Comerse al pez león, la receta para frenar a uno de los invasores del Mediterráneo
Este invasor ya coloniza Grecia y Chipre y amenaza con alterar los ecosistemas marinos españoles. Expertos ven en su incorporación a la dieta mediterránea una posible herramienta de control
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Iniciar sesiónEn los arrecifes del Mediterráneo oriental un nuevo actor ha irrumpido con fuerza en la escena submarina. Es el pez león (Pterois miles), una especie originaria del océano índico y Pacífico que, con sus vistosas aletas y sus temidas espinas venenosas, ha encontrado ... en estas aguas un territorio fértil para expandirse. Su llegada a Grecia, Chipre, Turquía, Líbano e Israel es ya un hecho. Ahora, la gran incógnita es cuándo —no si— alcanzará España.
Valerio Sbragaglia, ecólogo del comportamiento marino e investigador del ICM-CSIC, lo resume así: «El pez león está plenamente establecido en el Mediterráneo oriental y expandiéndose hacia el centro y oeste. La expansión final a todo el Mediterráneo parece posible, pero nadie puede estar seguro al cien por cien de lo que pasará». Aun así, el propio Sbragaglia admite que la llegada a nuestras aguas es plausible y cercana si persisten las condiciones actuales de calentamiento marino. «El factor más importante es el calentamiento del Mediterráneo, con olas de calor marinas que mejoran la idoneidad térmica para la especie», detalla Sbragaglia.
A ello se suma la ausencia de depredadores efectivos en la región. Aunque se han observado meros y pulpos alimentándose ocasionalmente de ejemplares pequeños, la presión no es suficiente para controlar la población.
Un depredador voraz
La preocupación científica no se limita a su avance geográfico, sino sobre todo a su efecto en los ecosistemas. De partida las hembras ponen millones de huevos y las larvas viajan rápidamente mediante las corrientes marinas. Cuando son crías, comen todo con lo que se topan: crustáceos, moluscos, gusanos… y cuando crecen, añaden a la dieta pescados, que devoran en grandes cantidades gracias a que su estómago se hincha para acumular reservas. «Y si no encuentran comida, en algunos casos practican el canibalismo», añade Javier Morales, ecólogo marino del Instituto Español de Oceanografía del CSIC.
«Se trata de un superdepredador que
puede alterar radicalmente el equilibrio ecológico
del Mediterráneo»
Anastasia Miliou
Directora científica del Archipelagos Institute of Marine Conservation en Grecia
El pez león es un cazador eficiente, y todo en él está diseñado para colonizar las zonas en las que aparece, como ha ocurrido en el Caribe y en el Atlántico occidental, y como está pasando ahora en el Mediterráneo. Su conciencia territorial afecta a especies autóctonas y altera las redes tróficas locales. «Puede reducir el reclutamiento de peces nativos hasta más de un 50% en arrecifes», advierte Sbragaglia, basándose en estudios del Atlántico occidental.
La doctora Anastasia Miliou, directora científica del Archipelagos Institute of Marine Conservation en Grecia, lo advierte en conversación con este periódico: «Se trata de un superdepredador que puede alterar radicalmente el equilibrio ecológico del Mediterráneo. Hemos visto una rápida expansión en el Egeo y, sin intervención, llegará más lejos». Para Miliou, una de las claves es la rapidez de la respuesta: cuanto más se tarde en actuar, más difícil será revertir su impacto.
Un ingrediente más para la dieta mediterránea
Frente a este escenario, los expertos miran hacia una solución sorprendente: comérselo. La idea no es nueva. En Florida y el Caribe, donde el pez león causa estragos desde principios de los 2000, se han impulsado campañas como 'Eat Lionfish' o competiciones de pesca submarina que han logrado reducir poblaciones localmente. «Se trata de incentivar una extracción continuada allí donde es posible. La carne del pez león es de buena calidad y puede alinear economía local y control de la especie», explica Sbragaglia.
La doctora Miliou coincide: «Incluir al pez león en la dieta mediterránea puede ser parte de la solución. Ya lo estamos promoviendo en Grecia con la ayuda de chefs locales. La clave es garantizar la seguridad y crear una demanda estable». La propia NOAA, la agencia estadounidense para los océanos y la atmósfera, llegó a avalar el desarrollo de un mercado gastronómico como medida de gestión. No obstante, ambos expertos insisten en que no es una panacea. «El efecto es local y depende del esfuerzo sostenido. Si se relaja, la población se recupera», advierte Sbragaglia. Además, alerta sobre un riesgo paradójico: «Si se genera un negocio fuerte en torno a esta especie invasora, podría ocurrir que se incentive indirectamente mantener sus poblaciones altas para sostener el beneficio económico».
En Grecia chefs y restaurantes han comenzado a cocinarlo en frituras, ceviches y preparaciones a la plancha
Una de las dudas más extendidas sobre la viabilidad de comerse al pez león es acerca de su toxicidad. Sus largas espinas dorsales, pélvicas y anales contienen veneno capaz de provocar dolor intenso y, en casos extremos, reacciones graves. Sin embargo, la carne no es tóxica. «Basta con usar guantes adecuados y técnicas de fileteado evitando las espinas», explica Sbragaglia. En muchos lugares se cortan las espinas antes de procesar el pescado, eliminando el riesgo en cocina. En cuanto a la calidad gastronómica, los expertos coinciden en que se trata de un pescado blanco, sabroso y versátil, comparable en textura al mero o al cabracho.
En Grecia, chefs y restaurantes han comenzado a experimentar con él en frituras, ceviches y preparaciones a la plancha. En Chipre incluso se han organizado jornadas gastronómicas para darlo a conocer al público. «Los chefs pueden ser embajadores fundamentales en este proceso, creando recetas atractivas y enseñando que el pez león es seguro y delicioso», subraya Miliou.
Más allá de la mesa, los expertos coinciden en la importancia de la sensibilización pública. En un reciente artículo, Sbragaglia y su equipo analizaron la atención digital hacia el pez león en todo el Mediterráneo y descubrieron que el interés ciudadano crece en los países afectados, aunque no siempre coincide en el tiempo con la llegada de la especie. «Esto significa que la conversación pública puede servir como indicador casi en tiempo real para programar campañas de sensibilización y operativos de extracción», apunta el investigador.
En este sentido, los clubes de pesca submarina, una de las formas más selectivas de captura, podrían convertirse en aliados clave. «Estos grupos pueden suministrar ejemplares a restaurantes y mercados, generando una economía circular que contribuya a reducir su presencia», añade Sbragaglia.
Una batalla complicada
Los científicos reconocen que la batalla contra el pez león es complicada. La erradicación es imposible a estas alturas. La única opción es mitigar su impacto y contener sus poblaciones en áreas sensibles. Para ello, proponen combinar extracción selectiva, campañas de consumo, monitoreo científico y educación ciudadana.
El pez león no es el primer invasor que llega a estas aguas, ni será el último. El cambio climático, el tráfico marítimo y la conectividad con el canal de Suez han abierto la puerta a decenas de especies exóticas. Sin embargo, por su agresividad y su capacidad de alterar ecosistemas enteros, el pez león representa una amenaza de primer orden. «Si no actuamos ahora, en diez o veinte años podríamos ver comunidades enteras de peces nativos reducidas drásticamente», advierte Morales. Frente a ello, la receta de los científicos combina ciencia, gestión y gastronomía: vigilar, extraer y, sobre todo, aprender a comer al invasor antes de que devore el Mediterráneo.
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