entrevista
Emilio Vara: «Lo más raro que me han pedido en Casa Moreno es un bocadillo de melva para mojarlo en el café»
El camarero-poeta del histórico establecimiento de Sevilla que aúna una tienda de ultramarinos con la barra de un bar, advierte contra la masificación del centro de la ciudad: «Los viernes por la tarde esto es como la calle Pepe Hillo un día de feria en hora punta»
«Los clientes me piden a mí la cuenta para que se la haga a mano con una frase dedicada»
«La vida es la barra de un bar y aquí te enteras de muchas más cosas que viendo el móvil, la tele o los periódicos»
Sevilla
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Iniciar sesiónEmilio Vara, que ha cumplido 55 años, trabaja en Casa Moreno, una tienda de ultramarinos que tiene un bar en la trastienda en la que este hombre se pasa casi todo el día y en la que lleva trabajando más de 33 ... años. Emilio, que es un maestro de la escucha desde que empezó a trabajar hace casi cuarenta años («me gusta más escuchar que hablar porque la vida es la barra de un bar»), contesta a las preguntas del periodista desde el otro lado de la barra, Todos los que vienen aquí conocen a este camarero-poeta de mecha rápida, que acabó el COU y quería hacer Periodismo porque construye frases geniales que escribe sobre la cuenta de los clientes o sobre un trozo de papel y pega luego en las paredes del bar. La conversación fluye entre una Cruzcampo y otra, entre un montadito de y otro de sobrasada con queso y otro de lomo en manteca.
-¿Qué es lo más raro que le ha pedido un cliente?
-Quizá un bocadillo de melva para mojarlo con un café. Nunca lo había visto.
-A este bar vienen muchos toreros. Le habrán proporcionado muchas anécdotas.
-Curro Romero estuvo con Carmen Tello en esa esquina hace poco. Y me acuerdo una de él en una reunión que tuvo con otros toreros jóvenes como Daniel Luque, Ortega, Escribano, Aguado. Estaban comiendo en la finca de los hermanos Sampedro y Curro le preguntó a uno de ellos dónde estaba el cuarto de baño. Le dijo al final del pasillo y Pablo Aguado, en un gesto de discípulo, lo acompañó porque lo había visto que se movía con dificultad. Pero cuando iban por el pasillo, le dice Aguado al ver lo bien que iba Curro: «Maestro, pues usted no está tan malo de los pinrreles», a lo que le contesta Curro: «El que se está meando soy yo». Curro es genio y figura en los ruedos y fuera de ellos.
Un parroquiano del bar, que está tomando un vino en Casa Moreno, toma la palabra y cuenta otra del faraón de Camas:
-Hay otra de él muy buena -dice-. Iba por una calle de Sevilla con unos andamios montados pero que se podía pasar por debajo. Curro, venté por aquí, le indicó un amigo, pero él dijo: «Por ahí no. Lo más tierno que se te puede caer es un carrillo de mano».
Una de las frases que brillan en la pared de Casa Moreno dice: «Lo prometido es duda».
-Es que la gente casi nunca cumple lo que promete -dice Emilio-.
-¿Los clientes de este bar son autóctonos?
-Aquí viene gente de todo tipo. Pero cada vez viene menos gente de los barrios al centro porque esto los viernes por la tarde se pone que no se cabe. Pasear por las calles del centro esa tarde es como ir por la calle Pepe Hillo un día de Feria en hora punta. Casi no se puede andar. Hay turistas de todas las edades y mucha gente. Pero esto dura hasta el domingo al mediodía porque el domingo por la tarde ya no hay nadie y hasta los bares cierran. En cuanto anochece, da hasta miedo pasear por las calles del centro porque no hay nadie.
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