Aprenda a ser crupier en cuatro meses

A una España hundida por la crisis, la inversión se le antoja un maná millonario que aliviará la sangría del paro por la creación de miles de puestos de trabajo. Además de albañiles, camareros, recepcionistas, limpiadoras, guardias de seguridad y botones, uno de los puestos más demandados será el de crupier.

En Macao, que ha hecho del juego su principal industria, casi la mitad de los 50.000 empleados en sus 33 casinos dirigen las mesas y ruletas donde se reparte la suerte. Para proteger el empleo local, todos los crupieres deben ser macaenses en esta antigua colonia portuguesa sin apenas paro, donde trabajan 347.000 de sus 550.000 habitantes.

Abierto en 2010, el Centro de Investigación y Enseñanza del Juego, que depende del Instituto Politécnico de Macao , forma a 600 alumnos para trabajar en los casinos y gestionarlos. Junto a dicha carrera universitaria, que dura cuatro años, esta escuela de crupieres ofrece cursos gratuitos de cuatro meses donde los estudiantes aprenden los secretos de los juegos de azar, como el bacará, el póquer y los dados.

«Lo más importante para convertirse en un buen crupier es ser muy rápido con los números y cálculos y tener una vista de lince, porque a veces se juntan 30 jugadores vociferando en una mesa e intentan cambiar las fichas o robarlas», nos explica Vincent Mou .

A sus 33 años, compagina los estudios con su puesto como inspector de crupieres en cuatro mesas del casino Ponter 16, uno de los 23 que sigue gestionando el nonagenario magnate Stanley Ho, quien perdió en 2001 el monopolio del juego que había controlado durante cuatro décadas.

«Afortunadamente, sólo estuve trabajando cuatro meses como crupier, un puesto muy aburrido donde, encima, te toca aguantar las broncas de los jugadores que no saben perder», recuerda Vincent, para quien el elevado salario compensa esos malos ratos.

En Macao, donde el sueldo medio se sitúa en torno a las 10.000 patacas (966 euros), un crupier gana unas 17.000 patacas (1.642 euros) y puede llegar a las 22.000 patacas (2.125 euros) si promociona al rango de supervisor. Atraídos por el dinero, muchos jóvenes dejan sus estudios a los 18 años para buscar empleos a tiempo parcial en casinos como el MGM, que paga 65 patacas (6 euros) por hora.

Superando a Las Vegas, la industria del juego generó el año pasado 25.860 millones de euros en Macao , que recibió 28 millones de turistas porque es el único lugar de China donde está permitido apostar. Al amparo del extraordinario crecimiento del gigante asiático, los casinos han disparado la economía local, pero también la inflación, el precio de la vivienda y, lo que es más grave, la ludopatía.

De todas maneras, y como admite Tommy Cheng, otro alumno de 19 años de la escuela, «su imagen era peor durante la época portuguesa, cuando había mucha violencia por las mafias del juego». Aunque quiere dirigir un casino porque «son el alma de Macao», prefiere no pisarlos más allá de sus horas de trabajo porque en las clases ha aprendido que «todas las ventajas son para la banca».

«Los casinos no necesitan trucos porque las probabilidades juegan siempre a su favor. En el bacará, la suerte está más repartida pero, en el póquer, la posibilidad de que salga una escalera real, la jugada de mayor valor, es de una entre 649.740», razona frente a una ruleta el indonesio Darjo Sunarjo, quien sabe de lo que habla porque fue crupier y atesora una experiencia de nueve años como profesor.

«Además de las reglas del juego, inglés e informática, le enseñamos a los alumnos un código deontológico para que sean responsables y no cometan trampas», señala Linda Lao, quien trabajó en los legendarios casinos Lisboa y Jay-Alay entre 1979 y 1993 y, tras emigrar a Estados Unidos durante una temporada, se ha reciclado como maestra en la escuela de crupieres de Macao. En un casino, lo mejor es situarse al otro lado de la mesa porque, por mucho que gire la ruleta, la banca siempre gana.