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Viajeros de la última frontera

Saltan a los titulares cuando se meten en problemas, como este verano, aunque no sea su intención. No buscan el riesgo, sino experiencias extraordinarias

GONZALO CRUZ

MIGUEL ÁNGEL BARROSO

Era noche cerrada, pero el Himalaya se iluminaba como si unos focos gigantes proyectaran sus haces sobre las montañas. El diluvio golpeaba con fuerza las ventanas del hotel donde se había refugiado Francisco Salas, que contemplaba el panorama sobrecogido: ríos de agua y barro bajando ... por las calles, gentes huyendo para salvar su vida. Leh, la capital de Ladakh, al norte de la India, se había convertido en pocas horas en un escenario de película de ciencia ficción de esas que cuentan el fin del mundo. «Descubrí Ladakh en un programa de televisión y me pareció fascinante, así que decidí apuntarme a un trekking que incluía la ascensión al Pico Sin Nombre (6.055 metros). Es una zona extremadamente árida y fría a la que no afecta el monzón. Lo que ha ocurrido este verano no lo recuerdan ni los más viejos del lugar», señala Francisco. A más de 3.500metros de altura, Leh es la lanzadera perfecta hacia unos parajes remotos.

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