Isabel de Farnesio: no solo una ambiciosa madrastra

Según cuentan sus biógrafos, la noble italiana fue una persona sumamente ambiciosa que participó de manera activa en cuestiones políticas con el objetivo de procurar a sus hijos unos «destinos» aceptables a su rango, mientras que ninguneó de manera flagrante a los hijos mayores de su marido, los futuros Luis I y Fernando VI, emulando a una auténtica madrastra de cuento . De su unión con Felipe V nacieron siete hijos de los cuales seis llegaron a la edad adulta, algo verdaderamente notable para aquellos tiempos de pavorosa mortalidad infantil. Hoy queremos destacar su gran legado como coleccionista de arte.

Isabel había nacido en Parma, una corte culta y sofisticada . Los palacios que habitó estaban adornados espléndidamente con obras de los más célebres pintores italianos. La noble mostró desde joven una notable inclinación por las artes, recibiendo lecciones de pintura desde los once años. También fue muy aficionada a la música, de hecho sabía tocar el clavicémbalo . Por otro lado, también disfrutaba con la lectura y el coleccionismo de libros, no se debe olvidar que la Biblioteca Real (precedente de la Biblioteca Nacional) fue fundada por Felipe V en 1712. El perfil de Isabel encajaba con lo que debía ser una reina del Antiguo Régimen, una persona cultivada, conocedora de idiomas y versada en varias disciplinas. Los monarcas ponían las artes a su servicio no únicamente para dar mayor gloria a su mandato, sino también como manifestación de poder.

Su pasión por la belleza le llevó a formar una importante colección atesorando a lo largo de su vida más de novecientos cuadros que fueron marcados con una flor de lis blanca, emblema de la familia Farnesio. El primer rey español en marcar su colección particular fue Felipe V para lo cual adoptó el emblema de la Casa Ducal de Borgoña , una cruz en forma de aspa.

Hasta el siglo XVIII las pinturas de la Colección Real Española no se identificaron mediante alguna señal o símbolo, ya que las personas a su cargo las supervisaban a través de los inventarios de bienes. La necesidad de tenerlas mejor controladas vino dada a raíz del incendio del Alcázar de los Austrias, que se produjo el día de Nochebuena de 1734. El palacio, residencia principal de la familia real española y sede de la corte, quedó reducido a cenizas. Su exterior era sobrio pero albergaba, probablemente, la más importante colección de pintura de la época, formada por unos dos mil cuadros de los mejores artistas. Se estima que se perdieron unas quinientas pinturas, además de un sinfín de obras de arte de todo tipo.

Volviendo a la colección de la reina, esta se formó por diversas vías. Gran parte fue comprada, pero también le vino por herencias y obsequios. En 1740 falleció su tía Mariana de Neoburgo , segunda mujer de Carlos II, dejándole heredera universal de todo su patrimonio en el que figuraban obras de Lucas Jordán y la escultora sevillana Luisa Roldán, además de valiosas joyas. La reina no solo gustaba de la pintura de su tierra natal, sino que también tuvo predilección por el arte flamenco . La obra catalogada como número uno de su colección es el retrato de doña Amalia de Solms-Braufels, de mano de Van Dyck. Los lienzos que colgaban de sus paredes eran fundamentalmente italianos, entre los que cabe destacar a Solimena, Nani, Coreggio, Reni o Jordán; pero también había una buena representación de pintura flamenca (Rubens, Teniers, Brueghel, Van Dyck o Teniers) y francesa (Poussin, Mingard o Watteau).

En 1729 la corte se trasladó a Sevilla . La entrada del séquito real se hizo por el puente de Barcas accediendo a la ciudad por la Puerta de Triana. El Alcázar se convirtió en la residencia de los reyes y su gran familia durante casi cinco años. En la capital hispalense Isabel de Farnesio descubrió a Murillo , quedando fascinada por su originalidad y sensibilidad en el tratamiento de determinados asuntos, hasta el punto que, con sus propios fondos, compraría varias pinturas del maestro sevillano. Esta pasión le duró toda su vida. A la muerte del Cardenal Molina, Presidente del Consejo de Castilla, aprovechó la oportunidad para adquirir «La Sagrada Familia del pajarito», que se convirtió en su cuadro predilecto y que siempre le acompañaba en sus desplazamientos de un palacio a otro. Isabel de Farnesio falleció en 1768 dejando en España una impresionante colección de pinturas, de las cuales más de trescientas se conservan en el Museo del Prado y otras tantas en los diversos Sitios Reales, hoy pertenecientes a Patrimonio Nacional. La italiana hizo suya la famosa frase de Nicolás Poussin: «La pintura es la amante de la belleza y la reina de las artes».

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