Arden tres de los seis trenes del monorraíl de la Expo 92 almacenados en La Cartuja
Los aparatos, que se guardan desde hace trece años en una parcela abandonada a la que acceden vagabundos y gamberros, han quedado calcinados casi al completo
E. BARBA
SEVILLA. Los trenes del famoso monorraíl de la Exposición Universal de 1992 ya tienen, trece años después, un destino definido: la chatarrería. Ese será el triste final que le espera al menos a tres de los seis aparatos que se almacenaban en una ... parcela de La Cartuja, tan abandonada como los propios trenes, y que en la tarde de ayer se vieron afectados por un incendio. El fuego dejó calcinados los vagones centrales de la mitad de estos medios de locomoción, quedando un cuarto tren afectado aunque sólo en sus ventanas de plástico, ennegrecidas por el humo.
El incendio comenzó sobre las 17:20 horas en el aparato más cercano a la valla exterior de la parcela, cerrada con candado pero en la que, según apuntaban algunos guardas de seguridad del Parque Tecnológico, se colaban muchas veces vagabundos y gamberros, quienes ya habían dejado su sello particular llenando de graffitis los exteriores de los vagones. Por ello y por las propias características, desde el propio cuerpo de Bomberos distintas fuentes afirmaban que «hay un 99% de posibilidades de que se trate de un incendio intencionado, pues no hay componentes eléctricos en los trenes almacenados ni en las instalaciones y, además, no hay rastrojos ni cartones bajo los vagones ni tampoco las ventanas son de cristal y han podido hacer efecto lupa». «A esto le han metido fuego, seguro», subrayaba un operario nada más quedar extinguido el fuego, sobre las 18:30 horas.
Sin espacio para maniobrar
No fue fácil sofocar las llamas, pues los trenes estaban muy pegados, apenas había espacio para maniobrar entre ellos y el fuego se traspasó de un aparato a otro con mucha facilidad por culpa, sobre todo, de los «acordeones» de unión de los vagones, cuyo material, plástico, facilitó el rápido contagio. Además, el tapizado, el aislante y el aluminio interiores ayudaron a alimentar el fuego. Al cuarto de hora de apreciarse las primeras llamas por parte de la Policía Local, que patrullaba por allí -justo al lado de su central- y darse el aviso, un camión de Bomberos se presentó en la parcela -justo enfrente de la actual facultad de Ciencias de la Información, en lo que era la franja de servicios de la Expo- para iniciar las labores de extinción, que se centraron en principio en controlar desde fuera el incendio para que no se extendiera más allá de los tres primeros trenes y poder salvar a la otra mitad. Sobre las 17:50 llegó otro vehículo cisterna de refuerzo, pues se hacían necesarios más medios para sofocar las llamas. La cuestión se complicó, además, por los problemas surgidos con la boca de riego más cercana, en la acera de edificio de servicios de la Expo contiguo a la parcela, que no funcionaba correctamente y de la que no podía extraerse agua; tuvo que habilitarse por parte de un retén de Emasesa otra algo más alejada del incendio.
Ya con más operarios -en total se personaron hasta 25 en ocho vehículos-, se pasó a una segunda fase de extinción desde dentro del propio incendio utilizando los bomberos botellas aire para respirar y también espuma para ahogar las llamas de las zonas más complicadas. Finalmente, algo más de una hora después de que se declarase el fuego éste quedó sofocado del todo, perdiéndose los tres primeros trenes.
Los tres aparatos afectados quedaron calcinados casi en su totalidad, si bien se logró salvar al resto de las llamas. Para acceder a la parcela donde se almacenaban los trenes hubo que romper los candados, pues los Bomberos no encontraron respuesta alguna en los minutos posteriores a la declaración del incendio cuando preguntaron por los responsables del recinto vallado y por las llaves del mismo. «Esto llevaba aquí trece años metido y abandonado. Lo raro es que no hubiera sucedido antes», comentaba un operario. Un miembro de la seguridad privada de La Cartuja advertía de que allí se habían metido «muchas veces gamberros a hacer pintadas». Tanto la parcela como los aparatos son propiedad de Agesa, sociedad estatal encargada de gestionar los activos de la Expo 92, que nunca pudo vender ni reutilizar esos trenes característicos de la Expo.
Más contenedores
Por otro lado, ayer se produjeron un par de incendios más en viviendas de Sevilla -en una cocina y en una panadería- sin que se produjeran víctimas ni heridos de consideración. Sí resulta más destacable, según se apuntaba desde los Bomberos, que en la madrugada del lunes al martes el nivel de contenedores quemados fuera «como el de un fin de semana, o sea, muchos».
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