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Todos los pueblos con playa en la provincia de Huelva
playas
Más de 120 kilómetros de litoral y un sinfín de rincones desde los que disfrutarlos
Luis Ybarra
El océano Atlántico no toca Huelva, sino que le habla. Se dicen cosas al oído. Una le da arena, ríos y afluentes. Lo mira desde un sinfín de puntos. Y el otro, por su parte, conversa a través de los vientos que adoptan un nuevo ... lenguaje para mecer barcas. También ofrece marejadas de espuma y de aliento. No es que se contemplen, es que se confunden. En sus más de 120 kilómetros de litoral, de los que 28 pertenecen al Parque Natural de Doñana, pueblos y ciudades presumen entre bajamares y pinos. Son nueve los municipios que cuentan con orilla y muchas más las localidades y playas que encontramos a su paso. Aquí le indicamos algunas de las más populares, así como las recogidas.
Matalascañas es un punto estratégico para el turismo nacional. Durante el verano, de hecho, parece una extensión más de ciudades como Huelva, Sevilla o Madrid, que buscan en la playa de la roca al centro, vestigios de una torre almenara, un bullicioso paraíso vacacional. En él el choco frito es el pan de cada día y el aburrimiento una auténtica quimera. Pero Matalascañas pertenece a Almonte. Y en este pueblo, tan próximo a Doñana y con El Rocío por bandera, zonas como la Playa de Castilla, El Asperillo, Cuesta Maneli y la Mata del Difunto parecen propuestas idóneas para encontrar mayor tranquilidad. Dunas, parajes sin construcción y salvajismo en el corazón onubense.
Otros dos pueblos con playa, digamos, a este lado de la ría de Huelva, el más Oriental, son los de Moguer y Palos de la Frontera. Mazagón es una tierra compartida por ambos, y otros de sus reclamos son La Fontanilla y Rompeculos, conocida por sus acantilados. De nuevo, mucho más solitarias al ceder terreno a la naturaleza, que guarda pecios de viejas embarcaciones. De barcos, además, sabe mucho Mazagón, que tiene un puerto deportivo de referencia con 644 amarres, una cafetería, tiendas náuticas, escuela de vela y el club náutico. La capital de provincia también tiene playa: El Espigón Juan Carlos I, con 2.500 metros de extensión y el acceso muy restringido. Tan solo se puede llegar en barco, como lo hacen muchos desde Punta Umbría, y en coche a través de una pasarela por la que numerosos pescadores cruzan el Odiel.
Frente a este remanso de paz se ubica Punta Umbría, marinera, vacacional y sumamente defendida por las familias que desde hace varias generaciones, y los primeros fueron los ingleses, la disfrutan con la llegada de la primavera. A Punta Umbría, asimismo, pertenece Los Enebrales, con tan solo un chiringuito y mucha duna en el paisaje, La Bota y El Portil. Las mareas bajas dan paso a la inmensidad en la que pasear.
La siguiente, en la línea costera, es El Rompido. De nuevo, otro puerto deportivo de referencia protegido por la flecha, una playa a la que se accede en barco al cruzar el río Piedras. Forma parte de Cartaya, y los campos de golf que tiene en sus proximidades atraen también a muchos veraneantes.
El siguiente de los municipios, uno de los más populares de la provincia, es de Lepe, que tiene en sus fronteras los encantos de La Antilla, Islantilla, Santa Pura y Nueva Umbría, entre otras playas. Los atardeceres con el agua atrapando soles, los mediodías en el Leiva y las mañanas de churros y vela ligera hacen de estos rincones excelentes destinos familiares.
Isla Cristina suena a pescado y lonja, pues la suya es una de las más destacadas de todo el territorio nacional. A Manuel Carrasco y a playas como la Central, la más populosa de todas, la de la Casita Azul, La Gaviota o la del Parque Litoral. El más próximo a Portugal, sin embargo, es el municipio de Ayamonte, que mira hacia la frontera lusa a través del Guadiana, río que no separa, sino que hilvana y riega sendas culturas. Desde Ayamonte, las playas españolas más cercanas son Isla Canela y Punta del Moral, una tranquila zona de urbanizaciones. Huelva, por tanto, se compone de un sinfín de pueblos en el que la gastronomía celebra cada jornada, la temperatura sirve de alivio y el mar de cerca, de alivio cuando el calor aprieta.
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