Crítica de música
Tensión en la cuerda
Soustrot vuelve a dirigir a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en un concierto que hizo referencia al maestro Šutej
Carlos Tarín
Volvía el maestro Soustrot al Lope de Vega , tras ser el elegido para ‘sustituir’ a Šutej en el concierto que rememoraba los 30 primeros años de la orquesta. Todavía dentro del año conmemorativo, pero ya como director titular de la ROSS, ... volvía para inaugurar uno de nuevos ciclos de esta temporada que tiene el Teatro Lope de Vega como sede (3 conciertos). La remisión al maestro Šutej no sólo hace referencia a que haya sido Soustrot quien lo rememorara, ni exclusivamente tampoco a que sea en el Lope, a que el director francés tenía prácticamente su edad (dos años más), sino que volvía a verse en el podio del Lope aquel arrebato del croata, aquella intensidad, aquel primer perfeccionismo que nos deslumbró desde la noche del debut de la orquesta y que el galo recuperaba ahora.
La orquesta entera de cuerda, embutida en la pequeña boca del Lope, asumía dos obras memorables para esta sección, coincidentes en fuerza expresiva y diferentes en la forma de expresarla: la ‘Serenata de cuerda’ de Chaikovski y la ‘La noche transfigurada’ de Schoenberg.
La primera reúne a toda la formación en torno a formas galantes o románticas, a veces ligeras y otras religiosas (esa preferencia por las texturas corales homofónicas…), cuando no reivindicativamente nacionalistas. En cualquier caso, l a intensidad predominó en casi todo el conjunto, y ahí es donde se hizo magia la batuta de Soustrot , a base de pulir y brillar. No podía haber sido de otro modo, dada la acústica del Lope, pensada para el teatro hablado, y esa escena seca no permitía ningún desajuste sin que se notara: violines y violas, que ocupaban las primeras filas, estuvieron francamente espléndidos; y la verdad es que los chelos, al quedar de frente al público desde el sitio de las violas y ser instrumentos más poderosos, se les oyó bastante bien, particularmente en la ‘Elegía’ , donde al unísono con las violas cantan un emotivo pasaje. Los contrabajos, muy al fondo, apenas parecieron participar.
La obra de Schoenberg, aunque con sustratos tonales, posee una intensidad diferente, producto en parte de un lenguaje melódico y armónico más avanzado (wagneriano/brahmsiano), y la referencia a un ‘programa’, a un poema, ya de por sí escandaloso para el época, tanto por planteamiento como por resolución, que justifica la acidez que por momentos invade la obra, como por ejemplo el cenit amoroso de la inusual relación. Acaso el momento que mejor resume musicalmente esta vorágine de sentimientos encontrados sea el que inicia la viola suavemente sobre la mitad de la obra y es respondido inmediatamente por el violín al unísono para estallar al poco en fortísimo con toda la orquesta. Aún más que en Chaikovski, la disposición de las violas enfrentadas a los violines dieron en Schoenberg penetrantes momentos de expresividad .
Al terminar se mantuvo un silencio mayor del habitual, en el que flotaba toda la tensión/distensión que aún persistía en el aire. Bravo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete