Balón de oxígeno para Toni Kroos

Kroos es el paradigma más fidedigno de la curva descendente que ha tomado el Real Madrid desde el mes de diciembre. El alemán llegó al Mundialito de Clubes en la reserva y ya entonces mandó un aviso: «En 2014 jugué toda la segunda vuelta con el Bayern Múnich y el Mundial de Brasil al completo. Con apenas dos semanas de vacaciones, me incorporé al Real Madrid y enseguida disputé las dos Supercopas: la de Europa y la de España. Y desde entonces no me he perdido ningún partido. No había jugado más en toda mi vida. Estoy empezando a cansarme. Encima, en España no hay parón en enero, como sucede en la Bundesliga. Supongo que me darán descanso en algún momento». Aquellas palabras del mediocentro blanco pasaron de soslayo, pero la realidad es que el alemán está fundido.

Sí, no deja de correr, como lo demostró ante el Schalke, pero lo hace mal y tarde, como el resto del equipo, también agotado. Kroos ha sufrido más que ningún otro jugador la ausencia de Modric. Era su mejor socio en el centro del campo. Con ambos en su clímax, el Madrid exasperaba a sus rivales rondando el setenta y cinco por ciento de posesión del balón. El alemán se marchaba a la ducha como Federer: dando un recital sin apenas sudar. Privilegio de los elegidos.

La poca confianza de Ancelotti en Illarra, Khedira o Lucas Silva tampoco ha ayudado mucho a darle descanso, pero parece que por fin, con Luka ya recuperado, Kroos tendrá un pequeño respiro ante el Levante, partido a priori sencillo, pero trampa para el germano: de ver una amarilla no jugaría contra el Barcelona y, además, Ancelotti le necesita «al cien por cien» para el clásico. El técnico italiano le ha hecho saber a Kroos que su mejor versión es «indispensable» para asaltar el Camp Nou y dejarle en el banquillo el domingo es matar dos pájaros de un tiro: darle el respiro que tanto demanda y no poner en peligro su participación en el decisivo duelo ante los azulgrana, donde más de media Liga estará en juego.