Viajar
Un día en Antequera: los dólmenes, el Torcal y una gran plaza de toros
La villa combina naturaleza, historia y monumentos, lo que la convierten en uno de los rincones de Andalucía perfectos para una escapada al interior este otoño
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Pablo Marinetto
Málaga
Aunque el calor no termina de remitir en Andalucía, los días sofocantes se cuentan ya con los dedos de la mano. Por eso octubre y noviembre son los meses perfectos para empezar a plantearse una escapada al interior y dejar atrás la playa y el ... chiringuito. Uno de los mejores rincones de la región para planear una escapada este otoño es Antequera, donde en solo un día se puede disfrutar de su monumentalidad así como de sus parajes naturales y su rica historia.
La mejor opción para una visita exprés a esta villa malagueña es madrugar para recorrer el paraje del Torcal, donde la naturaleza y el inexorable paso del tiempo han regalado a la provincia de Málaga uno de los entornos naturales más excepcionales del mundo.
A sólo 12 kilómetros del municipio se yergue este enclave que destaca por ser el ejemplo más importante de formación kárstica de Europa y todo un polo de atracción para senderistas, espeleólogos, amantes de la ornitología y vecinos y turistas de todas partes que llegan atraídos por los contornos imposibles de sus rocas.
Sus vistas panorámicas a los cuatro puntos cardinales son uno de sus principales reclamos. Desde las cumbres del Torcal se alcanza a ver la Costa del Sol, al sur; Sierra de Tejeda y Sierra Nevada, al Este; Antequera y la Laguna de Fuente de Piedra, al norte; y el laberinto kárstico al Oeste, que cuenta además con una ruta propia en la que el visitante puede recorrer las angosturas entre roca y roca.
Antes de embarcarse en la aventura conviene visitar centro de visitantes con el que cuenta el paraje, declarado en 2016 Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, junto a los dólmenes de Menga y Viera y el tholos del Romeral, que también descubriremos a lo largo del día.
Las instalaciones son el punto de partida de muchas de las actividades que se organizan en el entorno y un lugar útil para obtener información y asesoramiento para la visita, ya sea guiada o por libre.
Entre las muchas peculiaridades de este rincón de la provincia destacan, además de sus esculturas naturales con rocas de más de 150 millones de años, el desconocido sistema endokárstico característico en este tipo de terrenos y que en el Torcal ha dejado más de un millar de simas y cuevas formadas tras el proceso de disolución de las calizas.
La Cueva del Toro, por ejemplo, alberga huellas de la presencia del hombre en este enclave desde la Prehistoria y otros vestigios en la cueva de la Cuerda, la de Marinaleda o la sima del Hoyo corroboran la presencia humana en el Torcal ocho milenios a.C.
Pateado el paraje, llega el momento de bajar hacia la villa y hacer una parada en el Sitio de los Dólmenes de Antequera, que incluye los dólmenes de Menga y de Viera y el tholos de El Romeral.
Se trata de una de las primeras integraciones conscientes de arquitectura y paisaje monumental de la Prehistoria Europea. Construidos en el periodo Neolítico y en la Edad del Cobre con grandes bloques de piedra que forman cámaras y espacios con cobertura adintelada -Menga y Viera- o falsa cúpula -El Romeral-, los megalitos antequeranos fueron utilizados con fines rituales y funerarios.
Las estructuras megalíticas se presentan bajo la apariencia de paisaje natural, enterradas bajo túmulos de tierra y orientadas hacia dos monumentos naturales: la Peña de los Enamorados y El Torcal.
El pasado mes de marzo se inauguró un nuevo museo de 4.200 metros cuadrados con exposiciones temporales y permanentes y una biblioteca de prehistoria de Antequera donde se conserva el conocimiento que ha ido emanando del Sitio.
Tras este viaje en el tiempo, llega el turno de descubrir algunas de las joyas monumentales que acoge Antequera, como su plaza de toros, que data de 1848. El coso cuenta con dos pisos y ocho puertas de ingreso, así como dos caballerizas, dos corrales para el ganado bravo y siete chiqueros, aparte de las estancias para administración y enfermería.
En 1984 vivió una profunda rehabilitación y remodelación bajo la dirección de Don Jesús Romero, con la construcción de una nueva puerta principal de sombra siguiendo el modelo antequerano de los alarifes del siglo XVIII.
En los tendidos altos se sustituyeron las cubiertas de madera por una alquería logiada de columnas toscanas de piedra caliza blanca y arcos de medio punto. Sobre esta alquería y el muro de la fachada, se dispuso una cubierta a dos aguas de teja árabe antigua. Además, los bajos del coso se rehabilitaron como museo taurino y restaurante.
Es uno de los grandes atractivos de Antequera, pero a menudo pasan desapercibidos ante otros joyas de la ciudad como su Alcazaba, un recinto amurallado diseñado para defender la medina islámica de los ataques y cuya torre del homenaje alberga un campanario levantado en 1582, o la Colegiata Santa María la Mayor, el gran orgullo de Antequera por ser el edificio más sobresaliente a nivel arquitectónico.
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