen a quienes las responden de forma inadecuada.

Se trata de un problema de entendimiento que Manuel «Pachi» Vázquez comparte con figuras como Teodoro Obiang, el Marruecos de Mohamed VI, o los oligarcas chinos, que protestan enérgicamente ante el Gobierno correspondiente cada vez que un periódico independiente critica su políticas totalitarias.

Fuertemente escoltado por una nutrida escolta de cargos públicos de su formación, el secretario general del PSOE gallego intentó ayer amedrentar a una periodista de la compañía pública de televisión —y con ella a todos los informadores de Galicia— por atreverse a preguntarle como se sentía participando en la marcha negra convocada para protestar contra el decretazo aprobado por su propio Gobierno.

Las descalificaciones grotescas hacia una joven profesional que mantuvo su dignidad —y la de su medio— con admirable entereza, conformaron una demostración singular de nerviosismo con tintes de cobarde matonismo que retratan a quien los perpetra como un dirigente político amortizado.

Es por otra parte un intento de mordaza condenado al fracaso. En España subsiste suficiente libertad de expresión como para recordar que el fracasado censor «Pachi» Vázquez sigue sin aclarar su situación con el fisco tras reconstruir su lujosa vivienda con una licencia municipal y pagando tasas solo para retechar, en otra de esas actuaciones que definen su talla moral y para reclamar que la insolidaria anomalía se resuelva administrativamente cuanto antes.

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