Vino noruego o británico a falta de rioja o burdeos: cómo el cambio climático cambia el mapa vinícola
La subida de temperaturas afectará a las zonas de producción tradicional. Lo peor se lo llevará el sur de España, Italia, Grecia y California con el 90% de sus cultivos en riesgo por olas de calor y sequías
Todos los récords de calor fueron superados con creces en 2023
Madrid
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Iniciar sesiónEl Chateau Sognefjordes es todavía una rareza. Del fiordo noruego del mismo nombre, a 61 grados al norte del ecuador, se extrae una exigua producción de tres mil botellas, una por cepa. Las condiciones climáticas no son las mejores para producir vino, con una ... temperatura media en el mes más caluroso de 16ºC, pero llueve menos, hay una luz casi constante en verano y su suelo rico en arcilla proporcionan a la uva un excelente punto de acidez que empieza a conquistar a los paladares más atrevidos.
Hoy es puro esnobismo tomarse una copa de buen vino noruego, cuando se pueden disfrutar de caldos maravillosos en España y a un precio mucho más competitivo, aunque quizá en unos años no sea tanta frivolidad.
Un nuevo estudio muestra cómo la carrera viticultora de países con temperaturas más frías, como el Reino Unido o la propia Noruega, no ha hecho más que despegar. La investigación alerta de que hasta el 70% de las actuales regiones vitivinícolas más tradicionales estarían en riesgo si las temperaturas globales experimentan la temida subida de 2 °C. La catástrofe será peor en el 90% de las regiones vinícolas costeras y del sur de España, Italia, Grecia y California, donde se sufrirán sequías prolongadas y olas del calor más frecuentes, según se publica en la revista Nature Reviews Earth & Environment.
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El olivo reconquista el norte
Raquel C. Pico
No es solo un problema de falta de agua que pueda resolverse con regadío. El vino es muy sensible a los cambios de temperatura, precipitación, humedad, radiación y CO2. Por eso, las regiones vitivinícolas actuales están situadas principalmente en latitudes medias. Por ejemplo, en California (Estados Unidos), Barossa (Australia), Stellenbosch (Sudáfrica), Mendoza (Argentina) California; y ya en Europa, en Francia y norte de España e Italia. En estas zonas la temperatura es suficientemente cálida como para permitir la maduración de la uva y el tiempo es relativamente seco para evitar problemas de enfermedades por hongos en las vides. Todas estas condiciones permiten producir algunos de los mejores caldos del mundo.
El cambio climático cambiará el mapa tradicional de la producción mundial. Lo que puede ser catastrófico para algunas regiones será una oportunidad para otros territorios. Quizá, los cultivos del valle de Napa dejen de reunir las mejores condiciones, aunque aumentarán en el Estado de Washington o de Oregón. Y puede que la producción de Chardonnay español desmerezca a favor de los vinos británicos de Gales, donde ya se están impulsando explotaciones.
Transformación de la producción mundial
Como quede finalmente ese nuevo mapa vinícola «dependerá del aumento de la temperatura y de la capacidad de adaptación de los cultivos», se advierte en la investigación que firman científicos de la Universidad de Burdeos (Francia) y de Palermo, en Italia. De lo que ya no dudan es que el cambio climático provocará importantes transformaciones en la producción mundial de vino en un futuro próximo, y tanto los viticultores como los consumidores deberán adaptarse aplicando técnicas a gran escala.
Y añaden otra preocupación: a medida que la viticultura se extienda a nuevas regiones, también habrá que vigilar su impacto en los ecosistemas naturales y la biodiversidad para mitigar cualquier efecto negativo.
«Ya nos estamos adaptando»
Que la subida de temperaturas está cambiando el mundo del vino no es una noticia que sorprenda a quienes trabajan en este sector. «No es el único estudio con modelos predictivos, más o menos catastrofistas, que se publican. Yo no creo que se vayan a erradicar las plantaciones de viña en la mitad sur peninsular. Es cierto que la subida global de la temperatura afectará a los cultivos, pero existen fórmulas para adaptarse a las nuevas condiciones que ya se están utilizando. El futuro dependerá de nuestra capacidad de adaptación», opina Alicia Pou, investigadora del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino, un centro dependiente del CSIC.
Muchos cultivos ya han empezado esa adaptación. Algunos productores se están desplazando sus cultivos a zonas más altas y frescas, aunque la altitud no es el único requisito, importa también la calidad y composición de la tierra. También hay alternativas cuando el cultivo no se puede trasladar: «Aplicando técnicas cultivo específicas, deshojados tardíos y despuntes y podas severas. O manejar el suelo con cubierta orgánica que ayuda a retener el agua en el suelo. Y fórmulas mecánicas, como el uso de cubiertas a modo de parasol para proteger las uvas», explica a ABC.
En el laboratorio, los centros de investigación agraria trabajan en variedades genéticas de vides que se adaptan mejor a la sequía y al calor. «El objetivo de todas las medidas es conservar la fenología o ciclo de crecimiento de la vid y que las altas temperaturas no adelantan ese ciclo. Las bayas alcanzan altos niveles de azúcar sin que se complete la madurez de los compuestos fenólicos de la uva y el resultado son vinos de baja calidad, con más grado alcohólico y menos acidez», cuenta Alicia Pou.
Nuevas variedades más resistentes
El problema de usar variedades adaptadas a las actuales condiciones climáticas, es que no será efectiva en el corto plazo, recuerdan Rafael Andrés Peinado Amores, catedrático del departamento de Química Agrícola de la Universidad de Córdoba; y Fernando Sánchez Suárez, ingeniero agrónomo y enólogo de la Universidad de Córdoba. «Un viñedo recién plantado no da uvas de calidad hasta transcurridos unos años. Probablemente sea mejor injertar las nuevas variedades sobre las vides ya existentes», explican a SMC España. Estas variedades pueden resultar de gran interés para las zonas más meridionales, siendo un ejemplo de esto la nueva inclusión de variedades más tardías en determinados pliegos de condiciones de Denominaciones de Origen como Ribera del Guadiana (España) o Burdeos (Francia).
La uva Tempranillo, la base de muchos vinos de La Rioja, es una de las que peor soportan el calor. En el Instituto de Ciencias de la Vid cuentan con 500 biotipos de tempranillo y uno de sus trabajos es localizar cuáles son las que tienen los ciclos más largos para localizar la variante más adaptada y poder mantener la uva característica de La Rioja.
10.000 variedades de vid
En el mundo hay unas 10.000 variedades de vid para todos los usos: vino, licores, mesa, pasas, zumos, etc. A nivel mundial 16 de ellas, el 50 % de la superficie mundial cultivada de uva para vinificación y en España tres variedades (Tempranillo, Airén y Bobal), suponen el 50 % de la superficie plantada de uva para vino.
Adrián Martínez Cutillas, exdirector del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida) también apuesta por la mejora genética, según recoge SMC. «Hay que buscar otras variedades que se adapten mejor a las nuevas condiciones climáticas y, si no las encontramos entre las que ya existen, desarrollar programas de mejora genética y tratar de obtener nuevas variedades con mejor adaptación a las nuevas adversidades climatológicas. En este sentido, se han registrado ya cuatro nuevas variedades, tres tintas (Myrtia, Gebas y Calnegre) y una blanca (Calblanque), procedentes de cruces de Monastrell con Cabernet Sauvignon y de Monastrell con Syrah».
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