Procesiones a contrarreloj para reverdecer Lorca

Esa es la voluntad de los lorquinos y así la expresa Cristóbal Alcolea , vicepresidente primero del Paso Azul , una de sus principales hermandades. «Queremos que la Semana Santa sea una bocanada de aire para reivindicar que estamos aquí» , afirma David Torres, director del Museo de Bordados Paso Blanco , otra de las grandes corporaciones de la localidad murciana, que mantiene estas nomenclaturas tan particulares .

Ambas capitanean a los cofrades de la localidad que se aglutinan también en torno al Paso Encarnado , Paso Morado , Paso Negro, además de la Archicofradía de Jesús Resucitado.

La de Lorca es una Semana Santa diferente por cuanto, además de procesiones al uso, celebra desfiles bíblico-pasionales , considerados de Interés Turístico Internacional, que comenzaron a realizarse en el siglo XIX y en los que los lugareños se convierten en personajes del Antiguo Testamento de gran simbología cristiana y trasfondo histórico como el Rey Salomón.

A caballo, en cuadrigas o enormes carrozas recorren los 550 metros de las tribunas instaladas en la avenida Juan Carlos I , revisada este año por los técnicos municipales para garantizar la seguridad. Sentados en más de 10.000 sillas, los visitantes observan los exquisitos bordados de las capas y mantos que visten los protagonistas del desfile y los estandartes que portan, algunos declarados Bien de Interés Cultural, la mayor distinción que se puede conceder a una obra de arte.

Pero este año la calle no será la misma. «Todo te recuerda a algo», explica Torres. En esta artería se demolió un edificio de un centenar de vivienda y «el hueco que ha quedado es tremendo». También Alcolea quiere aprovechar la Semana Santa para «pasar página». «Queremos demostrar que estamos vivos, que Lorca no es un montón de escombros» , defiende Torres.

«Al día siguiente del terremoto, las 1.535 obras de arte del museo estaban evacuadas», explica su director. «Todas están en perfecto estado», al igual que las tallas a los lorquinos tienen confiadas sus devociones. Sólo el Niño Jesús Perdido , una talla de Salzillo a tamaño natural que no procesiona, quedó sepultado bajo el Monasterio de las Clarisas, aunque podrá ser restaurado.

Paso Blanco ha trabajado todos estos meses contrarreloj para que su museo fuera el primer edificio histórico en reabrirse . Sucedió el pasado 29 de diciembre gracias a las donaciones de muchos de sus 2.000 mayordomos y las 2.500 mujeres que veneran a la Virgen de la Amargura y a la generosidad de las empresas que «comenzaron las reparaciones sin saber cuando cobrarán». Torres asegura que «se prometieron muchas ayudas, pero no llegan». Su reto ahora es la recuperación de la Capilla del Rosario , en la que 3.500 cúbicos de hierro sujetan la bóveda de la que la hermandad lleva saliendo los últimos 250 años. «La cúpula se quedó a tres centímetros de caerse», comenta por teléfono.

No obstante, y pese a que se ha reparado la fachada y buena parte de la nave central, el acceso al templo durante la salida de su Virgen titular será restringido. Estará limitado a sus cargadores y a las personas indispensables para la organización. No entrará ni la banda de música ni el público.

Los fuertes temblores destrozaron también la iglesia de San Francisco , sede de Paso Azul del siglo XVI, recuperada también parcialmente para permitir la salida procesional de Nuestra Señora de los Dolores. Alcolea es claro: «Si no se hubiera podido recuperar a tiempo, no se habría desfilado esta Semana Santa». Las obras están siendo dirigidas por Nicolás Carazo y miembro de la cofradía. En un informe, detalla cómo se ha estabilizado la torre, se ha salvaguardado el segundo claustro del antiguo convento o se ha cosido las fisuras y grietas «que hacían peligrar los muros portantes».

Con la aportación económica de los integrantes de la congregación y donaciones de diferentes instituciones se ha trabajado para que Nuestra Señora de los Dolores volviera a su hogar. Mientras, el Ayuntamiento ha parcheado en los últimos días las calles para acabar con socavones y baches y ha instalado carpas que puedan cubrir las carencias de los templos que continúan cerrados.

Al fina, llegará el Domingo de Resurrección. Y eso es lo que Lorca ansía.