Brasil recorta presupuesto sobre el cambio climático

Según la prensa local, el ministerio dirigido por Ricardo Salles, bloqueó el 96% de los recursos que ya eran escasos, equivalentes a unos 7 millones de euros, dejando apenas un presupuesto de 112 mil euros disponibles para cuidar de un país de dimensión continental , que es, a su vez, el mayor país amazónico.

El bloqueo agrava, además, los recortes impuestos a ese ministerio por el equipo económico del Gobierno. El ministerio ambiental tuvo unos 42 millones de euros en recortes , equivalentes a un 22,7% de su presupuesto anual.

En una nota, el Ministerio de Medio Ambiente informó que revisará «todos los gastos de costeo como alquileres, limpieza, seguridad y todo lo que se ahorra será revertido para atenuar las restricciones».

La noticia del bloqueo de recursos en Brasil coincide con la difusión de un informe de la ONU, sobre la potencial de extinción de un millón de especies , como consecuencia de diversos factores, entre ellos la acción humana.

El tema es parte de las discusiones ideológicas de Bolsonaro y de su canciller, Ernesto Araújo, que no reconocen el cambio climático y lo consideran producto de una corriente mundial de «marxismo cultural». El ministro Salles, coincide con esa posición, donde los principales intereses atendidos son los de producción industrial agrícola y ganadera.

Otras áreas que sufrieron bloqueos son la Política Nacional de Residuos sólidos , una bandera del actual ministro, la prevención y control de incendios forestales y el área de licenciamiento ambiental. El programa de apoyo a la creación de unidades de conservación perdió un cuarto de su presupuesto.

La semana pasada, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de Recursos Naturales Renovables (Ibama), una de las principales entidades estatales de preservación ambiental de Brasil, tuvo una reducción del 24% en su presupuesto , perjudicando importantes programas de biodiversidad, como las operaciones del Instituto Chico Mendes de Biodiversidad (ICMBio).

Según el Estado de São Paulo, los cortes ya se sienten en proyectos como el programa ProAdapta, un acuerdo de cooperación firmado con el Gobierno alemán, para recuperar áreas afectadas por lluvias o aumento del nivel del mar en Salvador, Bahía.

«Las acciones comenzaron del lado alemán, pero del lado brasileño pararon», afirmó a este diario una fuente de la misión alemana, que se comprometió con 5 millones de euros en esa iniciativa.

El presidente Bolsonaro llama a los ambientalistas y ecologistas de «Chiitas» y el mes pasado prometió una cacería de brujas en instituciones de preservación, especialmente en Ibama y el ICMBio, donde ya comenzaron los despidos.

«Cerca del 40% de las multas servían para retroalimentar una fiscalización chiita», reclamó el presidente bajo aplausos de hacendados en una feria de la agroindustria en Ribeirão Preto, interior de São Paulo.

El propio Bolsonaro ya fue víctima de esa fiscalización cuando fue multado por un fiscal de Ibama por pesca ilegal en la estación ecológica de Angra dos Reis, en Rio de Janeiro, en enero de 2012, cuando era diputado. Al llegar a la presidencia, Bolsonaro ordenó el despido del fiscal que lo multó , un ingeniero agrónomo que era funcionario de carrera de la entidad.

La política nacional sobre cambio climático (PNMC), fue instituida por el Gobierno brasileño en 2009, a través de una ley para garantizar que el desarrollo económico y social del país ocurra en paralelo con la protección climática.

El compromiso fue asumido por Brasil en el marco de la Convención de la ONU sobre Cambio del Clima y prevé, por ejemplo, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero entre el 36% y el 39% hacia 2020.