No, la menopausia no es una enfermedad y no debe sobremedicalizarse

Contrariamente a la narrativa tradicional que presenta la menopausia como un problema médico a resolver mediante terapias hormonales, los autores de este grupo de artículos abogan por un cambio en la comprensión de este proceso biológico como una parte inherente del envejecimiento saludable de las mujeres.

La profesora Martha Hickey, coautora de la serie, destaca la necesidad de «abandonar la idea preconcebida y errónea de que la menopausia siempre conlleva un deterioro de la salud física y mental».

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Según Hickey, de la Universidad de Melbourne y del Royal Women's Hospital (Australia), «muchas mujeres viven vidas gratificantes durante y después de la menopausia, contribuyendo al trabajo, la vida familiar y la sociedad en general. Cambiar la narrativa para ver la menopausia como parte del envejecimiento saludable puede empoderar mejor a las mujeres para vivir esta etapa de la vida y reducir el miedo y la inquietud entre quienes aún no la han experimentado».

La menopausia, afirma Carlos Millán, especialista en ginecología y obstetricia de Vithas Internacional, centro médico dependiente del Hospital Universitario Vithas Madrid Arturo Soria, «no es una enfermedad, es una etapa por la que todas las mujeres van a pasar». Y, subraya resulta muy importante preparar e informar muy bien a la mujer sobre esta etapa de su vida.

La serie cuestiona la simplificación excesiva de la menopausia como un problema de salud y busca dirigir la atención hacia cambios sociales sustanciales.

Una revisión de la evidencia sobre los síntomas de la menopausia destaca que los sofocos y/o sudores nocturnos afectan hasta al 80% de las mujeres, y más de un tercio (38%) describe estos síntomas como moderados a graves a los 50 años.

La experiencia de la menopausia es diferente para cada persona, por eso, apunta Hickey es preciso un «enfoque individualizado en el que las mujeres reciban información precisa, coherente e imparcial para tomar decisiones informadas durante la transición a la menopausia. Esto puede incluir la terapia hormonal sustitutiva (THS) para la menopausia para síntomas como sofocos y sudores nocturnos, que pueden variar desde leves hasta extremadamente debilitantes. Aunque algunas mujeres también pueden optar por terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, para reducir el impacto psicológico de los sofocos y los sudores nocturnos y mejorar el sueño».

Los artículos abordan específicamente la falta de atención óptima para grupos particulares de mujeres, como aquellas que experimentan menopausia precoz o inducida por el tratamiento del cáncer, que a menudo carecen del apoyo adecuado.

A nivel mundial, alrededor del 10% de las mujeres experimentan la menopausia prematuramente (menos de 40 años) o temprana (entre los 40 y 44 años). A menudo hay retrasos en el diagnóstico y algunas mujeres experimentan sentimientos de angustia y aislamiento. También hay evidencia que sugiere que las mujeres que entran en la menopausia prematura o temprana pueden tener un mayor riesgo de enfermedades como enfermedades cardiovasculares y osteoporosis (huesos frágiles). El uso de THS puede reducir estos riesgos.

Además, las personas con cáncer tienen más probabilidades de experimentar menopausia temprana. Por ejemplo, la terapia endocrina para el cáncer de mama puede causar sofocos y/o sudores nocturnos que pueden ser más graves y prolongados que la menopausia natural. Las mujeres con cáncer a menudo informan sobre una falta de atención centralizada y de acceso a tratamientos seguros y eficaces.

El documento también desmonta la idea generalizada de que la menopausia conduce a problemas de salud mental, destacando la necesidad de un enfoque más individualizado y preciso.

Existe una creencia generalizada de que la menopausia está asociada con una mala salud mental; sin embargo, una revisión de 12 estudios, publicados como parte de este documento, que investiga la asociación entre la transición a la menopausia y la depresión, no lo confirma. Después de revisar estos estudios y otros, este documento concluye que no existe evidencia sólida de que el riesgo de ansiedad, trastorno bipolar, psicosis o suicidio aumente para todas las mujeres durante la transición a la menopausia

En este sentido, Lydia Brown, también coautora de la serie y afiliada a la Universidad de Melbourne (Australia), subraya que «el cambio en la narrativa es crucial para reducir el estigma y la sobremedicalización, empoderando a las mujeres para abordar esta fase de la vida con confianza y apoyo integral».

Aunque reconoce Brown que algunas mujeres tienen experiencias extremadamente negativas con la menopausia y se benefician de las terapias hormonales, ese no es el panorama completo. «La realidad es mucho más compleja y variada: algunas mujeres informan sobre experiencias neutrales y otras destacan aspectos buenos, como la ausencia de menstruación y dolor menstrual. La menopausia está viviendo un momento cultural y esta es una oportunidad para que se la reconozca como una parte natural del envejecimiento saludable de las mujeres que, con la preparación y el apoyo adecuados, no es algo que deba temer».

La serie reconoce el «momento de menopausia» que están experimentando países como el Reino Unido, Estados Unidos y Australia, donde hay un aumento en la conciencia pública sobre este tema.

Sin embargo, los autores expresan su preocupación por la tendencia de los medios de comunicación a centrarse en experiencias negativas extremas, contribuyendo así a una percepción sesgada y estigmatizada de la menopausia.

Los intereses comerciales, como las compañías farmacéuticas y las organizaciones que comercializan productos para la menopausia, también han influido en la presentación de mensajes mediáticos, según esta investigación. Por ello, los autores enfatizan la necesidad de que las mujeres tengan acceso a información precisa y basada en evidencia, libre de influencia comercial.

La serie concluye reclamando una mayor conciencia y comprensión hacia la menopausia temprana, después del tratamiento del cáncer y los riesgos asociados a la salud mental en esta transición y destaca la importancia de un enfoque holístico que permita a todas las mujeres acceder a información equilibrada, opciones de tratamiento efectivas y un apoyo social que las empodere en esta etapa única de la vida.