Patrimonio Sevilla
Torre de Don Fadrique: el monumento con peor suerte
Durante todo el siglo XX se sucedieron proyectos -museo arqueológico, museo de historia de Sevilla, mirador- para darle vida al edificio con idéntico resultado: ninguno salió adelante
Una imagen reciente de la torre de Don Fadrique
Un suelto en el periódico del 14 de agosto de 1987 recoge una denuncia pública de los concejales populares en el Ayuntamiento de Sevilla sobre la torre de Don Fadrique: «Estos concejales piden un proyecto de utilización de la torre que contemple también ... su conservación, 'pues consideramos lamentable que un edificio que ha sido sometido a una aceptable rehabilitación languidezca sin uso '. Para ello, solicitaban la remodelación del recinto de la torre de Don Fadrique para que «pueda servir, como se pensó en un principio, como futura sede del Museo Arqueológico Municipal '».
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Hoy como ayer, 33 años después , otros concejales populares han pedido que se adecente la torre , convertida en palomar, y se le dote de un uso acorde con la monumentalidad de la torre que mandó edificar el infante don Fadrique, hijo mayor del Rey Santo , Fernando III. No hay monumento de Sevilla con peor suerte que esta torre albarrana entre románica y gótica del siglo XIII, escondida en el compás del convento de Santa Clara : lleva más de un siglo buscando una oportunidad que la ciudad le niega. Se ha proyectado como museo arqueológico, museo de historia de la ciudad, mirador y ahora se anuncia un nuevo uso, pero la historia muestra con empecinamiento que ninguna fórmula ha cuajado.
Una foto sin datar de antes de los años 20 del siglo pasado
En 1928, meses antes de la Exposición Iberoamericana de 1929, el poeta Muñoz San Román se lamentaba en ABC: «Hace pocos años, la Municipalidad hispalense rescató la torre y la puso al contacto del pueblo. Pero de tan insuficiente manera, que el pueblo sigue tan apartado de la torre como en los siglos que pasaron ». Y ese ha sido su sino desde que la defensa le fue confiscada a quien la levantó y entregada con el resto de bienes a las clarisas del convento, que ostentaron la propiedad hasta 1920.
En enero de 1918, el cardenal Enrique Almaraz autorizaba a una comisión formada por el escritor Santiago Montoto, el canónigo doctoral Moreno Maldonado, los concejales Fernando R. de Rivas y el conde de Bustillo, y el arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia ingresó en la clausura del cenobio para pactar un justiprecio por la compra de la torre en favor del Ayuntamiento. El propio Montoto lo contó en este periódico en 1951 añadiendo que aquella visita sirvió de inspiración a los hermanos Álvarez Quintero para un episodio de su obra «La calumniada».
El consistorio escrituró a su favor entre marzo de 1920 y diciembre de 1929 la torre y una franja de terreno anexa que permutó con el terrateniente José León (constructor del barrio que lleva el apellido familiar al final de Triana) para convertirlo en Museo Arqueológico , que hasta entonces se encontraba en la propia casa consistorial.
Vista desde la torre del estanque de Talavera
Juan Talavera tomó bajo su dirección el monumento y la configuración actual se debe a su intervención. Añadió la escalera de mampostería puesto que originariamente se supone que los peldaños fueron de madera para poder desplomarlas y aislar los pisos superiores de la construcción a modo de habitación antipánico actual. También añadió en el compás de Santa Clara la portada del colegio de Santa María de Jesús , primitiva universidad hispalense, como acceso directo al museo arqueológico sin invadir la clausura. Pero, sobre todo, Talavera plantó el estanque delante del monumento para ambientar convenientemente éste.
Después de aquellas obras, el Ayuntamiento trasladó allí las piezas de la colección arqueológica municipal para disfrute de sevillanos y viajeros. De hecho, se anunciaba en la «Guía del turista» en 1930 de esta forma: «Museo Arqueológico Municipal y torre de Don Fadrique: Santa Clara, 32. Horas de visita: de nueve a doce y de dos a seis ». La entrada era gratuita.
El depósito de piezas fue aumentando progresivamente y también descontrolándose. A los capiteles, basas, fustes de todas épocas se sumaron piezas de artesanía o mobiliario urbano como las farolas de cerrajería de la Plaza Nueva o las verjas y demás herrajes de la cervantina Cárcel Real desde la prisión del Pópulo cuando ésta quedó sin uso en los años de la Segunda República.
Después de la Guerra, la torre de Don Fadrique siguió incorporada al itinerario turístico de la ciudad como atestigua el hecho de que la visitara el general Franco en la gira que hizo a Sevilla en 1942. Pero a partir de 1946, con la inauguración del Museo Arqueológico en el pabellón de las Bellas Artes de la plaza de América, el sitio empezó a languidecer con la estatua del rey felón Fernando VII como mudo testigo de una historia de abandono e incuria.
Bien entrados los años 70 del pasado siglo, la torre de Don Fadrique recupera interés por parte de arquitectos, historiadores y conservacionistas , que reclaman un uso acorde para su correcto mantenimiento. Se propugna volver a utilizarla como museo arqueológico con las colección municipal de piezas que todavía atesora el Ayuntamiento.
En 1980, con José Luis Ortiz Nuevo como concejal de Cultura, se lanza la idea de convertir la torre en museo de la Historia de Sevilla : «El museo va a ir dirigido tanto a los sevillanos como a los visitantes , que conocerán, tras recorrer sus instalaciones, algo más sobre nuestra historia. No podremos dotarlo de grandes obras de arte, porque ello exigiría unas medidas de seguridad que el Ayuntamiento, por el momento, no puede costear, pero sí intentaremos hacer algo instructivo e interesante».
Interior de la torre de Don Fadrique donde se aprecia la escalera añadida en los años veinte
En abril de 1982, el pleno municipal aprobó una intervención rehabilitadora por valor de diez millones de pesetas (60.000 euros constantes) que se prolongó durante diez meses en 1984 dirigida por el arquitecto Alfonso Rodríguez Martín y el aparejador José María Cabeza . Pero entonces el proyecto de Museo de Historia de la ciudad había abandonado la torre aledaña al convento de Santa Clara para posarse sobre las Atarazanas, que el Ministerio de Defensa iba a ceder al municipio a tal fin. Vidas monumentales paralelas
Quince años después, en 1999, se presenta una nueva solución para garantizar la conservación de la torre de Don Fadrique: convertirla en un mirador de la ciudad con una cámara oscura como la de la torre Tavira de Cádiz aunque para ello hubiera que alterar su interior. Se pretendía prolongar la escalera hasta la azotea, añadir una entreplanta donde instalar la lente de la cámara oscura. La intervención iba a suponer una inversión de entre 20 y 25 millones de pesetas, pero también quedó en nada, como sus precedentes.
De eso hace más de veinte años. La torre de Don Fadrique sigue aguardando a que cambie su suerte para encontrar un uso acorde con su monumentalidad que le asegure un futuro digno de su valor patrimonial. Hasta entonces, seguirán repitiéndose las denuncias de la oposición municipal y los anuncios de proyectos que nunca llegan a buen puerto. Esperemos que esta vez sea la definitiva.
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