El Ayuntamiento de Sevilla tomará medidas contra la suciedad en las siguientes finales futbolísticas

La falta de urinarios públicos o la reticencia de algunos establecimientos a dejar utilizar el baño a personas que no estaban consumiendo generó un problema de suciedad, agravado por la cantidad de basura que se dejó abandonada en enclaves tan céntricos como la Alameda , las plazas de San Francisco y Virgen de los Reyes. Alrededor de 20.000 kilos de residuos recogieron los trabajadores de Lipasam, como reconoció ayer el alcalde, Antonio Muñoz , quien dijo que «tenemos que aprender de lo sucedido y tomar nota del ejemplo».

Y no está lejos la siguiente cita deportiva de este nivel. Será la final de la Copa de la Uefa que se celebrará el próximo 18 de mayo en el Ramón Sánchez Pizjuán . La disputarán dos equipos extranjeros y en liza están uno inglés, otro británico y dos alemanes. El dispositivo, tanto de seguridad como de limpieza, se decidirá cuando se conozcan los finalistas.

El regidor aseguró que este encuentro, que será un miércoles, tendrá un impacto de entre 60 y 65 millones de euros , con la previsión de llegada de unos 55.000 visitantes que agotarán la oferta de la planta hotelera. Gestionar un volumen de público de ese nivel no es nada fácil, pero se intentarán tomar medidas para evitar episodios pasados. «La limpieza, a pesar del éxito deportivo y del buen funcionamiento del dispositivo, fue lo mejorable por así decirlo. De cara a ediciones posteriores de cualquier evento deportivo, hay que procurar compatibilizar el disfrute y animación con una conducta más cívica », reprochó Muñoz, asumiendo también que «tenemos que aprender de lo que ha sucedido y que sirve como ejemplo. Sevilla atesora una gran experiencia en la celebración de grandes eventos, pero tomamos nota para algunas cuestiones de cara a la final de la Uefa, para la que dispondremos de una zona donde cada equipo estará albergado », avanzó.

Ya eso se procuró para el encuentro del sábado, con un espacio habilitado para los aficionados del Valencia en el Alamillo, pero en las primeras horas de la tarde los que se hospedaban en el Casco Histórico tomaron las calles y plazas más céntricas, explotando una gran cantidad de material pirotécnico durante ese tiempo de espera para sorpresa de residentes y turistas. No hubo altercados, ni se provocaron daños, sólo el ruido y la suciedad por la gran aglomeración de personas. Otros enclaves de la ciudad como la Alameda fue punto de encuentro de la afición bética y también allí se recogieron centenares de kilos de residuos. Ambas concentraciones se organizaron de forma espontánea y no se pudo disponer de un dispositivo de seguridad como el que se habilitó en el entorno del Benito Villamarín , donde los béticos acudieron en masa para ver el partido en la pantalla gigante, o en la Plaza Nueva, donde la Policía Nacional restringió la entrada de madrugada para evitar incidentes.

Otra cuestión fue la movilidad, que funcionó «relativamente bien», dijo el alcalde. Los refuerzos de Tussam resultaron fundamentales para los desplazamientos dentro de la ciudad , con 29 autobuses que transportaron a 3.360 personas. Todos ellos estuvieron prestando servicio hasta las 2.45. Las bolsas de apartamientos de la Cartuja fueron utilizadas masivamente por la afición valencianista y se lograron desalojar de forma escalonada. Las dificultades llegaron pasadas las tres de la madrugada cuando sólo estaban disponibles las flotas de taxi y vehículos con licencia VTC que resultaron insuficientes para la cantidad de personas que todavía seguían en la calle y que precisaron de un transporte para regresar.