«La covid-19 lo ha superado todo. Nos ha humillado y nos ha hecho sufrir mucho, pero también nos ha humanizado»
Francisco Fernández-Avilés, Jefe de Servicio y Catedrático de Cardiología en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y Director Científico del CIBER Cardiovascular cree que las secuelas crónicas de la covid-19 pueden convertirse en un problema de salud pública de primera magnitud
R. Ibarra
La incertidumbre rodea a los efectos que la covid-19 puede causar en el sistema cardiovascular. « Ha sido un reto sin precedentes para la mayoría de nosotros », reconoce Francisco Fernández-Avilés, Jefe de Servicio y Catedrático de Cardiología en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid ... y Director Científico del CIBER Cardiovascular . Su centro promueve el estudio CAR-VID que trata de averiguar cual es la prevalencia de daño cardiaco residual meses tras la infección por SARS-CoV-2.
- ¿Qué sabemos de la relación covid-19 y enfermedad cardiovascular?
Los datos indican que el sistema cardiovascular juega un gran papel en esta sindemia. El SARS-CoV-2 infecta abriendo las cerraduras que están en los tejidos de recubrimiento: primero en el epitelio pulmonar, causando neumonía, y luego en otros, fundamentalmente en el endotelio. Una vez colonizado por el virus, éste deja de funcionar y el efecto del virus es devastador , porque, desde allí, disemina la infección, amplifica la tormenta inflamatoria y da lugar a la formación de coágulos. Las consecuencias potenciales de esto es la destrucción directa (por el virus) o indirecta (por la tormenta inflamatoria o la trombosis), no sólo del tejido cardiaco, sino también de otros órganos, como el cerebro o el riñón.
- ¿Cuáles son los efectos cardiovasculares directos?
Queda mucho que averiguar, pero ya sabemos que el fallo cardiovascular ha marcado el dramático exceso de mortalidad observado durante los brotes de la pandemia: más de 60% en España y casi del 200% en Madrid, entre marzo y mayo de 2020.
El SARS-CoV-2 infecta abriendo las cerraduras que están en los tejidos de recubrimiento: primero en el epitelio pulmonar, causando neumonía, y luego en otros, fundamentalmente en el endotelio
El SARS-CoV-2 ha demostrado su capacidad para destruir las células cardiacas y dar lugar a cuadros agudos graves de arritmias, muerte súbita o insuficiencia cardiaca y colapso
La infección por coronavirus ha acelerado una cardiopatía latente previa o ha producido un daño cardiaco agudo directo, o ambas cosas, con resultados letales. Se sabe que este virus tiene afinidad especial por el corazón, con pruebas irrefutables de invasión directa o infiltración inflamatoria del tejido cardíaco en más del 70% de los casos. El SARS-CoV-2 ha demostrado su capacidad para destruir las células cardiacas y dar lugar a cuadros agudos graves de arritmias, muerte súbita o insuficiencia cardiaca y colapso, incluso en pacientes en los que los síntomas de la infección aguda han sido leves.
Las consecuencias cardiacas agudas han sido devastadoras, de forma que, en presencia de patología cardiaca previa, o de daño cardiaco por el virus, la mortalidad de los pacientes ingresados por covid-19 ha superado el 65%, siendo inferior al 10% cuando no se daban estas circunstancias.
Lo que queda por dilucidar son las secuelas crónicas , no sólo en pacientes que han tenido infección activa sintomática más o menos grave, sino también, y muy especialmente, en los que han tenido infección no sintomática, sobre todo si tienen patologías cardiovasculares crónicas. En este escenario la incertidumbre es enorme. Pensamos que, independientemente del efecto de la agresión aguda del corazón, esta puede dejar alteraciones cicatriciales persistentes (fibrosis) del tejido cardiaco potencialmente malignas, por su capacidad de generar arritmias, alteraciones nuevas o agravadas en las arterias coronarias y fallo del corazón como bomba. Las secuelas crónicas de la covid-19 pueden convertirse en un problema de salud pública de primera magnitud.
- ¿Y qué ocurre con las secuelas cardiovasculares?
Creemos que la fibrosis o “cicatriz” que deja en el corazón la infección por SARS-CoV-2 debe confirmarse y caracterizarse exhaustivamente porque puede ser muy perniciosa. Lógicamente, su trascendencia será tanto mayor cuanto más grave haya sido la inflamación aguda del tejido cardíaco y mayor sea la vulnerabilidad del paciente que la ha padecido.
Hemos diseñado investigación multidisciplinar, CAR-VID, que coordina el Servicio de Cardiología del Marañón bajo el liderazgo del Dr. Javier Bermejo , para intentar averiguar cual es la prevalencia de daño cardiaco residual meses después de la infección por SARS-CoV-2.
- ¿Son reversibles?
Es imposible responder a esa pregunta con el conocimiento actual. Nuestra hipótesis es que en el centro de las secuelas se sitúan, interconectados, la fibrosis y la trombosis microvascular. Por su presencia en otros escenarios, ambos elementos son viejos y muy duros enemigos de los cardiólogos.
- Casi la mitad de los pacientes con covid-19 presenta trombos
Los coágulos son el talón de Aquiles de la covid-19 y una de las dianas terapéuticas más claras y prioritarias de la enfermedad, tanto en la fase más aguda de la infección como posteriormente. Hay que combatirlos muy pronto, de forma muy enérgica, y con el máximo margen de seguridad en su continuidad.
- ¿Deberían los pacientes con enfermedad cardiovascular estar incluidos en el grupo prioritario de vacunación?
Sin duda. Sabemos de primera mano que la infección covid-19 es devastadora en nuestros pacientes, sobre todo en los de mayor edad, lo que obliga a priorizar en ellos todas las medidas dirigidas a evitar la infección.
El 70% de todas las muertes que se produce en el mundo se atribuye a enfermedades no trasmisibles, sobre todo cardiovasculares
- ¿Cómo ha afrontado esta situación?
Ha sido un reto sin precedentes para la mayoría de nosotros. La covid-19 lo ha superado todo. Nos ha humillado y nos ha hecho sufrir, mucho, pero también nos ha humanizado y nos ha dejado enseñanzas muy valiosas.
- Un reciente informe alerta de un incremento preocupante de las enfermedades cardiovasculares en todo el mundo.
El crecimiento global de las ECV es imparable. El 70% de todas las muertes que se produce en el mundo se atribuye a enfermedades no trasmisibles, sobre todo cardiovasculares. Ello afecta fundamentalmente a las áreas y sectores poblacionales más desprotegidos desde el punto de vista socioeconómicos, ya que es en dichos sectores donde existe menos capacidad para implementar medidas preventivas o terapias eficaces. Es lógico pensar que las consecuencias agudas y crónicas de la covid-19 no van a favorecer esta tendencia, al contrario. Golpeando todavía más a los más débiles.
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