Suscríbete a
ABC Premium

Cardo máximo

El ruido y la furia

Volverán con la ilusión de haber respirado por unas jornadas una bocanada de aire fresco, un descanso que todos consideramos merecido y justo, un respiro en la vulgaridad de nuestras vidas de aluvión

Javier Rubio

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La proliferación de acentos de todas partes certifica la impresión de que han vuelto los turistas a llenar la ciudad, más allá de las estadísticas y los números oficiales que hablan de recuperación de los vuelos y los viajes. Los ves pasear con el móvil ... en la mano, guiados por esa aplicación que invita a girar en la Puerta Real por una inexistente «Alfonso Duodécimo» en la toponimia urbana hispalense. Si se pasara revista, no faltaría nadie. Los más clásicos siguen dibujando recorridos con el dedo sobre planos de papel como sólo un turista es capaz de pergeñar. Son familias enteras con abuelos y nietos deambulando en busca de una terraza donde tomar un café o reponer fuerzas a media mañana; parejas enamoriscadas que se hacen arrumacos mientras aguardan turno para sentarse; grupos de señoras arregladísimas que llevan puestas las eses finales como quien se echa un echarpe por los hombros; pandillas de amigotes con botas de siete leguas y tragaderas de siete litros de alcohol; grupos de guiris detrás del paraguas enarbolado; jovencitas casaderas despidiendo la soltería con la misma chabacana exhibición de antes de la pandemia; o interesados por el arte que se asombran con los picassos hospedados por un tiempo en el museo. Como ellos mismos, huéspedes de una ciudad que no es la suya.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia