el rincón de...
José Alcedo: «Puedo decirle que la mafia rusa anda por la Calle del Infierno»
Su última novela se desarrolla en las tripas de la Feria con la aparición de seis cadáveres en el interior de un camión
Los descuentos de las atracciones de la calle del Infierno empiezan este jueves
El autor, con la Bahía de Cádiz a la espalda
—¿Es usted feriante?
—Sí, me gusta la feria.
—¿Intenso o razonablemente intenso?
—Razonablemente intenso por culpa de la edad. Con menos años la vivía mucho más intensamente. ... —Pero tengo entendido que, además, ha montado más de una treintena de ferias.
—Mi trabajo es técnico de Cultura y Fiestas en el Ayuntamiento de Puerto Real y una de mis tareas es montar la feria de mi ciudad. Y es así, desde 1991 llevo montando la feria.
—O sea, que conoce las tripas de un monstruo dedicado a hacer feliz a la gente.
—Sí, puede decirse que la conozco bien por dentro. No solo por mi cargo como funcionario, sino también por mi trato con los industriales feriantes
—No obstante, entre tanta felicidad, usted es capaz de ubicar una trama literaria a partir de un asesinato múltiple.
—No puedo adelantarle más porque haría 'spoiler'. Pero sí le digo que la mafia rusa anda por la Calle del Infierno
—¿Y eso es real?
—Las tratas de blanca están presentes en la vida actual.
—Digamos que su novela no se interesa por el mundo de las casetas, sino que centra la atención en el mundo menos visible de los industriales feriantes.
—La novela está centrada en la Calle del Infierno. Un lugar que tiene sus leyes y códigos propios y que el común de la gente desconoce cómo funciona. Las luces de la Feria no entran en ese recinto, digamos, carente de visibilidad.
—Esos feriantes que tienen sus más y sus menos entre ellos y donde se llega al ajustes de cuentas…
—La verdad es que existe un código ético de comportamiento privado que lo manejan entre ellos y que se resuelve al margen de la justicia ordinaria. Y eso genera conflictos.
—Disculpe que le insista: ¿pero se llega a los ajustes de cuentas?
—Yo los he vivido en Puerto Real. Y tengo conocimiento de que también se han registrado en otras ciudades andaluzas. Hoy es mucho más raro que se den.
—¿Su novela es, por tanto, el reflejo de una realidad?
—Es un reflejo de lo que es la Feria que no se ve, ni se vive. Es la cara oculta de la Feria que convive, cada día, con el rostro más amable del festejo.
—Tengo entendido que no ha sido infrecuente que entre estas venganzas personales salieran ardiendo atracciones de coches locos.
—Para documentar la novela he podido acceder a fotografías de incendios de instalaciones festivas y de actos vengativos por perder una parcela importante en el recinto del parque de atracciones. Pero he de subrayar que esto ha dejado de ocurrir.
—Creo que los industriales feriantes tienen un argot propio.
—Como muchos gremios tienen un vocabulario nada conocido para los ajenos al negocio. Y que son palabras de uso corriente entre ellos.
—¿Qué es el cagaero en esa jerga?
—(Risas) La zona del parque de atracciones que nadie quiere, que es la que da menos dinero y que aceptan porque no hay otro sitio donde ubicarse. Yo he vivido casos donde el industrial me ha pedido sitio y le he dicho sobre plano que tengo este. Y él me ha contestado que no lo quiere, que eso es el cagaero…
—¿Y el chochito?
—Es una atracción fácil de manejar como, por ejemplo, los circuitos de motos y coches infantiles, que los industriales se las instalaban a las mujeres para introducirlas en la profesión.
—¿Es el de los feriantes un mundillo cerrado, endogámico y donde los apellidos poderosos se entrelazan con uniones matrimoniales?
—Conviven de feria en feria. Y terminan teniendo sus relaciones dentro del grupo. Eso facilita que se produzcan matrimonios y uniones entre ellos, normalmente del mismo nivel social o entre familias amigas.
—O sea, como la vida misma…
—Sería difícil que un empresario de una atracción potente viera con buenos ojos que su hijo se casara con la hija del puesto de turrón.
—Una constante de estos feriantes es la queja permanente por el precio de alquiler de las parcelas…
—Es una queja continua. Aunque los ayuntamientos son cada vez más sensibles al tema del precio de las parcelas de los recintos. La verdad es que cuando un industrial te dice que no puede quejarse de la feria significa que han ganado mucho dinero.
—La sensibilidad animal ha dejado a los circos sin fieras, a los ponis sin dar vueltas y a los fotógrafos sin el mono. ¿Estamos viviendo un cambio radical en algunos aspectos de la feria?
—Los cambios en la legislación están cambiando el formato de las ferias tradicionales.
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