entrevista
Los párrocos de las Tres Mil Viviendas: «Aquí siempre gana un clan que echa del barrio al otro»
Salvador Diánez, párroco de San Pío X, y Sergio Codera, de Jesús Obrero, conversan sobre la situación actual del barrio tras los recientes tiroteos con armas de guerra y sobre la labor que realiza la Iglesia en un contexto complejo de violencia y pobreza de diferentes tipos
«Sacaron la comisaría del Polígono Sur y la cierran a las 9 de la noche, cuando todo empieza aquí»
«Somos optimistas, pese a todo, y la misión de la Esperanza de Triana nos va a dar mucho ánimo»
El párroco de Jesús Obrero: «Ahora tenemos más feligreses y el coro está mucho más animado»

Salvador Diánez (Sevilla, 1979) es sacerdote desde 2018 y párroco de San Pío X desde hace trece meses. Situada en la barriada de las Letanías, es una de las tres parroquias que hay en el Polígono Sur, junto con Jesús Obrero y Nuestra Señora ... de la Oliva. Diánez, que será operado la semana próxima de un cáncer, es responsable diocesano de Migraciones y vicario episcopal de Pastoral Social, responsabilidad desde las que intenta responder de manera coordinada a las distintas realidades de pobreza de Sevilla.
Sergio Codera (Rota, 1980) es salesiano religioso desde 2001 y sacerdote desde 2010. Es párroco de Jesús Obrero, muy cerca de las Tres Mil Viviendas, desde finales del pasado verano. Salesiano por vocación, fue subdirector del colegio de los Salesianos de la Santísima Trinidad de Sevilla y director de su centro juvenil hasta que el arzobispo de Sevilla le destinó al barrio más pobre de España, donde la Fundación Don Bosco mantiene un taller textil que da formación y oportunidades laborales a los jóvenes de la zona.
-¿Cómo es la situación ahora mismo en el barrio tras los tiroteos del pasado fin de semana?
Salvador Diánez: Los vecinos están lógicamente muy preocupados y nosotros, como Iglesia, tenemos la obligación de acompañar a nuestros feligreses.
Sergio Codera: Hay mucho miedo. Gracias a Dios, apuntaron al cielo. Si llega a caer una bala, hubiera sido una tragedia. Aunque tampoco habría sido la primera.
-¿Temen que vaya a más?
-Sergio Codera: No lo creo. Se están yendo del barrio familiares de uno de los clanes implicados por miedo a lo que pueda pasar. Y esto es buena señal. Aquí siempre ganan unos que echan del barrio a los otros.
-¿Causaron sorpresa los incidentes del pasado fin de semana o es algo a lo que uno, hasta cierto punto, se acostumbra?
S.D: La gente está muy impresionada por el cariz que está tomando esto. Es verdad que ha habido peleas e incidentes en otras ocasiones pero de esta magnitud, no. Muchos vecinos llamaron a la Policía y esto no es habitual aquí.
S.C: Las peleas no son nuevas en el barrio, por desgracia. Pero esa exhibición de poder y armamento, con ametralladoras y fusiles de guerra, nos ha dejado sorprendidos. Yo llegué media hora después porque estaba confesando y vi los alrededores de la parroquia muy vacíos, algo muy raro porque a esa hora siempre hay carreras ilegales de coches y de motos. Me pareció muy raro que no hubiera nadie en la calle. Y me contaron lo que había pasado unos jóvenes de unos pisos tutelados que tenemos aquí.
-¿Hay ya cierta resignación entre los vecinos?
S.D: A mí siempre me gusta poner el acento en lo positivo del Polígono Sur y la inmensa mayoría de los vecinos son personas de bien. Yo diría que el 99 por ciento madruga todas las mañanas para ir a trabajar. Gente trabajadora, gente como usted y como yo.
S.C: No hay resignación porque aquí la gente es muy luchadora. Lucha y trabaja día a día y por eso a la gente le duele tanto estas noticias que salen en los telediarios y los periódicos sobre violencia en el barrio. Hay mucha gente buena. Estos episodios son como el árbol que cae ruidosamente frente al bosque que crece en silencio.
-Aunque se quiera poner el acento en lo positivo, lo negativo parece haber adquirido otra dimensión con el uso de armas de guerra por parte de algunos clanes, a los que ya se ha incautado tres veces más cocaína que el pasado año. Dice Manolo Sánchez, párroco de la Blanca Paloma, que los «narcopisos» se «cargaron» Los Pajaritos. ¿Tampoco hay solución para los narcopisos y las plantaciones de marihuana de las Tres Mil?
S.D.: Esto viene de muy lejos, no es de ahora. Muchos cayeron en el pozo de la heroína en los años 80 del pasado siglo. Y no fue sólo en el Polígono Sur. Yo nací en Los Remedios y unos vecinos míos se engancharon a la heroína. Eran tres hermanos.
S.C: La pregunta que yo me haría es por qué los jóvenes del barrio caen en la droga o hacen de ella su forma de vida. Cuando un chaval de 20 años (ya con uno o dos hijos, lo habitual aquí) monta una plantación de marihuana en un piso, con el riesgo de acabar en la cárcel o muerto de un disparo de otro clan, como pudo pasar el otro día, es porque no ve otra salida para tirar adelante. Es una salida fácil y sin esfuerzo para ganarse la vida pero hay que ofrecerles otras opciones honradas y menos arriesgadas. En la Fundación Don Bosco lo hacemos.
-¿Y esos jóvenes se dejan ayudar?
-S.C: No todo el mundo se deja ayudar porque lo otro es fácil y rápido. Tener una vida honrada requiere un esfuerzo y estamos en una sociedad que lo quiere todo en el instante.
-Han pasado más de cuarenta años y da la impresión de que por el Polígono Sur no ha pasado el tiempo y que el tráfico de drogas y la inseguridad siguen siendo las mismas.
S.D.: Es una realidad que esto no se ha atajado.
S.C.: Aún llevo poco tiempo aquí pero he sido mucho tiempo coordinador de la Pastoral que se encarga de los jóvenes de los barrios y no hay tantas diferencias con otros barrios. Quitando las carreras de coches y de motos.
-Se ha invertido mucho dinero en el Polígono Sur y hace más de 20 años se creó el Comisionado.
S.D.: Sí, y los vecinos lógicamente se quejan de esto. Yo estoy convencido de que las administraciones públicas no quieren que el Polígono Sur sufra este tipo de violencia y de pobreza humana. Han hecho un esfuerzo pero seguimos con violencia.
S.C.: Hay pequeños detalles que demuestran que no se hacen las cosas como deberían. Un ejemplo es el patio que tenemos en mi parroquia y que hemos convertido en un campo de futbito para que jueguen los chavales por las tardes y no se enreden con otras cosas de la calle. En fin, que cuenten con un sitio seguro. El campo tiene 15 farolas y 12 están fundidas. He escrito al Comisionado, al Distrito, a la Fundación Endesa, y seguimos sólo con tres farolas. Nadie me ha contestado pero seguiré insistiendo.
-¿Se podrían haber hecho más cosas con todos esos recursos que se han destinado al barrio?
S.D: Muchos vecinos lo sienten así, a pesar de que las administraciones lo intentan. Ahora se cumple el 25 aniversario del Plan Integral para el Polígono Sur y yo animaría a que se siguieran haciendo planes integrales. Pero que sean con objetivos reales y la población vea los resultados.
S.C.: Yo creo que habría que darle una vuelta a lo del Comisionado. También veo buena voluntad pero el Comisionado no tiene presupuesto y sólo puede mediar.
-Aparte de la inseguridad, el Polígono Sur sigue siendo el barrio más pobre de España, según las cifras oficiales de renta por hogar. ¿Habría que reorientar el gasto para tratar de darle la vuelta a estas estadísticas?
S.D.: Se necesitan actualizar esos planes integrales a la realidad actual.
S.C.: Yo creo que haría un falta un alcalde con voz y mando aquí. Un alcalde del barrio que esté presente en el día a día y que viva aquí, si es posible. Esto no se puede gobernar, ni arreglar, desde lejos. Hay que estar aquí.
-¿Qué habría que hacer para poner freno a ese 1 por ciento de la población que causa la violencia y la inseguridad? Se ha hablado incluso de derribarlo todo, pero quizá eso sólo serviría para trasladar el problema a otra zona de la ciudad.
S.D.: Desde luego, hay que actuar. Pero derribarlo todo no serviría para solucionar el problema sino para llevarlo a otro sitio.
S.C.: Yo creo que la solución está en la educación.
-¿Derribar algunas torretas de las Vegas, como propone el alcalde de Sevilla, sería una buena medida?
-S.C: Yo sólo derribaría edificios para crear edificios nuevos, no zonas verdes. Hay muchas familias que no tienen dónde ir ni dónde vivir. La Fundación Atenea tiene todas las noches colas de gente para dormir. Hay 25 camas y como no dan abasto, la gente duerme alrededor del edificio. Pero no se pueden dar pisos como quien da caramelos. Habría que controlar bien a quién se les da y siempre a cambio de una contraprestación.
-¿La educación debería ser una prioridad en los nuevos planes?
S.C.: Sí, porque cuando un árbol sale torcido, es muy difícil enderezarlo. Hay que educar desde el origen e invertir en educación y atención social. En luchar contra el absentismo escolar. Hay que prevenir para evitar el problema. Ahora el Ayuntamiento ha hecho un programa llamado Sevilla Joven, para ofrecer alternativas a esta población en su tiempo libre. Pero aquí aún no ha llegado ese programa. No sé por qué.
S.D.: Me consta que los claustros de profesores de los colegios e institutos del Polígono Sur están muy comprometidos. Pero los profesores pueden llegar hasta donde pueden llegar y hacen lo que pueden. Incluso más de lo que pueden.
-¿La pobreza tiene arreglo?
S.D.: Habría que ver de qué pobreza estamos hablando. Hay una pobreza económica pero hay otras realidades de pobreza como la drogadicción. La falta de educación es otra pobreza, la violencia es otra pobreza. Muchas veces identificamos pobreza con pobreza económica, pero la pobreza aquí es mucho más amplia.
-De hecho, en las zonas donde se producen los tiroteos y la mayor violencia, no parece que haya pobreza económica. Se exhiben coches de alta gama y artículos de lujo.
-S.D: Está claro que el concepto de pobreza incluye muchas cosas.
-S.C.: A estos jóvenes de los que habla les quema el dinero en el bolsillo. No saben administrarse y se lo pueden gastar todo en muy poco tiempo. No prevén lo que puede pasar después. Y pueden volver a la pobreza.
-¿Cómo combate Cáritas la pobreza económica?
S.D.: Tanto aquí como en el resto de Sevilla acogemos a los pobres en clave de procesos. Es un acompañamiento a la familia, no sólo ayuda económica, porque el fin de Cáritas y de la Iglesia es que todas las personas puedan vivir dignamente gracias a su trabajo.
S.C.: Damos muchas ayudas pero a cambio de una contraprestación, por ejemplo, arreglar sus papeles. Visitamos las casas para ver su situación y las necesidades reales.
-¿La precariedad laboral actual está muy relacionada con el aumento de pobreza en determinadas zonas?
S.D.: Sin duda. Y eso se nota mucho aquí. El tema formativo es fundamental pero hace algunos años todo el que tenía un trabajo, mejor o peor, llegaba a fin de mes. Ahora tenemos en la pobreza a mucha gente con un trabajo. Por salarios bajos y por condiciones laborales muy precarias. La Iglesia apuesta por el trabajo decente.
S.C.: Ojalá supiera la solución.
-Algunos vecinos comentan que se quieren ir del barrio, pero que no pueden. Sin embargo, hay otros que prefieren quedarse y tratar de arreglar las cosas.
S.D.: Hay de todo pero muchísima gente hace opción por el barrio. Eso es una cosa muy positiva que merece la pena destacar. Mucha gente siente el Polígono Sur como algo propio y se niega a irse. Conozco gente con posibilidades de salir que se queda. Son muy luchadores y confían en las acciones vecinales y en el esfuerzo de las administraciones.
S.C.: Comprendo también a quienes se van del barrio, sobre todo si tienen niños pequeños. Buscan tranquilidad y más seguridad.
-A los que no pueden más y se van (los que pueden): ¿qué les dicen?
S.D.: Como Iglesia, acompañamos a todos en sus alegrías y en sus penas. Nuestra misión es evangelizar acompañando las vidas de las personas, tanto del que se va como el que se queda. Acompañamos la realidad de todas las personas.
S.C.: Como tendrán que volver para pedir las partidas de bautismo, los acogeremos con los brazos abiertos.
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