El 'palomo gaditano' más bonito de España es de Sevilla

El palomo ganador tiene nueve meses, es de color azul y de la raza buchón gaditano. Nació en el palomar que el propietario tiene en Arahal, dos plantas en las que cuida cada año, desde hace casi 30, unos 300 ejemplares, en plena temporada, de dos razas: buchón gaditano y rafeño, aunque está especializado principalmente en la primera.

Aparte de disfrutar de su vuelo y cuidado, los mejores ejemplares son presentados por su criador a concursos organizados desde diciembre a abril en la provincia de Sevilla, donde hay gran afición a la colombicultura.

Junto a este aficionado, también han recibido premios importantes en el concurso nacional de La Carlota celebrado hace una semana, otros dos criadores arahalenses, pertenecientes todos a la Sociedad de Colombicultura de Arahal. José Antonio García Rodríguez ha obtenido primer premio en palomo adulto de la raza colillano y segundo premio en pichones de esta misma raza; y José Antonio Parrilla se ha llevado otro primer premio en hembra adulta de la raza moroncelo.

El primer premio y absoluto del palomo buchón gaditano presentado por Salvador Rodríguez «ha sido todo un logro», ya que se trata de una raza creada por el hombre y procede de la provincia de Cádiz, donde se encuentra lo que consideran «la cuna» de esta raza, y donde hay grandes aficionados. Salvador Rodríguez dice estar «muy contento porque el palomo no sólo se ha llevado el primer premio de su raza, sino del campeonato en su totalidad».

Asimismo, explica, que los ejemplares de palomo buchón destacan por el tamaño de su buche, que se infla de aire, principalmente para seducir a la hembra, sin taparle la cabeza visto de frente. Esta característica es, a su vez, su punto débil porque esta parte del cuerpo del animal registra cualquier situación anómala que pueda vivir el palomo. Por eso se considera una raza «muy delicada», según explica el ganador del concurso.

Son especialmente complicados los veranos, época en la que el calor les afecta y puede llevarlos a lo que se denomina 'embuchamiento'. Es cuando el buche del animal se cae, a veces llenándose de agua, y hay que vaciarla y tratarlo para que vuelva a la normalidad. De lo contrario, el palomo puede desgarrarse la piel del buche o, incluso, morir. El embuchamiento puede ser síntoma de otros padecimientos como el estrés o distintas enfermedades. Un reto para quien tiene que cuidar 300 ejemplares.

El principal tratamiento para curar el embuchamiento es el «braguero», una pieza hecha de plástico o tela con dos elásticos que se coloca en el buche y se agarra con las alas, ayudando al animal a recoger el buche. Por eso, el cuidado de esta raza debe ser extremo, necesita diariamente varias horas de dedicación, «no hay días de fiesta», dice el arahalense.

Otra característica peculiar del buchón gaditano es que no cría a sus propios pichones, por lo que se considera una raza creada por el hombre. Es curiosa esta forma de crianza, ya que los propietarios de los animales cambian los huevos poniéndolos para su incubación a otras razas, como por ejemplo el palomo mensajero, que es en realidad quien acaba criando al buchón desde que nace.

Los aficionados están federados y disponen de núcleo zoológico, es decir, autorización como instalación que aloja, mantiene y cría animales, como actividad principal, norma que rige en Andalucía.

Llevan un específico control veterinario y suelen ser como museos vivos que visitan aficionados llegados de todo el mundo. En el palomar del criador arahalense han estado criadores de Miami (EEUU), Marruecos, Argelia, Alemania, Suiza, Francia y Holanda. De este último país, recibió visitantes la semana pasada. Es una afición con un lenguaje común en todo el mundo.

La colombicultura es en realidad una práctica deportiva consistente en la cría, adiestramiento, suelta, entrenamiento y competición de palomos de raza en los que se valoran diferentes estándares.

Concretamente, en los buchones gaditanos se valoran nueve características, entre las que destacan el tamaño y la forma del buche, la cola que debe ser corta y fina, y la cabeza almendrada y, además, el ejemplar puntúa más si tiene uno de los colores considerado como «base», es decir, azul, prieto, negro o tobi.