El bellísimo valle navarro rico en queserías y puentes románicos

Empezamos en la Foz de Arbayún , a 50 km de Pamplona. Dicen que es la reina de las foces de Navarra (foz significa hoz o cañón). La carretera que va de Lumbier a Ezcároz nos deja en el mirador de Iso, un gran balcón de cemento desde el que se contempla en todo su esplendor la foz de unos 6 km de longitud, con paredes de hasta 300 metros de altura, producidas por la erosión milenaria del río Salazar . Esta angostura, declarada Reserva Natural en 1987, posee una de las mayores colonias de buitres leonados de España.

Seguimos hasta Burgui , en pleno Valle del Roncal. Es interesante hacer una parada en la Quesería Larra (www.quesoslarra.com/), allí Mikel Aznárez y su hermana Heli se dedican desde 1985 a la cría de ovejas lachas con cuya leche elabora uno de los quesos roncaleses más apreciados. Si decimos Rioja, pensamos en vino; si decimos Jabugo, en jamón; y si decimos Roncal, en queso. Sus características son un formato cilíndrico y una corteza sólida. Cortado presenta un color blanco marfil amarillento con orificios pequeños, textura consistente, sabor recio y mantecoso. En 1981 fue el primer queso español que recibió la Denominación de Origen.

Mikel Aznárez nos explica la historia y la fabricación de sus quesos en su tienda en la que además ofrece productos típicos de la región y de toda Navarra. Entre ellos la cerveza artesanal Xorta (www.xorta.net/), que se fabrica en el mismo polígono a un paso de la quesería. Xorta en euskera roncalés significa ‘sorbo’.

A 12 km. está el pueblo de Roncal. Con poco más de 300 habitantes, la localidad que da nombre al valle merece una atenta visita. Su casco urbano de calles empedradas y presidido en lo alto por la iglesia gótica de San Esteban, conserva algunas casas señoriales blasonadas del siglo XVIII, entre ellas la Casa-Museo del roncalés Julián Gayarre (1844-1890) un tenor que fue apodado ‘El Rey del Canto’ y cuyo fastuoso mausoleo, obra de Mariano Benlliure, puede verse en el cementerio municipal.

Seguimos remontando el río Esca y 7 km después llegamos a Isaba , la más septentrional de las Siete Villas y el mayor municipio del valle. Pero no pensemos en una localidad grande, apenas tiene 400 habitantes. Sin embargo su interés sí es considerable gracias a la abundancia de casas típicas roncalesas construidas en piedra y madera con tejados de dos o cuatro aguas muy inclinados para evitar la acumulación de nieve en el invierno que ya se avecina. Muy cerca del pueblo, en el llano de Belagua, se alza la ermita de Arrako , que dicen que se construyó en el siglo XVI para neutralizar los ritos mágicos paganos que allí se realizaban en torno a un dolmen que aún puede verse.

Pero lo más atractivo de Isaba puede que sean sus dos puentes románicos , muy próximos el uno del otro y situados junto a la carretera que transcurre paralela al río Belagua . El más fotogénico se encuentra en paralelo al puente de la carretera actual. Un poco más arriba, después de las montañas está Francia.